La atleta sudafricana Caster Semenya, bicampeona olímpica de 800 metros (2012 y 2016), deberá tomar medicamentos para bajar su testosterona cuando quiera competir en pruebas de hasta 1.500 metros. Lo confirmó ayer el Tribunal Arbitral del Deporte (TAS) al rechazar por dos votos contra uno la apelación de la corredora a la resolución de la Federación Internacional de Atletismo (IAAF) de abril de 2018 que dictamina que los atletas con “diferencias de desarrollo sexual” (DSD) deberían reducir la tasa de testosterona para poder participar en competiciones internacionales en pruebas de hasta 1.500 metros. “Estas discriminaciones son necesarias, razonables y proporcionadas para preservar la integridad del atletismo femenino”, consideró en su fallo el TAS.

En la argumentación de la IAAF, las tasas de testosterona influyen sobre todo en las carreras de las mencionadas distancias por aumentar la explosión muscular. Semenya, especialista en 800 metros, posee hiperandrogenismo, condición caracterizada por la producción excesiva de andrógenos como la testosterona, la hormona masculina. “Las regulaciones entrarán en vigor el 8 de mayo de 2019, fecha a partir de la cual todos los atletas relevantes que deseen competir en pruebas femeninas tiene que cumplir las condiciones establecidas”, precisó la Federación.

“La decisión del TAS no me detendrá. Una vez más me elevaré y seguiré inspirando a mujeres jóvenes y atletas en Sudáfrica y en todo el mundo. Soy consciente de que las regulaciones de la IAAF siempre se han dirigido de forma específica contra mí. Durante una década, la IAAF ha intentado frenarme, pero eso en realidad me ha fortalecido”, dijo la atleta en un comunicado divulgado a los medios por sus abogados.

 

Semenya nació el 7 de enero de 1991 en Limpopo y logró el oro olímpico en 800 metros en Londres 2012 y Río de Janeiro 2016, siendo tres veces campeona mundial en 2009, 2011 y 2017. El primer caso de persecución oficial que sufrió fue en 2009, cuando conquistó el título mundial de los 800 metros. En medio de los festejos acabó sometida a una prueba de género, en lo que sería un preanuncio de su guerra particular con la IAAF. La federación llegó a quitarla de competiciones internacionales por casi un año hasta que fue liberada nuevamente en julio de 2010.