El acuerdo de diez puntos precocinados que el Gobierno aseguró que tenía conversado con el sector opositor más dialoguista terminó cosechando ayer una catarata de rechazos y tomó rumbo de naufragio. “El diálogo, los acuerdos, no se construyen en base a operaciones de prensa”, criticó Sergio Massa la iniciativa, quien desmintió haber negociado nada con el Gobierno y lo acusó de buscar dividir a la oposición. “Consenso es escucha sincera de los que piensan distinto, no marketing”, replicó Roberto Lavagna. Notificado del rechazo frontal de sus socios dentro de Alternativa Federal, Miguel Angel Pichetto relativizó su entusiasmo inicial. “Los acuerdos deben ser discutidos sin especulaciones electorales con los gobernadores”, avisó. Los sectores ni siquiera convidados     –el PJ Nacional y el kirchnerismo, entre otros– sumaron sus críticas.  Ante este panorama, en la Casa Rosada informaron anoche que el presidente Mauricio Macri se había puesto al frente de las negociaciones y que llamó a los referentes de Alternativa para convencerlos. No consiguió mucho.

Por la mañana, en un acto en Vaca Muerta, Macri envió un mensaje a los opositores al plantear que era el momento de “tener generosidad” para “sentarse alrededor de una mesa y acordar para llevar tranquilidad”. La jugada del Gobierno se había disparado el jueves por la tarde, cuando los portales de Clarín y La Nación publicaron casi al mismo tiempo el decálogo de objetivos que supuestamente venían conversando desde hacía 15 días con Massa, Pichetto y Juan Manuel Urtubey. En el despacho del ministro del Interior, Rogelio Frigerio, explicaban que habían elegido a estos tres referentes de Alternativa Federal porque era con quienes habitualmente negociaban los acuerdos legislativos. 

Entre los diez puntos se mezclaban generalidades respecto a cuestiones que nadie puede estar en desacuerdo –“combatir la inflación”, “asegurar un sistema estadístico transparente”– con otras ideas riesgosas para un momento de crisis y recesión como el actual, como proponer una reforma laboral o una previsional. 

La jugada tomó de sorpresa a los opositores. Sólo Pichetto confirmó las conversaciones y calificó el acuerdo como “algo positivo” dado que serviría para “cuidar” a la Argentina. En las últimas semanas, el jefe del bloque de senadores del peronismo federal viene actuando como promotor de la candidatura presidencial de Lavagna, quien de entrada tuvo una actitud bien diferente ante los mentados diez puntos. 

“No hay que jugar con las expectativas de la gente a partir de la especulación política y los titulares de los diarios”, sostuvo en una serie de tuits que escribió temprano para respaldar su rechazo. “El diagnóstico evidente es que el Gobierno fracasó en su política económica por lo que debe cambiar de receta. En los diez puntos que se publicaron ni se menciona el crecimiento de la economía. Podemos saber entonces que no funcionarán”, dijo, para luego ir replicando cada punto uno por uno. Por ejemplo, sobre el primero, “Lograr y mantener el equilibrio fiscal”, replicó que “el equilibrio fiscal logrado por medio de una recesión económica no es viable, ni sostenible”. 

Massa convocó a una conferencia de prensa para responder. Una de las cosas que comentó fue que, a diferencia de lo que informó la Casa Rosada, no habían tenido conversaciones sino que sólo le habían mandado los diez puntos por WhatsApp. “El Presidente y sus ministros no tomaron contacto conmigo. No estamos en negociaciones”, respondió a una consulta. Repitió conceptos de la conferencia de prensa  que dio el lunes pasado en el mismo atril. Por ejemplo, que si fuera presidente estaría convocando a toda la oposición y también a referentes de las pymes, los jubilados y el trabajo. 

Massa fue duro con lo que consideró el real objetivo de la movida, que era dividir a la oposición. Esta vez no hizo nombres pero era obvio que se refería al kirchnerismo, ignorado en la iniciativa oficial. “No quiero pensar que estamos en presencia de una trampa electoral”, advirtió, y consideró que su responsabilidad como opositores era construir una alternativa superadora. “No vamos a admitir una convocatoria en la que el Gobierno diga quiénes son los buenos y quiénes son los malos. El pueblo decide quién es bueno y quién es malo cuando vota”, insistió. Y volvió con su idea de que si el Gobierno no convoca a toda la oposición “lo vamos a hacer nosotros sin mezquindad”.

Desde el kirchnerismo recibieron muy bien la postura de Massa. Alberto Fernández, hoy muy cercano a Cristina Kirchner, coincidió con el líder del Frente Renovador acerca de que la propuesta tenía como principal objetivo dividir a la oposición. “Me alentó mucho escuchar a Massa”, informó. Específicamente sobre los diez puntos, Axel Kicillof dijo que eran algo pensado para satisfacer al FMI. “No hablan del empleo, no hablan del salario, de los remedios, de los alquileres. Fue escrito para un público de afuera”, agregó. 

Pichetto, quien recibió una recriminación de parte de Lavagna y su grupo, sacó un comunicado ensayando unos pasitos para atrás tipo Michael Jackson. “Los puntos que fueron remitidos por el ministerio del Interior son simplemente un esquema inicial”, explicó ahora, y añadió que “deberán ser discutidos en profundidad”. También pidió sumar a los gobernadores.

Para entonces, los famosos diez puntos ya habían cosechado una variada gama de rechazos que iban desde el PJ Nacional que conduce José Luis Gioja hasta el GEN de Margarita Stolbizer y el sector radical que pilotea Ricardo Alfonsín. 

El Gobierno sólo podía exhibir el apoyo de las cúpulas empresariales (ver página 2) y del inefable Urtubey, siempre cómodo en su papel como el dirigente peronista más cercano a Cambiemos. “No se puede negar a debatir políticas públicas con el Gobierno aunque tengamos diferencias ideológicas sobre cómo se implementarían”, afirmó. Según el gobernador de Salta, negarse a debatir es “antidemocrático”. 

Si el objetivo de la Casa Rosada fue dividir y confundir a la oposición, no sólo pareció no conseguirlo sino que trasladó esa inquietud a su propia tropa. El presidente de la UCR y gobernador de Mendoza, Alfredo Cornejo, aprovechó la convocatoria para salir a opinar que ese sector del peronismo dialoguista debía ser incorporado a Cambiemos para conformar una alianza más amplia, algo que enseguida apoyaron dirigentes macristas como el diputado Nicolás Massot. Desde Gobierno entonces tuvieron que salir a responder que nada que ver, que esa no era la intención (ver página 4). 

Antes del hundimiento, Macri informó que se ponía al frente del barco y llamó a Massa, Lavagna, Pichetto y Urtubey para convencerlos. Massa le habría respondido que mejor hablaban en otro momento. La conversación con Lavagna, aparentemente, no terminó en buenos términos porque el ex ministro le recriminó que pretendiera que firmara diez puntos ya establecidos y no que se llegaran a ellos por consenso.