"Van Gogh siempre me interesó, me interesó que no haya podido vender cuadros en su vida. Todo esto arrancó un poco cuando uno de mis hijos me preguntó por qué se había cortado la oreja. Yo le propuse investigar, para despertar la curiosidad. De hecho, de las cartas de Van Gogh salieron algunas frases que me dieron la letra de la canción", cuenta Rubén Goldín sobre Girasoles, el disco que presentará el sábado próximo, a las 21.30, en Complejo Cultural Atlas (Mitre 645).

"Me acuerdo que en una de las cartas, le dice a su hermano: 'Querido Theo, en los últimos días he languidecido porque no comí, he vivido de pan y café negro'. La plata que le mandaba el hermano se la había gastado en telas. Al final, le dice que espera poder pagarle de alguna manera, pero que 'mi alma se cae a pedazos'. Se daba cuenta de lo que le iba pasando en su vida. Era un apasionado", continúa Goldín, mientras deja constancia de la alegría que tiene con el disco nuevo.

Disco cuya novedad está en el formato. Porque si bien Girasoles ya circulaba por soportes virtuales, ahora tiene la presencia física que el músico anhelaba. Porque hay disco, ahora sí hay presentación. El amor, la infancia, la soledad y la amistad, transitan el trabajo de Goldín. Y Girasoles -con Van Gogh como efigie y figura radiante- vuelve al asunto. "Una vez, Sábato dijo que escribimos siempre sobre lo mismo: la soledad, la muerte, la amistad, el amor y la envidia. Pero hay que ver cómo los tratamos. Yo jodo mucho y tengo humor, pero los músicos tenemos altibajos económicos, de depresión. Tengo amigos que terminan de hacer un concierto lleno y al otro día se comen las paredes; conozco eso, nosotros somos así. Cuando fui a grabar Girasoles, el primer día, en Paraguay, estaba en pareja, mis hijos estaban bien, pero la primera noche tuve un ataque de pánico que me tuvo despierto hasta las 5 de la mañana. ¿Explicame por qué? Era todo para felicidad, pero creía que me moría. Estamos un poco loquitos", prosigue el músico.

Girasoles, con Van Gogh como referencia

 

-Me parece que esa angustia, esa sensibilidad, es la que finalmente se traduce en música.

-Se traduce en música y en un producto lo más cercano a la perfección. Me salgo de mi ego y te digo que este disco salió porque Willy Suchar (director del sello Kamikaze) me hizo la propuesta; le dije que quería hacer un disco con canciones folklóricas, y empezamos con el ida y vuelta del material. Yo le decía Violeta Parra, él Zitarrosa; yo Caetano, él Cartola. Luego aparece otra persona, que participó en dos temas, que es Néstor Díaz, él hizo los arreglos de "Vidala para mi sombra" y "Deja un poco de luz al partir". Cuando (Jorge) Cumbo tocó la quena en "Vidala…", en las primeras notas a mí se me apareció Kurosawa. Resulta que él escuchó un par de veces el tema y me pidió diez minutos de silencio antes de grabar. Me dijo: "Quiero encontrarme con mi aire". Cuando estuvo listo, grabó. Y cuando tocó, yo lloraba. Y hay una cuarta persona, que es (el productor) Andrés Mayo, que fue a Paraguay, hizo la grabación de las bases, el master, y me tiró un piropazo: "Esto es como tu Fina estampa, te va a abrir las puertas en Latinoamérica".

Si Van Gogh perseguía una luz, que irremediablemente se le escapaba, de Rubén Goldín puede decirse otro tanto, pero en relación a la música. Al respecto, cuenta que "hace unos años, cuando vivía en Paternal, en mi casa había 6 guitarras, luego me quedé con dos o tres, un par de bajos, un teclado. Lo que generalmente hago es dejarlas fuera de los estuches, y así es cómo se llenan de tierra y corren el riesgo de golpearse. Lo que pasa es que siempre tiene que haber una guitarra al alcance de mi mano".

"Yo jodo mucho y tengo humor, pero los músicos sabemos atravesar altibajos económicos, de depresión. Estamos un poco loquitos"

Dado el vínculo con Van Gogh, habrá que pensar también que la vida en contacto con la naturaleza del pintor tiene sus ecos en el músico. A saber: "Yo vivo en las afueras de Escobar. Para que te des una idea, el supermercado más cerca está a 6 kilómetros, hay mucho silencio. A veces agarro el bajo sin enchufar, y apoyo el clavijero contra algún mueble para que amplifique. O toco la guitarra. Todo el tiempo estoy haciendo melodías; eso sí, las letras me cuestan más. Aunque estoy escribiendo y tengo un tema inédito para el Atlas, en donde se mezclan un montón de cosas.

Alguna canción nueva, el disco completo, y la posibilidad de revisitar algo del repertorio prodigioso del músico rosarino. Con Girasoles, eso sí, se toca un punto alto. Con seguridad, uno de los más bellos registros de Rubén Goldín.