Desde Córdoba
Los carteles no saben de veda electoral y allí permanecen, uno al lado del otro, en los accesos a la capital cordobesa como testimonio de las elecciones de mañana que concentrarán la atención nacional. Todo indica que el gobernador Juan Schiaretti conseguirá su reelección al tranco tranquilo, como el del sulky con el que recorrió el pueblo de Rayo Cortado, el lugar que eligió para su original cierre de campaña. “En Córdoba no hay lugar para los que plantean promesas de fantasías que son irrealizables”, dijo el jueves a la noche sobre sus rivales, a los que ni les hizo el favor de nombrarlos. Los radicales Mario Negri y Ramón Mestre –de ellos se trata– utilizarán la elección provincial para dirimir la interna cordobesa entre la fracción de la UCR alineada al macrismo y los que pugnan por una mayor autonomía. Sobre la hora, como el séptimo de caballería, el Tribunal Superior de Justicia habilitó la candidatura de Martín Llaryora a intendente de la capital, quien tiene muchas posibilidades de recuperar el municipio para el peronismo, uno de los interrogantes que se resolverán en las urnas.
La campaña de Schiaretti fue no hacer olas. Si ya era favorito desde el vamos, la división de la oposición le dejó el camino totalmente despejado. Así que se dedicó a no responder nada de lo que decían sus rivales y solo hablar de obras hechas y por hacer, a tono con el nombre de su frente “Hacemos por Córdoba”. “Hicimos una campaña sin agredir y sin contestar insultos”, se jactó. Pero recibió críticas por no haber dado ninguna entrevista ni participar de los debates con los candidatos de la oposición.
En los últimos actos, el gobernador apareció junto a Llaryora, su gran apuesta. El candidato a intendente capitalino participó incluso del cierre de campaña en una localidad de menos de mil habitantes en el norte de la provincia. Después del paseo en sulky hubo un asado con cuero multitudinario en el que Schiaretti reinvindicó el “cordobesismo”, el proyecto que inició junto al fallecido José Manuel de la Sota y que les permitió gobernar en continuado desde 1999. “Somos el proyecto político cordobés pensado y hecho por cordobeses, cuidando siempre la convivencia democrática”, afirmó.
Tanto en los afiches como en los actos Schiaretti y Llaryora –que fue su compañero de fórmula hace cuatro años– jugaron con la idea de “equipo”, tan afecta al márketing del macrismo. Antes, Llaryora fue dos veces intendente de San Francisco y la oposición cuestionó su candidatura argumentando que no cumplía con el requisito de dos años de residencia en la capital. “En el mundo contemporáneo y con sociedades en permanente movimiento, la noción conceptual de residencia se va orientando hacia un nuevo enfoque”, fue el particular argumento con el que Tribunal Superior terminó validando su postulación a horas de los comicios.
Fue la frutilla del postre. Todo pinta bien para el peronismo cordobés, que podría mantener la gobernación y las principales intendencias, incluyendo el gran golpe en la capital, que desde hace años maneja la oposición.
Igual que el gobernador, Mario Negri y Ramón Mestre también esquivaron los actos masivos en el cierre y optaron por largas recorridas por la ciudad de Córdoba, intercaladas de algunos mensajes para sus seguidores. Negri sacó pecho con los apoyos nacionales recibidos: Elisa Carrió, María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta lo acompañaron en los últimos días. “A ellos los visita Aníbal Fernández y el kirchnerismo. Somos los únicos que le podemos ganar al peronismo”, lanzó en plaza del barrio Parque República junto a su compañero de fórmula, el ex árbitro Héctor Baldassi y el candidato a intendente Luis Juez. Después de la serie de bloopers que protagonizó Carrió en su visita, Negri prefirió compararse con Vidal para decir que, como ella, va a terminar con varios períodos de gobiernos peronistas. “Se puede cambiar en Córdoba”, afirmó. Justamente, “Córdoba cambia” es el nombre de su lista.
Mestre caminó seis kilómetros junto a su mujer por la capital cordobesa, el municipio que hoy gestiona y que corre serio riesgo de perder por culpa de la dispersión radical. Su candidato a la sucesión es el ex Arsat, Rodrigo de Loredo, yerno de Oscar Aguad y en algún momento el preferido del jefe de Gabinete Marcos Peña para el cargo. Pero luego la estrategia de la Casa Rosada tomó otros rumbos. De Loredo no aceptó bajarse y arregló con Mestre. Ahora consiguió el apoyo de Martín Lousteau y del diputado Nicolás Massot.
Mestre va con el sello de la UCR y desempolvó la tradicional Lista 3, como para convencer a sus correligionarios de elegirlo a él en vez de a Negri. Si lo consigue sería un duro revés para el radicalismo macrista. En el cierre, Mestre alertó sobre la necesidad de estar atentos al sistema de votación con Boleta Unica de Sufragio, que sigue generando muchas dudas entre los electores. “Hay que prepararse para la fiscalización de una boleta única difícil de entender”, avisó. La confusión viene a cuenta que la boleta está dividida por tramos y se puede optar por elegir lista completa –algo que busca hacer valer Schiaretti gracias a su buena imagen– o individualmente por los distintos tramos (gobernador y vice, legislador único, legislador departamental y tribunal de cuentas provincial), que son más extensos en el caso de las 242 intendencias en las que también se elige autoridades.