Carlos Mugica, fue uno de los sacerdotes que influenciados por las luchas populares de los años sesenta y setenta, optaron por comprometerse de modo directo y concreto con lo más pobres y vulnerables de las sociedades latinoamericanas. Ese compromiso y esa cercanía con el pueblo fue la que no le perdonaron los sectores de la derecha que habían cooptado el gobierno de Isabel Perón. El 11 de mayo de 1974 Mugica fue asesinado. Sucedió hace 45 años.

Mugica nació el 7 de octubre de 1930 en el seno de una familia aristocrática. Su padre Adolfo llegó a ser canciller de Arturo Frondizi en 1961. A comienzos de los años 50, el joven Mugica abandonó los estudios de Derecho para ingresar al Seminario y a fines de 1959 fue ordenado sacerdote por el cardenal Antonio Caggiano.

Sus primeros tiempos como cura los pasó el norte de la provincia de Santa Fe. Allí, colaboró a las órdenes de Juan José Iriarte, el obispo de Reconquista. De regreso en Buenos Aires, dio clases de Teología en la Universidad del Salvador y cumplió labores en la secretaría de Caggiano, al tiempo que era designado vicario cooperador en la parroquia Nuestra Señora del Socorro.

En la parroquia de Santa Rosa de Lima comenzó su contacto con familias pobres y con el peronismo. Ya despuntaba la figura influyente de Camilo Torres, el sacerdote colombiano que tomó las armas y llegaba la influencia del obispo brasileño Hélder Câmara. Para 1968 hizo eclosión la Teología de la Liberación tras le reunión del Episcopado Latinoamericano en Medellín. Mugica adheriría a sus postulados de una Iglesia con compromiso social a través del Movimiento de Sacerdotes por el Tercer Mundo.

 

 

En esa época, Mugica había pasado por Francia, donde presenció la revuelta de mayo del 68. Los estudiantes de La Sorbona portaban pancartas con el rostro de otro argentino, miembro, como Mugica, de una familia de origen patricio: Ernesto “Che” Guevara. De vuelta en la Argentina, y cada vez más cercano al peronismo, se convirtió en consejero espiritual de Juventud Estudiantil Católica del Colegio Nacional de Buenos Aires. Allí, entró en contacto con el grupo de estudiantes que formarían el grupo primigenio de Montoneros. También comenzó su ministerio en la villa de Retiro.

Cuando cayeron muertos Fernando Abal Medina y Gustavo Ramus, en septiembre de 1970, Mugica ofició la misa por ambos jóvenes montoneros. Con el correr del tiempo tomaría una postura crítica de la organización. En noviembre de 1972 integró la comitiva del vuelo chárter que trajo a Juan Domingo Perón desde Roma, tras 17 años de exilio. Durante los días que el líder justicialista estuvo en la Argentina, recibió a un grupo de sacerdotes tercermundistas. Mugica fue el artífice del encuentro.

Tras el regreso al poder del peronismo, Mugica fue invitado a colaborar en el Ministerio de Bienestar Social de José López Rega, con quien no tuvo una relación cordial. A tal punto, que Mugica se convirtió en uno de los blancos predilectos de El Caudillo, revista financiada por el ministro.

 

 

A las 8 de la noche del sábado 11 de mayo de 1974, Mugica fue emboscado en Villa Luro. Acaba de dar misa en la iglesia de San Francisco Solano cuando se disponía a subir a su auto Renault 4. Lo acompañaba su amigo Ricardo Capelli. Un grupo de hombres los atacó a balazos. Mugica fue acribillado: recibió 14 impactos. Capelli fue herido de cuatro balazos. Los llevaron al Hospital Salaberry, en Mataderos, donde fueron operados. Mugica no se repuso de sus heridas y murió esa noche.

Años más tarde, Capelli reconocería a Rodolfo Almirón, jefe de la custodia de López Rega, como integrante de la patota que los baleó. Capelli tenía visto a Almirón de la época en que Mugica visitaba Bienestar Social. A fines de 2006, en el marco de la investigación por los crímenes de la Triple A, el grupo parapolicial que actuó antes del golpe de 1976, el juez federal Norberto Oyarbide pidió a España la extradición de Almirón y declaró como de lesa humanidad, por tanto imprescriptibles, los delitos de las tres A. Almirón murió detenido en 2009.

Los habitantes de la Villa 31 tienen siempre presente a Mugica. Los restos del sacerdote descansan en la parroquia Cristo Obrero que él fundara en la villa de Retiro.