PáginaI12 en Venezuela

Desde Caracas

El llamado a la intervención militar norteamericana en Venezuela ha dado nuevos pasos. El primero fue dado por el jefe del Comando Sur de Estados Unidos (EE.UU.), Craig Faller, quien afirmó estar “listos” para “discutir cómo podemos apoyar el futuro rol de aquellos líderes de las Fuerzas Armadas que tomen la decisión correcta de poner en primer lugar al pueblo de Venezuela y restaurar el orden constitucional”. El segundo paso estuvo a cargo de Juan Guaidó, quien el día sábado afirmó que su representante en EE.UU., Carlos Vecchio, haría el pedido formal de reunión al Comando Sur. El tercero fue la confirmación del pedido, a través de una carta hecha pública.

“Juan Guaidó me pide comunicarle que el gobierno interino agradece y recibe el apoyo de Estados Unidos y confirmarle nuestra disposición para comenzar las conversaciones respectivas a la cooperación que ha sido ofrecida por su comando (…) acogemos con beneplácito la planificación estratégica y operativa”, afirma, entre otras cosas, la carta enviada por Vecchio a Faller, quien se presenta como embajador de la república bolivariana de Venezuela, como parte de la ficción de gobierno sin territorio, ni administración ni fuerza armada. 

Este movimiento en tres tiempos forma parte de la narrativa intervencionista que ha tenido discursos encontrados luego de la derrota del intento de golpe del 30 de abril en la mañana. Por un lado, ha existido una escalada centrada en el secretario de Estado, Mike Pompeo, el asesor de seguridad nacional, John Bolton, y Faller. Son quienes han mantenido la construcción de que Venezuela sería cabeza de playa de los enemigos norteamericanos, en particular Rusia, Cuba, Irán, Hezbollah y China.

Por otro lado, tuvo lugar un descenso de la escalada anti-rusa por parte de Donald Trump luego de un llamado con Vladimir Putin. Esto debe entenderse no solamente por el caso Venezuela, sino dentro del cuadro mundial de disputas abiertas y el propio tiempo interno del debate norteamericano, marcado, entre otras cosas, por los resultados del informe Mueller que investigó sobre la trama entre el gobierno ruso y la campaña presidencial de Trump. 

En ese contexto trascendió vía medios de comunicación, como el Washington Post y CNN, las tensiones internas entre Trump y el equipo encargado de Venezuela. El presidente estaría descontento ante la evolución del cuadro, la prolongación de un conflicto que le habían sido presentado como de sencilla resolución. Ante eso, y la posibilidad de que un halcón neoconservador como Bolton conduzca la situación hacia la salida militar, habrían comenzado a abrirse las diferencias. Las mismas tampoco deben solamente verse respecto a Venezuela sino a estrategias más amplias de política exterior y formas de avanzar en los diferentes frentes abiertos. 

El llamado hecho por Faller y respondido por Guaidó está enmarcado dentro de esa falta de acuerdo a lo interno de EE.UU. La operación permite aumentar la narrativa intervencionista en una situación de desmovilización y crisis de expectativas de la base social de Guaidó, y busca tener un efecto dentro de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (Fanb) con el objetivo de hacer creíble la posibilidad militar, y lograr de esa manera que se produzcan quiebres y rendiciones internas.  

La carta enviada es la principal iniciativa de la derecha que el día sábado reunió a dos mil personas en un acto en Caracas que debía ser masivo. Junto a eso ha planteado la necesidad de que Venezuela se reintegre al Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), una política que forma parte de la narrativa intervencionista que, sin embargo, no cuenta con mayor respaldo diplomático que desde el inicio del conflicto. La vicepresidente de Colombia, Marta Lucía Ramírez, afirmó por ejemplo que: “La posición del gobierno que es una sola que es la del presidente que ha descartado cualquiera iniciativa de Colombia para una intervención militar”.

Los próximos pasos internacionales esperados son la reunión que tendrá Pompeo con Vladimir Putin hoy, y el envío a Caracas la semana próxima de una misión técnica del Grupo Internacional de Contacto, integrado por varios países de la Unión Europea y de América Latina. El Grupo es quien aboga por una salida electoral en un cuadro donde el gobierno está dispuesto a sentarse a dialogar y negociar, mientras que la derecha, bajo líneas de EE.UU., continúa anclada en la postura del no-diálogo con el gobierno venezolano.