Cuando el largometraje del francés Julien Faraut se exhibió el año pasado en una sección paralela del Festival de Mar del Plata, más de un espectador desprevenido debe haberla dejado pasar con un pensamiento de cuño prejuicioso: ¿qué tan diferente puede llegar a ser John McEnroe: L’empire de la perfection de tantos documentales televisivos dedicados a una estrella del deporte? Quien hayan leído el texto laudatorio en el catálogo o bien seguido el consejo de algún amigo cinéfilo iniciado sabrá que no hay nada más alejado de ese universo –el del típico relato biográfico-deportivo hecho para la pequeña pantalla– que este estimable acercamiento a las bondades del tenis entendido como una de las Bellas Artes. Incluido, desde luego, su componente estético. En L’empire de la perfection, ensayo cinematográfico de formas aparentemente simples, se pondera la destreza del cine para descubrir verdades ocultas a simple vista, se reflexiona sobre la fama como un monstruo siempre al acecho, se describe el deporte de alta competición como ejemplo perfecto del sistema social de castigos y recompensas y se pone en discusión un largo etcétera de temas e ideas, incluido más de un apunte filosófico.

“El cine miente, el deporte no”. Con esa cita en forma de máxima pronunciada por el cineasta Jean-Luc Godard comienza la proyección, seguida por una serie de fragmentos de films educativos realizados hace décadas por Gil de Kermadec, documentalista francés que centró su carrera casi exclusivamente en el tenis. En la pista de audio, el actor Mathieu Amalric afirma que el “film educativo” forma parte esencial de la historia del cine, tanto como las películas de terror o las comedias románticas. De pronto, la imagen de un jugador pegando un raquetazo ocupa la pantalla, el primero de una serie de planos en extrema cámara lenta que permite advertir la compleja interacción de músculos, huesos y nervios, la técnica del golpe, la trayectoria de la pelota después del impacto. Fue también Gil de Kermadec quien registró los miles y miles de metros de película 16mm dedicados a la performance en el campo de batalla de McEnroe, durante sus años de gloria en las competencias internacionales más relevantes.

A lo largo de varias jornadas del mes de junio de 1984, acompañado de otros dos camarógrafos y un sonidista, el documentalista registró las imágenes y los sonidos provenientes de la cancha anaranjada parisina de Roland Garros, concentrado en la figura de McEnroe. Son esos mismos fragmentos de realidad tenística, encerrados en un centenar de latas de aluminio, las que ahora salen de su encierro como un genio de la lámpara, analizadas, reevaluadas y reconvertidas a partir del montaje y el texto narrativo. Ese “imperio de la perfección” del título es el que atravesó toda la trayectoria del jugador estadounidense, de quien el crítico cinematográfico (y aficionado al tenis) Serge Daney, llegó a afirmar que su técnica era más generosa, “más kamikaze, más artista”. En cierto momento del film, Daney es citado a propósito del nuevo duelo Borg-McEnroe que supo darse en suelo francés. “Borg envía la pelota allí donde el adversario ya no está; McEnroe tiende en cambio a enviarla allí donde no estará jamás”. Las imágenes reafirman el concepto y, por momentos, las imposibles curvas que describe la pequeña bola amarilla parecen tener lugar en un universo paralelo.

McEnroe es también enojo, discusión, ira. La red, las líneas demarcatorias, los jueces, el público, los periodistas, el mundo entero es su enemigo, según se afirma en un determinado momento. “Él está en ultra control de absolutamente todo. Y si algo escapa a ese control, entra en estado de furia”, describe un especialista en la banda sonora. En un momento inolvidable de L’empire de la perfection, la mirada iracunda del jugador se cruza con la lente de la cámara que lo está filmando y, por ende, con la del espectador. La imagen se detiene y, en ese instante congelado, se concentran visualmente varios de los temas de la película, entre ellos el de una habilidad inherente al cine: la de poder conjurar fantasmas del pasado y hacerlos nuevamente visibles y amenazantes. “96.5 % de perfección”, afirma la última placa, mientras suena el violento punk de Black Flag, “Nervous Breakdown”.

John McEnroe: L’empire de la perfection se exhibe hoy a las 20 y el viernes 31 de mayo a las 19 en Cine Amigos del Bellas Artes. Para conocer los días y horarios de junio, consultar en https://cine.aamnba.org.ar