El FMI nace en 1944 para consolidar (en lo financiero) la hegemonía de un Estados Unidos que surgía como la superpotencia de la postguerra, frente al declinante Reino Unido. Su arquitectura fue resultado de la batalla intelectual entre Harry D. White (Estados Unidos) y John M. Keynes (Reino Unido). Se impuso el más fuerte: Estados Unidos. No obstante, ambos estaban muy de acuerdo en promover la expansión capitalista a través del comercio e inversión internacional sin barreras proteccionistas. Barreras a las que recurrían los países con problemas en sus balanzas de pagos (saldo negativo entre exportaciones e importaciones). Cuando un país padecía esto, recurría a lo que Keynes llamaba “políticas de empobrecer al vecino”. Esto era cerrar el comercio a las importaciones, con lo que caía la demanda internacional y la crisis se propagaba. El FMI se diseñó para evitar esto. Su intención era inyectar liquidez para que los países continuaran importando, mientras iban recuperando su productividad. Así la demanda internacional, clave de la expansión capitalista, se sostendría.

Con el tiempo el FMI hizo lo opuesto a lo que sus progenitores habían pensado. El organismo fue cooptado por intereses de la usura internacional, y adoptó el monetarismo como marco teórico. Así ya no actúa hoy para mantener la demanda internacional, sino que se comporta interviniendo países endeudados a fin de que estos les paguen a sus usureros a como dé lugar.

En el último acuerdo con Argentina, el FMI le presta al país 57.000 millones de dólares a un interés que oscila de 2 a 5 por ciento. El monto es en cuotas que se irán desembolsando según la Argentina vaya cumpliendo con las condiciones que le impuso el FMI. Es decir, quien maneja la economía (a través de esta extorsión) es el FMI. Y tal manejo se orienta no a la reactivación de la productividad, sino a que se les pague a los acreedores externos. 

El FMI impone recortes a la inversión pública para privilegiar las partidas de pago de deuda. Y a la vez, provocar deliberadamente la recesión. Así se achicarán importaciones, generando artificialmente un saldo favorable por exportaciones. La diferencia irá al pago de prestamistas. Por último, los usureros y especuladores se llevan directamente los dólares que ingresan por el crédito del FMI, que nosotros nunca veremos, pero que tendremos que pagar. 

Adoptando el rol de protector de la usura, el FMI viola no solo su razón de ser, sino también su propio Convenio Constitutivo, que es el tratado internacional que debería regular su funcionamiento. El artículo I inciso ii establece que el fin de todas las políticas que aplique el FMI será el contribuir al crecimiento del comercio y mantener altos niveles de ocupación, ingresos y desarrollo productivo de todos sus países miembros. Sin embargo, nos está empujando intencionalmente a la recesión con sus consecuencias de caída en el comercio, la producción y el empleo.  

El artículo VI inciso A prohíbe el uso de los recursos del FMI para fondear la salida de capitales de un país. Algo que el FMI ha autorizado expresamente al gobierno argentino a hacer. Hoy se están quemando los dólares del acuerdo stand by para que los compren “baratos” los fondos especulativos y los fuguen. Así hasta reventar las reservas del Banco Central.

Resulta casi imposible impugnar formalmente este accionar ilegal del FMI.  El artículo XXIX del Convenio lo erige en Juez de sus propios actos. Para efectuar un reclamo, debería ser el mismo Estado argentino (socio en esta “patriada” de autovaciarse) que lo realice ante el Directorio Ejecutivo. En caso de negativa, elevarlo a la Junta de Gobernadores. En ambos órganos,  los votos se dan por las cuotas que tengan los países miembros del FMI. Estados Unidos tiene el 16 por ciento y con ello, el derecho a veto, ya que las decisiones importantes se toman por los votos que representen un 85 por ciento de las cuotas.

La violación de un Tratado Internacional por parte del FMI, aun cuando éste ya le confería potestades abusivas (o sea, con el abuso legal no les bastaba y acuden al ilegal) es un testimonio de la falacia del respeto por las reglas del juego que proclaman en el mundo financiero como condición previa para invertir. Las finanzas es un ámbito de piratería, y hoy funcionan como una “asociación ilícita” (ya que está tan de moda invocarla) constituida por funcionarios públicos, fondos de inversión privados y el FMI. El objetivo, liquidar nuestras reservas.

La Justicia no se realizará por la ley muerta, sino por la viva voz que reclame su cumplimiento. “El Derecho es Lucha”, como enseñó Rudolf Von Ihering. Así como lucidamente personalidades del ámbito científico, social y académico le advirtieron recientemente al FMI que este acuerdo stand by  se había celebrado violando nuestra Constitución, quizás sea oportuno “notificarlos” ahora de que están incumpliendo su propio Convenio Constitutivo. Para la futura defensa del Estado derecho, es importante que en el presente generemos el antecedente de que fueron avisados de que actuaban con el Poder, pero sin la razón. Ni mucho menos la honestidad

* Doctor en Derecho Público y Economía de Gobierno. Docente Universidad Nacional de Avellaneda (Undav).