El artista y docente Patricio Escobedo sitúa en una epifanía doméstica y en un "truco perceptivo" el origen de las serigrafías plegadas que expone hasta el 29 de junio en Gabelich Contemporáneo (Pasaje Corvalán 448): "En medio del comedor se veía una elipse luminosa suspendida en el aire; lo demás desaparecía en la penumbra. Una vez encendidas todas las luces de la habitación, el óvalo volvía a ser parte de la pantalla que colgaba sobre el centro de la mesa. El fenómeno había terminado".

Escobedo nació en 1967 en Villa Constitución. Diseñador gráfico egresado en 1995 de la Escuela Provincial de Artes Visuales de Rosario, enseña Morfología en la Escuela Municipal de Artes Plásticas Manuel Musto.De su maestro Enrique Longinotti, Escobedo aprendió a trabajar con un"laboratorio de formas" y no otra cosa es su taller, donde sus obras van mutando. Pruebas de artista para su exposición Dos cosas (2017, Espacio Cultural Universitario) atravesaron una serie de plegamientos virtuales y reales que las convirtieron en esto tan distinto, como si hubieran llegado a otra dimensión retorciéndose a través de un agujero de gusano. Cabe advertir que su decisión de usar la estampa responde a una estética de lo completamente plano, a una técnica que prescinde por completo de la huella de la pincelada, pero que no por ser obras gráficas son las suyas obras múltiples. Esta cualidad de piezas únicas se acentúa en el gesto singular del plegado, que se complementa con la carpintería irregular del marco. En una situación entre disciplinas que es bien propia del arte contemporáneo, sus obras tienen de la pintura el color puesto en dos dimensiones, de la escultura la condición de objetos, y del dibujo el soporte papel.

"Selecciono un grupo de objetos de uso cotidiano", continúa Escobedo su statement. "En la tarea de representarlos busco quitarles los espesores, la profundidad, los efectos que provoca la luz sobre ellos, hasta convertirlos en un conjunto de zonas planas. Las concavidades son ahora figuras que pueden ser desmontadas del objeto al que pertenecen. Esta independencia de las partes anticipa una posibilidad de movimiento y abre el juego. El óvalo -en adelante negro- pasa a tener entidad física, se impone y se convierte en el elemento formal recurrente de la serie".

Mientras estaba preparando para su exhibición las diez obras reunidas en la sala central de esta muestra (y hay más, distintas en su lógica generativa, en trastienda), un programa informático desarrollado por Katie Bowman permitía a un proyecto internacional impulsado por Heino Falcke fotografiar por primera vez, combinando el poder de 8 observatorios, y fascinando al hijo del artista, un agujero negro. La idea de un cuerpo con un máximo de masa en un mínimo de volumen, tan denso que su fuerza de gravedad atrapara incluso la luz, viene del tiempo de Newton; fue hipotetizada con la teoría de Einstein y no tuvo nombre hasta 1967, cuando nació Escobedo. El nombre de black hole se le ocurrió ese año a John Wheeler, bautizador serial de agujeros cósmicos.

Serigrafía plegada sin título.

Todo esto es sólo para decir que quizás hubo un momento histórico preciso, un horizonte de lo pensable, un punto de inflexión antes del cual una elipse negra pintada sobre una superficie era vista como una forma plana, y después del cual empezó a ser percibida como una concavidad tridimensional. ¿Fue al introducir las leyes de la perspectiva en la representación de los objetos? ¿Y desde cuándo esa inocente elipse empezó a parecernos un abismo profundo que nos atraía con su gravedad irresistible y que podría chuparnos para siempre si nos acercábamos demasiado?

Percibir es pensar. Hay, además, una historia de las formas. La elipse negra plana de Escobedo, con toda su planimetría inspirada en el "arte concreto" del siglo XX, no pude escapar a la poderosa atracción cultural que ejercen las leyes de la perspectiva y los agujeros negros. Se puede pensar en imágenes 3D y esto lo intuyó Lacan al elaborar sus topologías de la psiquis. ¿Es posible un arte completamente abstracto, un dibujo completamente plano? La imaginación sigue haciendo aparecer significados y espacios allí donde la pura geometría creía reinar en un desierto abstracto.

En un dibujo animado, el Gato Félix va con un redondel negro bajo el brazo; lo pega en una pared y el círculo pasa a funcionar como un boquete que le permite pasar al otro lado. Lo despega y sigue caminando, muy contento con su portal portátil. El asombro de Patricio niño ante aquella escena fue comparable al del astrónomo y pastor Falcke cuando cincuenta años después vio al monstruo de sus sueños retratado desde más de 50 millones de años luz de distancia.