Cuando el adelantadísimo Frank Pick, un abogado británico obsesionado con la estética funcional, fue designado director del área de publicidad del metro de Londres en 1908, puso su sello en cuanto venga a la mente: se emperró en implantar una señalética común para la red subterránea, se ocupó de que usase una tipografía moderna y adecuada, de imponer el término “Underground”. También acuñó el icónico redondel rojo, sencillo logotipo que permanece como sinónimo de transporte público en la capital; y más tarde, encargó incluso el plano simplificado del tendido diseñado por Harry Beck, un clásico que luego sería imitado por el mundo todo para facilitar que la gente llegara de una estación a otra. En resumidas cuentas, volcó su pasión por la excelencia del diseño en cada aspecto de su laburo, inclusive –y muy especialmente– en los afiches publicitarios del famoso tube. No solo estandarizó su tamaño, el sitio donde irían, la cantidad que se colgaría por estación: para entretener a los pasajeros, dio en la tecla al proponer que los realizaran diferentes artistas (algunos emergentes, otros consagrados), con diferentes enfoques, con diferentes estéticas. Y así fue cómo acabó encargando trabajos a artistas contemporáneos como Paul Nash, Graham Sutherland, Clive Gardiner, Frederick Herrick, Mary Koop, Edward McKnight Kauffer, Harold Sandys Williamson, entre tantísimos otros, que pintaron paisajes surrealistas de la metrópolis, se inspiraron en grabados japoneses para vender paraguas, dispensaron piezas sobre el zoológico, el palacio de Hampton Court, el propio subterráneo. “Creados para animar a los visitantes a utilizar el metro, visitar atracciones culturales y explorar la ciudad, estos carteles no solo eran anuncios de turismo: eran auténticas obras de arte”, asegura hoy el Art Institute of Chicago, en Estados Unidos, que entendiendo el valor histórico de los mismos, acaba de inaugurar Everyone's Art Gallery: Posters of the London Underground, muestra que exhibe a razón de 100 rompedores afiches; innovadores, coloridos, donados por el mismísimo Underground Electric Railways London por expresa decisión de Pick. Se trata, en resumidas palabras de la institución, “de una celebración a este obsequio, a la original campaña de Frank Pick, y a los hermosos trabajos que resultaron de ella”.