Desde Vancouver

No hay dudas. El primer ministro canadiense, Justin Trudeau es orgullosamente feminista, y no “el menos pensado”. En la apertura de Women Deliver 2019, la gran conferencia global sobre equidad de género que tiene lugar en esta ciudad puerto de la costa oeste de Canadá, --con más de 8000 participantes de 160 países--, Trudeau alertó sobre el avance de los sectores reaccionarios que se oponen a los derechos de las mujeres. “El progreso feminista se está atacando. Las mujeres enfrentan la discriminación y la desigualdad a diario. Esa es la norma y no la excepción. Los derechos retroceden y los políticos ceden de manera vergonzosa”, cuestionó, y recibió un cerrado aplauso.

Con la camisa arremangada, Trudeau destacó la importancia de “incorporar la igualdad de género en todo lo que hacemos”, afirmó que “los derechos de las mujeres son derechos humanos en Canadá y en todo el mundo” y se refirió a la interseccionalidad de las vulnerabilidades que sufren las mujeres cuando son de color o indígenas. También habló sobre el aborto, y aunque no la mencionó pareció aludir a la reciente decisión del gobierno republicano del estado de Georgia, en Estados Unidos, donde se restringió su acceso con la llamada ley del latido: “El derecho fundamental de que la mujer elija que hacer con su propio cuerpo se pone en duda”, señaló. En Canadá el aborto está permitido sin restricciones ni límites de gestación, y se garantiza su acceso gratuitamente en hospitales públicos.

Trudeau se comprometió a luchar contra la violencia hacia las mujeres, contra la brecha económica de género y por la inclusión de los padres en el cuidado de sus hijos. En octubre enfrentará elecciones federales, y las encuestas dan segundo a su partido, el liberal (de centro a centro izquierda) por detrás del conservador.

La conferencia Women Deliver comenzó el mismo día en que se publicó el informe de una investigación sobre Mujeres y niñas, indígenas desaparecidas y asesinadas en Canadá. El estudio concluyó que hubo un “patrón persistente y deliberado de violaciones y abusos sistemáticos, raciales y de género, de los derechos humanos de los indígenas”. Llega al grado de “genocidio”, calificó Trudeau y anunció que el Gobierno prepara un plan de acción para resarcir a las víctimas, que incluyen a mujeres, homosexuales y personas transgénero, “porque nuestro país puede hacer las cosas mejor y lo haremos”, agregó.

El primer ministro canadiense habló tras ser presentado por la europea Katjia Iversen, presidenta de la conferencia. A continuación, Trudeau participó del panel de la primera sesión plenaria del multitudinario encuentro, en el que el rol de los movimientos sociales y de mujeres, y la juventud tienen un lugar central en la agenda de actividades. Hay alrededor de 1400 jóvenes de 130 países.

En la primera jornada, junto a Trudeau fueron oradores la primera presidenta mujer de Etiopia, Sahle-Work Zewde, el presidente de Kenia, Uhuru Kenyatta, la médica canadiense musulmana, de 30 años, Alaa Murabit, una de las 17 defensores de los Objetivos de Desarrollo Sostenible Globales nombrados por el secretario de la ONU, y Natasha Mwansa, una periodista de 18 años de Zambia y activista por los derechos de la niñez y la juventud, entre otros. La adolescente africana, con su cabellera cubierta por trencitas, despertó la ovación del auditorio al desafiar a los adultos, con simpatía y firmeza: “Está muy bien prometer que haya igualdad, pero tiene que reflejarse”, exigió y pidió mayor presupuesto para temas de infancia y juventud. “No se puede tener trabajo si no hay acceso a la juventud”, señaló. Y tanto el Primer Ministro canadiense como el público se pusieron de pie para aplaudirla. Murabit, que cubría su cabeza con un velo islámico, también hizo un fuerte llamado a defender el derecho de las mujeres “a decidir sobre nuestro cuerpo”. “Si se oponen, tenemos que decir que no. Hay que pronunciarse con firmeza”, arengó.

El problema de los casamientos de niñas sobrevoló el panel. El presidente de Kenia contó que rige en su país una ley que impide el matrimonio antes de los 18 años. También destacó como un logro que el Gobierno provee toallas sanitarias a todas las mujeres “para que no haya un estigma” sobre quienes no pueden acceder a esa tecnología cuando están menstruando.

El lema de la conferencia es “The power of us”, el poder de nosotrxs. La pregunta que atraviesa esta cumbre sobre equidad, derechos, salud y bienestar de las mujeres, y que interpela a líderes políticos y activistas, es: “¿cómo usted va a usar el poder para el cambio’”. La moderadora del primer panel, la periodista Lyse Doucet, de la BBC, se la hizo a los oradores: “El poder es una responsabilidad y la mejor forma de usarlo es para empoderar a los jóvenes, a las mujeres, a los marginados, a las activistas, a quienes no lo tiene”, respondió Trudeau. “Voy a usar mi poder para promover los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres. Si una niña no considera que tiene poder sobre su propio cuerpo hay que empoderarla para que lo tenga”, contestó la médica Murabit. La adolescente pidió darle el poder a los jóvenes.

La ceremonia inaugural comenzó con la entrada de un numeroso grupo de representante de pueblos originarios de Canadá, con vestimentas típicas, que entonaron un tema musical tradicional llamado “La canción de la buena mujer”, acompañados por tambores y otros instrumentos.

Al cierre, la presidenta de la conferencia, Katja Iversen, dijo: “Necesitamos el poder de la acción colectiva”.