El punto de partida es tanto el crítico estado del sector como la convicción de que sin apoyarse en la ciencia y la tecnología no es posible el desarrollo del país. “El sistema nacional de ciencia y tecnología está sometido a una triple crisis: presupuestaria, institucional y de sentido”, explica a Cash Carlos Gianella, coordinador de la Comisión de Innovación del Instituto Cafiero que organiza el encuentro, “lo único que ha evitado el éxodo masivo de investigadores ha sido la esperanza de un cambio en las próximas elecciones” sostiene.

“La falta de recursos hace de la ciencia argentina un auto sin nafta. El sistema sufre en promedio un 30 por ciento de recorte de presupuesto, equivalente a unos 25 mil millones de pesos”, precisa Fernando Peirano, economista especializado en ciencia y tecnología e integrante del Grupo Callao. Respeto al estado del sistema científico subraya que “estos han sido años de daño, pero ha habido organización y se está generando un aporte que será superador. El trabajo de esa Comisión es una verdadera novedad para la construcción de un sistema de desarrollo tecnológico que por ejemplo apoye a la industria existente y ayude a crear nuevas industrias, este desafío requiere de nuevos actores y estamos contribuyendo en ese sentido,” indica.

Alberto Briozzo, ex diputado nacional y autor de la Ley de Promoción de la Industria del Software detalla que vienen acompañando todos los reclamos “por el enorme daño y paralización que ocasionó este gobierno. Pero el eje de nuestro trabajo, para “volver y ser mejores”, es superar algunas limitaciones que tuvimos en el anterior gobierno. Creemos que, para salir del péndulo, no se puede crecer primero y plantearse las cuestiones del desarrollo después. El desafío es plantear un programa de desarrollo desde el primer día, donde se inserte el sistema de innovación, ciencia y tecnología.”

“Nuestra propuesta de política científica es nacional, industrialista, inclusiva, feminista y participativa”, destaca Bruno De Alto, experto en gestión de la tecnología y autor del reciente libro Tozuda Industria Nacional . Apunta que “canalizamos expectativas porque el sistema está en situación de resistencia. Por ejemplo el INTI, que es el brazo tecnológico del Estado, funciona con un 50 por ciento del presupuesto que tenía en 2015, su personal pasó de 3100 a 2500 y hay menos demanda tecnológica por el debilitamiento del tejido productivo”. Subraya que “al contrario del gobierno de Macri, que ha encumbrado la figura del emprendedor, nosotros creemos que el desarrollo no debe ser a partir de un sujeto individual. Debemos articular territorialmente sectores, economías regionales y políticas prioritarias nacionales. Estamos trabajando en el eslabón que falta que es ligar la ciencia y la tecnología con el sistema productivo”.

En este sentido, para Peirano la Argentina debe encaminarse hacia “una economía del conocimiento, con más empresas de base tecnológica y más proyectos de tecnología”. Y ejemplifica que mientras en la Argentina las empresas que hacen I+D son unas 600, en España llegan a 7000. “Es una falacia la excusa que plantea el actual gobierno acerca de que el problema ‘son los empresarios que no quieren innovar’. Cuando vas al territorio y recorres las empresas, el nivel de innovación e incorporación de tecnología fue, durante más de una década, mucho más alto del que aparece en las encuestas, aunque más bajo del que el país necesitaba para dar el salto al desarrollo” apunta Briozzo.

“Por eso trabajamos en la formulación de políticas públicas”, concluye Ginella, “para no solo defender la actividad científica, sino para que la ciencia y tecnología ocupe un lugar clave para el desarrollo e impactar en el PIB, en los niveles de empleo, en las exportaciones de bienes con valor agregado, y superar el crónico déficit de divisas. Para eso se deben acelerar los resultados”