“Siempre voy en busca de cosas nuevas, de algo que me dé la idea de no estar rodando en círculo”, dice Djavan. Al teléfono desde Río de Janeiro, el cantautor brasileño conversa con Página/12 acerca su próximo concierto en Buenos Aires, mañana a las 20.30 en el teatro Gran Rex, y también de las canciones de Vesúvio, el disco que viene a presentar. El volcán napolitano simboliza la fuerza de estas nuevas canciones de Djavan y bien podría representar también la fuente de un magma que derrama gestos de rock, pop, funk, toques de bolero, flamenco y atracciones varias, debajo de la inconfundible marca brasileña de su música. “El disco toma el nombre de un tema en el que asocié la fuerza de una mujer con la de un volcán. Se me ocurrió Vesúvio, porque además de potente es un nombre solar, mítico, muy sugestivo. De alguna manera, esa analogía se extiende a todas las canciones el disco”, continúa Djavan. 

Buenos Aires está entre las ciudades preferidas de Djavan, declarado en esta visita Huésped de honor de la Ciudad. “No cambiaría a Río por nada, pero Buenos Aires me atrae. Su arquitectura me fascina, sobre todo esas partes que mantienen el rasgo francés. Y también el calor del público tiene algo muy particular”, asegura el cantautor. “Cada show significa para mí la posibilidad de establecer una relación con el público y en Buenos Aires seguramente será así. Cuando armo un repertorio, tengo mucho cuidado por mostrar lo nuevo y por supuesto incluir esas canciones que me acompañan desde hace tiempo y que el público espera”, agrega Djavan y enseguida pregunta si su “portuñol” es aceptable. “Pero también me gusta insistir con algunas canciones que quedaron escondidas, que por esas cosas del éxito no trascendieron, pero que a mí me siguen gustando”, continua. En la presentación de Vesúvio en el Gran Rex, Djavan estará acompañado prácticamente por los mismos músicos que participaron en la grabación del disco. Entre ellos aparecerá Paulo Calasans, pianista diestro, que supo tocar con figuras de la talla de Gilberto Gil, Gal Costa y Rita Lee, entre otros. También estarán Joao Catillo en guitarra –en lugar de Torcuato Mariano–, Renato Fonseca en teclados, Arthur de Palla en bajo, y Felipe Alves en la batería.

El amor, la naturaleza, las relaciones sociales: estos son algunos temas recurrentes en las canciones que Djavan incluyó en Vesúvio. Por sobre la conjunción de acentos que define su música, este brasilero universal apela a una sonoridad pop, que de distintas formas se manifiesta como estrategia expresiva. “El pop es un género que está en mi formación. Mi música está hecha de muchas cosas y entre ellas, naturalmente, siempre hubo una sonoridad cercana al pop, pero no en un sentido ingenuo sino más bien trabajado con cierta complejidad”, dice Djavan. “En este disco, el pop me sirvió para plantear una llegada más directa con el público. En las canciones más políticas remarqué ese rasgo, porque me pareció interesante comunicarme desde ahí. En general, creo que en este disco logré la frescura que buscaba”.

El lado si se quiere más político de Vesúvio está representado por la balada “Solitude”, la más funky “Cedo ou tarde” y la muy pop “Viver é deber”, canciones que más que señalar caminos de justicia expresan cierto extravío y preocupación ante lo que ofrece la actualidad. “Por supuesto que esas canciones tienen que ver con la situación política de Brasil. Mi país vive un período muy nebuloso, difícil de interpretar. Pero también me refiero a un mundo en plena transformación, donde las cosas no están para nada bien. Hablo de manera genérica, pero al mismo tiempo lo hago de una manera fluida y popular, para hacerme entender en una realidad complicada que trato de reflejar con optimismo en el futuro”, dice Djavan. El cantante, que en enero cumplió los 70, asegura que su optimismo está fundado en una razón muy clara: “El pueblo está aprendiendo y yo tengo fe en el pueblo. La mayoría en Brasil buscaba un cambio y votó a (Jair) Bolsonaro. Cuando el pueblo erra, tiene la posibilidad de corregirlo en la elección siguiente”, sostiene. 

Más allá del intento de explicar el mundo, lo mejor de estas canciones está en la relación que Djavan establece con la palabra. Es desde ahí que el cantautor compone paisajes de expresividad poderosa. “Mantengo la preocupación de hacer las cosas con belleza, en cualquier contexto. Cuido los textos del mismo modo que cuido el aspecto musical. Sé que se puede ser popular sin dejar de ser interesante, sin dejar de ser reflexivo. Todo eso, si es con poesía es mejor”, reflexiona. Entre los más logrado está “Orquídea”, un samba lento que juega con el nombre científico de varias especies de esa flor que desde hace un tiempo cultiva con afán de especialista. “La orquídea es algo delicado, puede tener perfume de chocolate o de menta, por ejemplo, y cada flor es un espectáculo de colores y formas. Ahora tengo 850 especímenes de 360 especies diferentes”, explica Djavan, y entona: “Lembra aquela Phalaenopsis/ Que você me deu/ Me deixou com Sophronitis/ Por um beijo seu Pleurothallis, Paphiopedilum”. “El nombre científico de cada flor tiene una musicalidad propia y eso me despertó la idea de hilvanarlas de manera fluida, de hacer una canción”, concluye.