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IMPUESTOS:
SE DICE EL PECADO
Ganancias es el tributo que más se evade,
con una tasa cercana al 45 por ciento.
La DGI recauda por ese tributo apenas el
2,6 por ciento del PBI. Chile y Brasil el 4,6
y el 4,5 por ciento, respectivamente.
Sólo declaran tener ingresos
superiores a los 4000 pesos
mensuales unas 50 mil
personas.
Reportajes a Guillermo
Rodríguez Usé, Ricardo
Gutiérrez y Antonio
Figueroa.
Por Cledis Candelaresi
Con algunos retoques legales y vocación de control, Argentina podría duplicar la recaudación del Impuesto a las Ganancias, que para este año está presupuestada en 9300 millones de pesos. No son pocas las cosas que podría hacer el Estado si lograra impedir que se le escurran esos fondos: entre otras, duplicar las jubilaciones mínimas, cubrir durante seis años el presupuesto íntegro de las universidades nacionales o triplicar el de todos los programas sociales que administra la Nación. Pero ni siquiera los cambios previstos en la controvertida reforma tributaria garantizan que ese objetivo sea posible. Ni que el país conseguirá tener la misma capacidad de cobrar impuestos a la renta que tienen, siquiera, Chile o Brasil. La promoción industrial es uno de los grandes agujeros del sistema.
Argentina recauda por Ganancias el equivalente al 2,6 por ciento de su Producto Bruto Interno, bastante más que a comienzos de la gestión menemista (1,21 por ciento), pero apenas la mitad que durante el segundo gobierno de Juan Domingo Perón cuando, en 1952, esta recaudación alcanzó su nivel récord: 4,3 por ciento del PBI.
Esa drástica baja sufrida durante varias décadas también descoloca al país en el ranking internacional. El promedio de recaudación de Ganancias correspondiente a dieciocho naciones desarrolladas de la OCDE es del 16 por ciento del PBI. Pero la brecha también es amplia en relación a países de Latinoamérica. Chile y Brasil recaudan el 4,6 y el 4,5 por ciento, respectivamente, mientras que México y Colombia promedian el 4 por ciento sobre su producto.
Una primer explicación de esa vergonzosa performance es que la evasión es muy alta, y, muchas veces, está propiciada por fisuras que ofrecen las propias leyes. Un trabajo elaborado por la Subsecretaría de Política Tributaria del Ministerio de Economía demuestra que Ganancias es el tributo que más se evade, con una tasa cercana al 45 por ciento (es decir, que la Administración Federal de Ingresos públicos recauda apenas poco más de la mitad de lo que debería).
Es llamativo que en el país sólo declaran tener ingresos superiores a los 4000 mensuales unas 50 mil personas, grupo que ni alcanza para llenar la cancha de River Plate. También resulta extraño que en el último ejercicio fiscal -y con una economía creciendo al 8 por ciento anual- apenas el 40 por ciento de las empresas clasificadas como grandes contribuyentes reconocieron tener utilidades.
Las maniobras para evadir o eludir (no pagar aprovechando algún resquicio legal) son variadas y, en algunos casos, tienen cierto grado de sofisticación. Una de ellas son las operaciones de comercio exterior entre firmas vinculadas, que aprovechan esa ligazón para sobrefacturar importaciones o subfacturar exportaciones desde o hacia sus filiales o matrices. De este modo, las multinacionales consiguen desinflar utilidades y, en algunos casos, también remitirlas al exterior. Es difícil precisar la envergadura del quebranto fiscal por esas maniobras, pero estimaciones privadas y oficiales lo ubican entre 1000 y 5000 millones de pesos por año.
Otra vía para evadir es la de los autopréstamos. Con ellos, las empresas no sólo consiguen achicar utilidades por el pago de intereses. A veces, esta maniobra va ligada a otra complementaria: el dinero del falso crédito es girado, primero, por las mismas empresas fuera del país a través de pagos ficticios, por ejemplo, por compras que no hicieron o que hicieron a un precio mucho menor; con esto, consiguen inflar gastos y achicar las ganancias de su balance. Las Obligaciones Negociables, que el gobierno decidió poner bajo la lupa, pueden ser una variante del objetado autopréstamo.
La evasión del IVA es otro capítulo de la economía negra, ligado al de Ganancias. Si no se controla lo que una empresa o profesional paga o cobrapor bienes que están gravados por ley (la evasión del IVA también supera el 40 por ciento), tampoco se puede fiscalizar sus utilidades.
La propia estructura del impuesto tiene sus flaquezas. Al igual que el diseño de todo el sistema tributario del país, sostenido sobre los impuestos al consumo como el IVA (ver cuadro).
Por un lado, la alícuota del 33 por ciento es varios puntos más baja que la que rige en muchos países desarrollados. Por el otro, en Argentina pagan Ganancias las sociedades pero no cada uno de los socios que se benefician con el reparto de esos dividendos. En el país sólo el 30 por ciento de la recaudación del tributo corresponde a contribuyentes individuales. En los países de la Unión Europea esa proporción sube al 95 por ciento y en Estados Unidos al 82.
Pero el colador más grande de ese tributo, según señalan tanto economistas del sector privado como funcionarios del propio gobierno, es la promoción industrial y agrícola, cuyo costo es difícil de estimar con precisión. El Estado resigna una cifra millonaria, eximiendo a las firmas promocionadas de pagar impuestos. Pero esta pérdida se engrosa por lo que también dejan de pagar otras empresas que se cuelan del sistema para aprovechar sus prerrogativas, aunque no reúnen las condiciones cumplen con los requisitos para gozar del régimen.
No faltan ejemplos de transgresiones pero sí de sanciones judiciales. Causas iniciadas con mucho ruido, como la que involucró al comercio de electrodomésticos Rodó, corren el riesgo de prescribir por falta de resolución. Tampoco hay voluntad política para cubrir los baches del sistema: en la discusión del presupuesto de 1998, los senadores triplicaron el cupo para la promoción agrícola, lo que hacen sistemáticamente todos los años. Ningún funcionario parece esperar gran rédito político por combatir la evasión. Ninguno tiene presente que Al Capone fue encarcelado por evadir y no por sus crímenes mafiosos.
Pasando la gorra
Recaudación según tipo de impuesto (en millones de pesos)
1996 1997
Ganancias 6.921 8.458
Seguridad Social 10.387 10.765
Sobre la Propiedad 811 624
Sobre el Consumo (IVA) 24.729 28.505
Comercio Exterior 2.309 2.853
Total: 45.301 51.227
Fuente: Administración Federal de Ingresos Públicos.
La mitad a las provincias
Destino de la recaudación de Ganancias
-en millones de pesos- -en %-
Nación (Rentas Generales) 1.647 19,44
Seguridad Social 2.449 28,96
Ministerio del Interior (ATN) 149 1,77
Provincias 4.213 49,82
Total: 8.458 100
Fuente: Cálculo del Centro de Estudios para el Cambio Estructural (CECE), sobre recaudación de 1997. Toma en cuenta todas las leyes que se superponen para realizar el prorrateo.
Claroscuro de las privatizadas
El subsecretario de Política Tributaria, Guillermo Rodríguez Usé, confirmó a Cash lo que es casi una verdad de Perogrullo para cualquier entendido del tema: las empresas privatizadas son las principales contribuyentes del Impuesto a las Ganancias. Esto se explica no sólo por las abultadas utilidades que obtienen esas firmas (YPF obtiene ganancias en el orden de los 600 millones por año y Telefónica de Argentina por 560 millones, por ejemplo). También existe un mayor control sobre las compañías prestadoras de servicios públicos, que, además, están bajo la lupa de los entes reguladores. Que sean las principales contribuyentes no garantiza que estén libres de culpa y cargo. Por el contrario, las privatizadas están entre las principales sospechosas de aprovechar las debilidades en el control fiscal sobre las operaciones de las empresas vinculadas. Por estos intersticios legales los consorcios -liderados por empresas extranjeras- pueden tanto remitir utilidades al exterior, como sobrecumplir planes de inversiones, declarando que los bienes importados desde o a través de filiales o matrices en el exterior, tuvieron un precio superior al real.
La reforma
o nada
Los diputados oficialistas encontraron en todas esas deficiencias del sistema y del control una buen argumento para defender la reforma tributaria impulsada por Roque Fernández. Es progresista, aseguran algunos referentes de la bancada justicialista, como Oscar Lamberto o Esteban Dómina. El proyecto propone subir la alícuota del tributo del 33 al 35 por ciento. Además, prevé otorgar poder a Carlos Silvani, titular de la Administración Federal de Ingresos Públicos, para controlar las operaciones externas entre empresas vinculadas, a través de precios de transferencia. Así, podrían desbaratarse algunas maniobras de subfacturación de exportaciones y sobrefacturación de importaciones, con las que las multinacionales disimulan utilidades. El texto también prevé gravar los intereses sobre las deudas empresarias, incluidas las Obligaciones Negociables. De ese modo, el Palacio de Hacienda estima que podría castigar, aunque sea parcialmente, a los autopréstamos, otro de los mecanismos utilizados para menguar ganancias. Pero el incierto destino de la reforma tributaria en el Congreso genera más de una duda: ¿qué hará el Gobierno para subir la recaudación de Ganancias si esa iniciativa naufraga? Roque Fernández aún no tiene ninguna alternativa preparada ante esa eventualidad.
| Guillermo Rodríguez Usé, subsecretario de Política Tributaria |
Más de la mitad de las empresas no paga
-¿Por qué se recauda tan poco Ganancias?
-Hay problemas de administración fiscal y otros de la propia ley, que tiene varios agujeros. Uno es la promoción industrial, que, por un lado, ahueca la base del impuesto y, por otro lado, contribuye a la evasión: hay muchas empresas que gozan de los beneficios de una promocionada, pero están instaladas en Buenos Aires. Otras deficiencias legales son las exenciones: hay empresas que transfieren utilidades a fundaciones o cooperativas, que están exentas para no pagar Ganancias.
-¿Cuánto podría aumentar la recaudación subsanando esas faltas del sistema legal?
-El doble. Diría que, haciendo las correcciones legales que hacen falta, podría recaudarse no menos de 15 mil millones por año. De hecho, en nuestro país se recaudó más del 4 por ciento del PBI, contra 2,6 por ciento de ahora.
-¿Cuál es el agujero más grande del sistema?
-Los regímenes de promoción. Pero es muy difícil terminar con ella, porque existen derechos adquiridos. El otro gran agujero son las operaciones externas de empresas vinculadas. Por acá también se pierden miles de millones por año.
-¿Y qué hace el Gobierno para evitar esto?
-Propusimos varios cambios a través del proyecto de reforma tributaria. En cuanto a la promoción, sólo resta esperar que vayan caducando los derechos y no renovarlos. Todos estos sistemas, incluida la promoción agrícola, deberían ser erradicados. Después, si hay voluntad de promocionar a alguna empresa o sector, habría que otorgar un subsidio explícito, detallado en el Presupuesto.
-¿No falta voluntad política de cobrarle impuestos a los grandes?
-¿Voluntad?...no creo. Pero, no hay ninguna duda de que tenemos que intensificar la fiscalización. No es posible que más de la mitad de empresas que presentan declaraciones juradas no tengan utilidades.
-Los pequeños evasores muchas veces se justifican protestando porque el Estado no le cobra a las grandes empresas.
-Es cierto. Las empresas grandes son las que más aprovechan los resquicios que deja la ley para no pagar. Por eso es importante un cambio en el sistema legal. No todo es por fallas en el organismo recaudador.
-¿Cuáles son las empresas que pagan?
-La mayor recaudación se concentra en las empresas privatizadas por dos razones: tienen mayores ganancias y evaden menos.
-¿Por qué Chile y Brasil recaudan el doble, en términos del PBI?
-No creo que tengan administraciones fiscales mucho más eficientes que la nuestra. Pero no tienen tantos agujeros en la legislación. En IVA, por ejemplo, recaudan al mismo nivel que nosotros. El problema es Ganancias.
-¿La alícuota al 33 por ciento es razonable?
-Es muy competitiva. Aún con la suba dispuesta por la reforma tributaria (que pretende aumentarla al 35 por ciento) es bastante más baja que las de Europa y Estados Unidos, pero similar a la de países, que compiten con el nuestro, como Brasil.
| | Ricardo Gutiérrez, secretario de Hacienda de Domingo Cavallo |
La promoción es un escándalo
-La evasión en nuestro país es escandalosa. Sólo en Ganancias llega a 2 puntos del producto. Y esto es así porque la DGI tiene tiene pocos elementos para controlar. No tiene instrumentos apropiados para hacer inteligencia fiscal. Carece de información básica sobre la estructura propietaria de las personas y de las sociedades. Argentina tiene que hacer un gran esfuerzo para desarrollar sistemas inteligentes con información económica desagregada.
-Entonces, ¿el problema es la ineficiencia de la DGI?
-No sé si llamarlo ineficiencia. Pero es cierto que a la DGI no le faltan recursos humanos ni presupuesto para controlar. Los sueldos son relativamente altos y, en este sentido, es una isla en la administración pública.
-¿Qué hay que hacer para controlar la evasión?
-Nosotros -en alusión a la gestión cavallista- buscamos disminuir la evasión con el cruce de datos, con el peine informático. Para evitar la evasión de Ganancias es bueno, por ejemplo, Bienes Personales. Porque sirve para identificar las propiedades de los contribuyentes, sus consumos con tarjeta de crédito o sus saldos bancarios. Hay muchos datos que el Estado hoy ya tiene a disposición.
-¿Y por qué no se hace el cruce?
-Porque cada vez que se avanza se ataca al gobierno con el criterio de que pretende invadir la intimidad. ¿Por qué no se les pide información a los bancos? La DGI debe demostrarle a la gente que sabe tanto de sus operaciones económicas como ellos mismos.
-¿Quiénes son los que más evaden?
-Esta claro quiénes no evaden: los contribuyentes que están en relación de dependencia.
-Le invierto la pregunta: ¿qué sector es el que paga o el que tiene menos posibilidades de evadir?
-No hay un sector en particular. Desde la gran empresa al pequeño comerciante que ofrece dos precios por un mismo producto. Todos evaden.
-¿No falta voluntad de control de parte del Estado?
-Puede que en algún caso... pero otra gran cuestión es la falta de apoyo judicial. Hay problemas de interpretación de la ley por parte de los jueces, que a veces demoran tanto las causas que éstas prescriben. De otro modo no se explica cómo no hay pena para (Alberto) Samid -está procesado por evasión pero no por el delito de asociación ilícita, lo que le hubiera impedido continuar en libertad-. Tenemos un sistema que persigue al que paga. Se puede publicar una lista de los que pagan pero no de los que evaden.
-¿Mientras fue secretario de Hacienda enfrentó algún planteo del Fondo Monetario para modificar la base de Ganancias?
-El Fondo hizo un diagnóstico de la DGI y dijo que todo era correcto. Lo único que le interesa es el equilibrio de las cuentas fiscales, no que se recaude tanto o cuanto de un impuesto.
-Muchos señalan a la promoción fiscal cómo uno de los grandes agujeros de Ganancias.
-La promoción es escandalosa. No hay forma de administrarla. Las promociones deben asignarse vía subsidio expreso en el presupuesto. El problema es que si se promociona por 100 millones se evade por 1000.
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| Antonio Figueroa, consultor en temas tributarios |
Hay que saber descubrir trampas
Figueroa se dedica a asesorar en temas tributarios y estuvo ligado al radicalismo. Fue director nacional de Impuestos hasta agosto pasado. Se desempeñó en ese cargo durante las gestiones de Roque Fernández y Domingo Cavallo.
-¿Por qué se recauda tan poco de Ganancias?
-Porque no se controla nada. Prueba de esto es que, a medida que se acentúa el control, se levanta la recaudación. Además, a un año vista de un posible cambio de gobierno los contribuyentes suelen relajarse. ¿Para qué voy a pagar si estoy seguro de que nadie me va a controlar? Hay muchos problemas de recaudación que, en su mayoría están ocasionados por las grandes empresas, en particular, las multinacionales, que sobre o subfacturan operaciones. En Argentina la evasión de los principales impuestos redondea el 40 por ciento, mientras que en Chile es del 16 por ciento, a tono con los países desarrollados.
-¿Falta voluntad política para controlar?
-No creo. El principal problema es el desorden. Por la presión del Fondo Monetario, el gobierno tuvo más voluntad para controlar. La DGI pasó de tener 8300 empleados a más de 20 mil. Pero el resultado es que hay 35 mil negocios chicos clausurados y ningún gran evasor sancionado. Solamente si se destinaran los 300 mejores empleados a controlar en detalle a las empresas vinculadas con el exterior, la recaudación podría aumentar espectacularmente. Pero es cierto que hay empresas cautivas del sector político.
-¿Cuáles?
-El grupo Exxel, por ejemplo. No está realmente claro si son inversores del exterior o no. El problema es que quienes tienen la responsabilidad del control no tienen calle. Hay que saber descubrir trampas en los inventarios, en las operaciones de transferencia de tecnología o importaciones que hacen grandes empresas, a veces utilizando mecanismos complicados.
-¿Cree que también hay fallas en el diseño del sistema tributario?
-Creo que está en línea con el resto del mundo. No así los resultados: en otros países Ganancias, por ejemplo, se recauda a razón del 10 ó 13 por ciento del PBI.
-¿Y por qué en Argentina no?
-Porque nunca hubo vocación de control real. Si bien desde 1989 aumentó la presión sobre los contribuyentes por exigencia del FMI. Pero el control está centrado sobre los impuestos al consumo. Y en Argentina hay gente con alta capacidad contributiva, con patrones de consumo similar a los de los países desarrollados.
-¿Qué pasaría si hubiera control?
-La recaudación de Ganancias aumentaría por lo menos al doble. Eso permitiría reducir la tasa del IVA al 15 por ciento. En Argentina, los impuestos sobre el patrimonio neto, por ejemplo, nunca permitieron una recaudación alta. Todos los cañones deben apuntar a los impuestos a las rentas. Su base está muy erosionada, porque no se gravan muchas actividades que sí deberían gravarse, como la compraventa de acciones. Pero hubo situaciones peores. Fue en los primeros días del gobierno de Carlos Menem, cuando la Fundación Sudamericana, de Jorge Born, planteó directamente eliminar el Impuesto a las Ganancias.
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