Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


El baúl de Manuel

Banco de Datos

E-mail

Volver

Por Alfredo Zaiat

Espejismo en el desierto

El alza de los papeles alentó a pensar que la crisis terminó. Pero las acciones suben cuando las ganancias de las empresas bajan.

Los financistas están ilusionados con que la crisis ha llegado a su fin. Las acciones y bonos han recuperado terreno rápidamente, y tímidamente el dinero está retornando al recinto. Hay más fondos para socorrer a economías en peligro; Brasil prometió un fuerte ajuste fiscal; y las bancas centrales de los países desarrollados han coordinado una baja de las tasas de interés. Todo parece indicar que lo peor ya pasó. Pero esa incipiente euforia de los mercados también puede tratarse de un espejismo. Un oasis en medio del desierto que al momento que los operadores quieran beber su agua desaparece.

El importante repunte de las cotizaciones tiene la apariencia más de un impasse que de una señal de superación de la crisis. Si no fuera así no tendría sentido la estrategia que emprendieron los principales bancos de inversión: cierran o achican fuertemente sus estructuras en los denominados mercados emergentes. Desde Merrill Lynch, el más grande de todos, pasando por los gigantes europeos Deutsche Bank, ING, y Swiss Bank, hasta los debilitados Lehman Brothers y Bankers Trust están reduciendo su exposición en esas plazas.

La rebaja de las tasas internacionales, especialmente el inesperado recorte adicional de un cuarto de punto decidido por la Fed (banca central estadounidense), gatilló una ola de optimismo entre los financistas. Ese cambio en el humor estuvo abonado con abundantes fondos que, como consecuencia de la baja de las tasas, se liberaron al mercado. Dinero que busca reanimar los negocios, pero fundamentalmente brindar oxígeno a las finanzas de los bancos, brokers y fondos especulativos. Tan necesitados de salvavidas luego de la catástrofe que sufrieron en Asia y Rusia, los operadores quieren más. Esperan que la Fed aplique un nuevo ajuste hacia abajo de la tasa de corto en su próxima reunión del 17 de noviembre.

Esa posibilidad perdió fuerza, aunque no se descarta totalmente en la city, cuando el banquero Alan Greenspan, titular de la Fed, afirmó el jueves pasado que existen algunas señales de que se está disipando el temor creado por la crisis y que el crédito internacional se está lentamente normalizando. Así habría dejado un mensaje de que no existe la intención de realizar un nuevo ajuste si la situación sigue su curso favorable.

Greenspan tendrá menos ganas de intervenir nuevamente en el mercado si las acciones continúan subiendo, impulsando una nueva burbuja especulativa. Y mucho menos si ese aumento de precios se da al tiempo que las ganancias de las empresas empiezan a mostrar resultados descendentes por efecto de la crisis.

En ese contexto, la mayoría de los inversores se lamenta por no haber aprovechado ese rebote de las acciones y bonos. Pero, en este caso, la paciencia y prudencia paga dos veces.