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H.I.J.O.S. resiste y actúa

¿Sabías que Galtieri, el del whisky y las Malvinas, se pasea muy tranquilo por las calles de Villa Devoto? Los pibes que no quieren olvidar el horror de la dictadura decidieron que algo había que hacer con estos personajes y así vienen desarrollando una curiosa y efectiva manera de marcar su desagradable presencia. Aquí, el relato del último de estos actos de dignidad y memoria.

”A 200 metros GENOCIDA, Galtieri, Chivilcoy 3102, 1 piso” El cartel, a modo de señal de tránsito, advierte un cartel ubicado en una esquina de Villa Devoto. En el colectivo 109, que tiene parada en Bahía Blanca al 3000, a una cuadra del lugar señalado, puede leerse sobre el respaldo de uno de los asientos Los políticos prometen construir un puente incluso donde no hay río. Son las siete de la tarde del miércoles 17 de junio y el cielo está nublado. La agrupación H.I.J.O.S. (Hijos por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio) está por concretar un nuevo escrache para el que disponen de un arsenal compuesto por: pintura roja (que simboliza la sangre), huevos, en general podridos, cánticos y hasta una miniobra de teatro, como para informar a los vecinos de la cuadra quién es el que habita el barrio.

Dolores se subió a uno de los cinco micros que estaban estacionados sobre Rivadavia, al lado de la Carpa Docente, en Congreso. Reconoció a varios de los chicos de la Escuela de Bellas Artes de Pueyrredón, que los ayudan con los afiches, y a otros compañeros de HIJOS y Familiares. Entonces se acordó de su primer escrache al torturador Juan del Cerro, alias Colores. Cuando habían comenzado a gritar frente a su puerta, la gente del barrio había llamado a los medios para avisar lo que pasaba y los dueños de los comercios les habían pedido afiches con la foto del tal Colores para ponerla en sus negocios. También se le había acercado un chico, de trece años, a decirle que él sabía lo que había hecho ese tipo. Acordándose de eso, Dolores tuvo ganas de llegar a la casa de Galtieri. El micro arrancó. Eran las siete y cuarto.

Calle Chivilcoy. Frente a la casa en cuestión, ubicada en la esquina, hay móviles de todos los medios. Un vallado protege el edificio de ladrillos a la vista. Tras él se esconden unos cuarenta policías, y parece que van llegando más. A mitad de cuadra hay cuatro camiones blindados de la Policía Federal, tres patrulleros, y en la esquina una ambulancia. Todas las persianas de la cuadra están bajas. En el lugar, sobre Tinogasta, comienza a juntarse gente de todas las edades. “Estamos acá porque tenemos memoria”, dice Luis (45). “Nosotros somos vecinos de este barrio, y pensamos que tenemos que participar de estos actos de repudio con nuestros hijos, tratando de que todos sepan al lado de quién están viviendo”, dice Silvia (42) y ambos abrazan a su hijo Ernesto (11).

La copresidenta de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, Graciela Rosenblum (45), también dice presente. “Desde hace 23 años estoy peleando por lograr el castigo a los genocidas.” Una chica joven se acerca. “No puede ser que sean tan impunes, que se paseen, vayan a la panadería como cualquier vecino normal. La gente, en realidad, no los perdonó, los perdonó el gobierno”, aclara Martina (22). Cuando faltan diez minutos para las ocho, el empedrado y las paredes de la cuadra aún mantienen su limpieza.

Dolores sigue en el colectivo. Después de ir por Independencia, pasa por la estatua del Cid Campeador y cruza Rivadavia al 6000. Cada vez que iba a una marcha, Dolores trata de recordar esas cinco horas en las que ella y su madre estuvieron detenidas por los militares, pero siempre era inútil, apenas tenía tres años en ese entonces. En el micro empezaron a cantar mientras ya estaban llegando a Villa Devoto. Miró el reloj: eran las ocho y cuarto.

Ocho y cuarto. Aurora Morea (Madre Línea Fundadora de Plaza de Mayo) declara ante las cámaras de televisión: “Lo único que, como madre, deseo antes de irme de este mundo es ver a todos estos asesinos presos. Es lo único que pido. Y que todos los jóvenes, no sólo los de HIJOS, cuando nosotras ya no estemos acá, continúen nuestra lucha. No me pregunten qué siento al estar frente a este edificio, pónganme una mano en el pecho yvan a ver cómo late”. Después agrega que: “HIJOS convocó a este escrache y nosotras empezamos a venir para apoyarlos y protegerlos porque los Servicios decían que eran de Quebracho”. Exactamente a las 20.17 se escucha a los que bajaron de los micros. Se acercan por Chivilcoy al tiempo que van desplegando las banderas. Comienza el escrache. Dolores miraba con algo de tristeza su prendedor de HIJOS y comienza a gritar. “Como a los nazis les va a pasar/ a dónde vayan los iremos a buscar/ Alerta a los vecinos/ al lado de su casa/ está viviendo un asesino”. Enseguida los chicos piden que se despeje el vallado. Aparece un actor disfrazado de militar y otro de sacerdote: uno le pide al otro que le perdone sus pecados de guerra. El sacerdote lo bendice mientras el público grita “¡asesino, asesino!”. Luego el general dice que va a cantar la Marcha de Malvinas. La burla concluye con un partido de fútbol de argentinos vs. argentinos: el jugador de HIJOS mete un gol que se estrella acompañado de pintura roja cerca de la ventana del primer piso. Ante un amague de reprimir por parte de la policía, alguien toma el micrófono y llama a retirarse pacíficamente. Dolores vuelve para el lado de Simbrón.

La cuadra queda alfombrada de papeles: Cárcel a Galtieri y a todos los genocidas. Antes de irse, Dolores, una chica más de HIJOS, había declarado a Galtieri por el micrófono: “Culpable de la muerte de más de 800 colimbas” y otros crímenes aberrantes. “Libre por las leyes de los radicales y el indulto menemista.” Entonces los volantes, los carteles, los cantos, la pintura roja, los huevos podridos y la frase escrita en el 109, cobran sentido. Así vale la pena.

Sonia Winer

Cómo funciona

La organización HIJOS se fundó hace aproximadamente tres años cuando en un acto de Familiares de Desaparecidos y ex-detenidos se conocieron varios hijos entre sí. Organizaron un campamento en Córdoba y allí decidieron que, cuando cada uno volviera a su provincia, iba a tratar de conectarse con otros hijos. En octubre del ‘95 se realizó el primer campamento nacional al que asistieron entre 350 y 400 chicos. Trabajan mediante comisiones (de escrache, de prensa, de identidad, de barrios, de justicia). Se reúnen todos los jueves a las 20 en Riobamba 34 (hay un cartel que dice FAMILIARES) para organizar actividades a través de una lista de oradores. Por ejemplo, un escrache es organizado por la comisión pertinente: se elige a una persona, se averigua su domicilio, se corrobora (en general con la ayuda de los vecinos) y después se investiga quién fue, por qué fue juzgado y qué leyes lo beneficiaron para poder hacer los afiches.