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Por M. Fernández López
Su primera vez
¿Cuándo había sido su primera vez?, le preguntó Jorge Guinzburg a Juan Carlos Pugliese. El ex ministro de Economía, anciano de cuerpo pero joven de espíritu, le dijo: Si ni recuerdo cuándo fue la última, mal podría recordar cuándo fue la primera. Sin embargo, las cosas no suelen ser así, y la primera vez queda grabada con trazos indelebles y las veces siguientes son sólo repetición de un acto ya conocido. Por ejemplo, la primera vez que el hombre llegó a la Luna. ¿O usted pensaba en otra cosa? En Economía son indispensables el valor del producto nacional, el nivel general de precios y los modelos de insumo-producto y de programación lineal. ¿Cuándo se estimaron por primera vez en la Argentina? La primera estimación del PBI argentino la hizo el estadígrafo irlandés Edward Mulhall (1836-1900) en Dictionary of Statistics (1884), que reeditó varias veces, y en cada una actualizó la estimación, que basaba sobre proporciones fijas entre sectores productivos y entre producciones brutas e insumos. Por ejemplo, el valor agregado agrícola era un 90% de su producción. El de la minería, un 90%. El de la industria manufacturera un 60%. El del transporte un 10% del valor bruto de agricultura, minería y manufacturas. El comercio, un 10% de las importaciones y exportaciones, etc. La segunda vez fue en 1917, cuando el director de Estadística y Censos, Alejandro E. Bunge, con datos del censo nacional de 1914, estimó no sólo el producto sino la riqueza nacional. La primera estimación de un nivel general de precios fue la medición del costo de la vida en la Capital Federal en el período 1910-17 por el mismo Bunge, que publicó en su Revista de Economía Argentina (1918). La primera estimación argentina de la tabla de insumo-producto se hizo en 1954, con datos de 1946. La misión de la ONU (CEPAL) que actuó entre 1956 y 1957 construyó otra estimación para 1950. Un reducido grupo -cuyo corto número sorprendió a Leontief en su visita a la Argentina en 1961- continuó el cálculo periódico de la tabla de insumo-producto, y publicó en 1964 una con datos del censo industrial de 1953, y otra en 1974 con datos del mismo censo para 1963. El primer modelo de programación lineal macroeconómico, con una decena de sectores de actividad, para obtener el óptimo del Producto Bruto, el empleo, el saldo de divisas y la inversión fue realizado en 1961 por Héctor J. C. Grupe, Angel Monti y Oscar Varsavsky.
Dos políticas
La crisis está lanzada y uno, de tanto leer historia y economía, se siente como obligado a aportar alguna idea. Yo no tengo ninguna pero acaso sirva codificar lo que dicen otros. La crisis se compara con la de los años treinta. Aquella empezó con el derrumbe de la Bolsa de Nueva York. Duró tanto que abarcó dos períodos presidenciales, y cada uno la encaró de modo distinto. Al estallar, el 24 de octubre de 1929, presidía los EE.UU. Herbert C. Hoover, que no tomó ninguna medida contra la crisis. Era fundamentalista de mercado, y aconsejaba esperar, pues el ciclo era parte del sistema, y con él los auges y las depresiones, que naturalmente volvería la recuperación. Cuando su presidencia concluía, en 1932, la depresión era más fuerte que nunca, se esfumó la esperanza de Hoover de reelección y concluyó su carrera política. Le sucedió Franklin D. Roosevelt, que emprendió el mayor programa de obras públicas encarado en los EE.UU., en especial su proyecto del Valle de Tennessee, de regulación hídrica y generación eléctrica, que dio empleo directo e indirecto a millones. Roosevelt fue reelecto cuatro veces. Como son para mí inescrutables los designios de la persona grande y poderosa que preside nuestros destinos, debo remitirme a los hechos. Hasta no hace mucho se daban empleos chatarra o magros subsidios a un corto número de desocupados. ¿Ahora qué? ¿No es un país sin seguridad social? También se anunciaron estas obras públicas: una gran muralla a lo largo del Paraná para contener las inundaciones, una base aeroespacial en Córdoba para el despegue de trasbordadores espaciales que permitirían el transporte hacia Japón en poco tiempo, una amplia red de autopistas en todo el país, una aeroísla en el estuario del Plata, un puente para llegar a Colonia, la limpieza del Riachuelo. Nada de ello se concretó, lo que lleva a pensar que, más que de Roosevelt, el gobierno sigue los pasos de Hoover. En 1932, a tres meses de las elecciones, se hizo una marcha sobre Washington y los veteranos de guerra acamparon en el Capitolio, dispuestos a no irse hasta conseguir canjear sus bonos por dinero en efectivo. Hoover pasó de la indiferencia al desalojo con tanques, tropas montadas, gas lacrimógeno y quema de carpas. Ya tenemos carpa en el Congreso, y habrá más. Hasta la Sociedad Rural anunció una marcha. ¿Cómo seguirá esta historia? ¿Un final como Hoover? ¿Un comienzo como Roosevelt?
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