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Jueves 30 de Septiembre de 1999
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El cazador de sonidos

JORGE LUIS FERNANDEZ

A abrocharse los cinturones: Brian Eno y el despegue de la música ambient “Si yo estuviera sentado en un aeropuerto a la noche, esperando para tomar mi avión, ¿qué música me gustaría escuchar?” A partir de este quimérico pensamiento, al no músico Brian Eno se le ocurrió una de sus más brillantes y famosas ideas: hallar un sustituto del soporífero muzak, versión de música pop enlatada y adulterada que entre los años cincuenta y setenta invadió salas de espera, ascensores, restaurantes, y demás espacios públicos occidentales. Eno creía “posible producir material (con ese fin) sin comprometer su calidad”, y como algunas personas tienen la facultad de convertir los sueños en realidad, en 1978 grabó Ambient #1Music For Airports, obra que en 1980 fue eventualmente instalada en el Aeropuerto La Guardia de Nueva York.
Conocido por el gran público como productor de U2 y –en menor medida– como subversivo del pop inglés, la raíz de su singular estilo deriva de una educación temprana en el arte conceptual. Eno estaba familiarizado con el minimalismo desde la adolescencia, y en 1975 fundó el sello Obscure, etiqueta que editó las primeras grabaciones de músicos contemporáneos como (entre otros) Gavin Bryars, Michael Nyman, y su propio Discreet Music. Pero sería Airports el álbum que acuñaría definitivamente el término ambient –palabra derivada del latín ambiens, y utilizada originalmente por John Cage: “Cuando ningún fin musical se presenta, el silencio deviene otra cosa. No silencio sino sonidos, los sonidos del ambiente”.
La musa inspiradora de Airports fueron los primitivos experimentos en cinta (tape loops) de Steve Reich, aspecto del cual Eno se considera, modestia aparte, un continuador. Básicamente su trabajo consistió en grabar por separado voces femeninas, piano y tonos de sintetizador sobre un gran número de cintas. Las mismas fueron luego cortadas en diferentes duraciones, de manera que al ponerlas a rodar al unísono, el comienzo y final de cada una nunca coincidía con el resto. El proceso llevó a muchos a pensar –alentados por declaraciones del propio Eno– que la música estaba librada al azar del sistema, cuando en realidad algunas secciones fueron posteriormente editadas y en cierto modo compuestas. Hazte fama de no músico, y échate a dormir. Es dudoso –aunque no imposible– que alguien haya llevado alguna vez una copia de Music For Airports a un aeropuerto. Pero cuan grande habrá sido la sorpresa de Eno al enterarse de que el ensamble de cámara Bang On A Can All-Stars realizaría una versión orquestal del disco en el aeropuerto de Stansted (Inglaterra), para conmemorar los 20 años de la grabación original. El hecho ocurrió en mayo de 1998, o sea que debieron pasar varios años para que el ambient efectivamente despegara. Pero aparte de esta curiosa transcripción, prácticamente todo el techno ambient aparecido a principios de los noventa es deudor de los criterios establecidos en Airports. El disco se ha integrado al panteón de los clásicos contemporáneos, y resulta irónico pensar que el sistema se originó como alternativa del entorno muzak. El azar una vez más coincidió con la suerte de Eno: un año después de sus reflexiones, Sony inventaba el walkman.



Alicia, ex Actitud María Marta, quiere ser chica MTV

Ya tiene la birome

P.P.

Cantante rabiosa de hip hop se hace VJ se MTV, será la noticia si Alicia Dal Monte –22 años, ex Actitud María Marta– gana las elecciones para el cargo. Eso dependerá de los televidentes, que pueden votar hasta hoy por uno de los cuatro finalistas seleccionados en uno de los castings más populares de la reciente historia de la televisión argentina. “Cuando llegué había una cola que daba vueltas, vueltas y vueltas. Igual me colé, avancé unos metros, y la onda cuando llegaba era... ‘A ver, llená acá. Poné tu nombre. ¡Foto! Hacé un gesto’. Yo decía ‘bueno, si no me llaman, por lo menos me llevé una birome’”, relata Alicia, sentada a la mesa de un bar junto a sus dos competidores argentinos (la cuarta es María Luz Romero Bravo, una “barbie” chilena, según la definición de los oponentes locales). Sebastián Muñiz, alias Berta (21 años, actor partícipe del film bizarro Plaga Zombie), y Einar Ulloa (19, aficionado a los deportes extremos) son los dos varones que pelean el puesto. “Yo tendría un estilo gótico”, bromea Berta, y Einar le resta importancia al asunto: “Cuando era chico, creo que trabajar en MTV hubiera sido mi sueño dorado. Ahora no: uno va madurando.”
Hoy Alicia, además del intento por presentar videos, integra Nación de Terroristas, una banda de “hip hop bien puro, nada de guitarras distorsionadas”. “Somos cuatro cantantes”, detalla, “y yo soy la única chica. Armamos todo con máquinas y salimos a tocar con la grabación, o con algún músico invitado”.
–¿Cómo te ves presentando un video de Backstreet Boys?
–Sólo lo presentaría. ¿Por qué no? Obviamente, a cada uno le gusta un estilo de música diferente, y le gustaría presentar videos de la música que le gusta. Pero acá hay que presentar videos de toda clase. A mí Backstreet Boys no me gusta, pero no me voy a poner en “iiiieeehhh...” (afecta la voz). Yo no voy a dejar de ser quien soy por hablar de un video de Backstreet Boys, Five o Ricky Martin. De hecho, el otro día tuve que cantar en karaoke un tema de Luis Miguel, y no me importó. Me acuerdo que una vez, trabajando en la barra de un boliche, un pibe se calentó conmigo porque no le quería dejar más barata la cerveza. “¡Eh! Al final es todo mentira lo que cantás”, me decía. Me imagino qué pensará esa gente ahora, si me ve cantando un tema de Luis Miguel por televisión.


El encanto de la nueva chica Powers

Heather, la bomba americana

M.P.

Fue una de las tantas caras bonitas de “Twin Peaks”, la adolescente romántica y saludable engañada por su novio en “Seis grados de separación”, un cadáver bien parecido en medio de una convención de policías en “Drugstore Cowboy”, pero la primera vez que la rubia y curvilínea Heather Graham se ganó un nombre propio fue con su personaje de la tan feliz, trágica y pornográfica “Boogie Nights”. Allí encarnaba a la inolvidable Roller Girl, una niña precoz y sexy, que no se sacaba sus patines ni siquiera para filmar la escena central de un buen film porno.
Con semejante antecedente, no es de extrañar que su próximo personaje inolvidable en su carrera en la pantalla grande sea nada menos que Felicity Shagwell (traducible como Cogebién, un apellido a tono con el universo sexópata y grosero de Mike Myers), la nueva chica Powers, coprotagonista de las nuevas aventuras de nuestro querido Austin, que se estrenan hoy en Buenos Aires bajo el título Austin Powers, el espía seductor. Y para presentarla nada mejor que reproducir su primer diálogo: “Me llamo Felicity Cogebien. Cogebien de apellido, coge muy bien según mi reputación”.
Nacida hace casi unos treinta años en California, a pesar de tanto sexo en celuloide, la historia de Heather comenzó en realidad en el seno de una familia profundamente católica, que llegó al punto de prohibirle a sus hijas ver “El Crucero del Amor”, porque –según los padres– fomentaba las relaciones sexuales extramatrimoniales. Aunque con semejante antecedente y su resultado profesional más de un psicólogo se haría un banquete, lo que realmente es de locura sobre la hermosa Heather es precisamente lo que lleva por fuera y no la procesión que va por dentro. En particular, durante cada centímetro del celuloide que ocupa en la película, en la que encarna una libertina agente secreto norteamericana que hace de contrapartida del lanzado espía sexy tan bien congelado y vuelto a descongelar. Joven argentino: ¡Prestar especial atención al vestidito de hilo que contiene sus formas mientras baila junto a Myers al son del tema que cantan Elvis Costello y Burt Bacharach! Ella y ellos, lujos que justifican una película fenomenalmente pop y con carcajadas aseguradas.