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La hora del sur

Por Pedro C. Sonderéguer *

Una cierta percepción de Buenos Aires (sin duda ya olvidada) ubicó, durante mucho tiempo, el sur de la ciudad hacia Adrogué, Mármol, Turdera, un área vecina al campo, pero todavía urbana, que de alguna manera era el par –más sencillo y más criollo– de Belgrano: más dotada de viejas casas de una planta, mirador, galería y menos palacetes de techos de pizarra, balaustradas, mansardas (para no mencionar otras glorias). Lo que aquí importa es el singular territorio que esa imagen reconocía y, de alguna manera, mantenía vivo: una ciudad que se extendía, parejamente, sobre las dos orillas del Riachuelo, conservaba una memoria de caminos de tierras altas (de Las delicias al Ditzie) y reconocía los mismos elementos de su forma urbana –quintas, molinos de viento en jardines rodeados de altos paredones, caballerizas–.

Una ciudad que ignoraba el cisma del ‘80, situaba su centro en el antiguo núcleo funcional y su eje en el Riachuelo. Imagen que se sostiene hoy, inesperadamente, por una acumulación de hechos relativamente recientes más que por la verosimilitud de una memoria parcial y quizás discutible. Si hoy es posible referirse a la unidad del territorio urbano de la cuenca del Riachuelo-Matanza es, sobre todo, por la renovada vitalidad del área.

Se afianzan en estos días las instituciones de alcance y sentido metropolitano (Comité de Cuenca, Ceamse, Corporación del Sur), se consolida un arco de universidades nacionales en el primer anillo suburbano (Quilmes, Lanús, La Matanza), crece la actividad portuaria en la desembocadura del Riachuelo y, al calor de un creciente interés por las condiciones del lugar (extensas áreas vacantes, infraestructura de transporte subutilizada, grandes equipamientos urbanos de alcance regional, bajo costo de la tierra), se multiplican los estudios, proyectos y emprendimientos sobre el territorio. Un encuentro interdisciplinario desarrollado a comienzos de mes en la Universidad Nacional de Lanús (Jornadas de Desarrollo Sustentable de la Cuenca del Riachuelo-Matanza, ver m2 del 14/10/2000) elaboró las siguientes conclusiones:

- Se concibe la Cuenca del Riachuelo-Matanza como eje vertebrador de gran potencialidad para el Area Metropolitana de Buenos Aires, una oportunidad de desarrollo social, económico y ecológico capaz de recuperar las potencialidades del conurbano sur.

- Esta oportunidad tiene en un posible corredor intermodal de transporte y movilidad (Dock-Sud/Aeropuerto de Ezeiza) una meta central para su rol regional.

- Para aprovechar esta oportunidad debe concebirse un Proyecto Integral de Desarrollo. En la línea de un modelo integral de sustentabilidad social y ambiental, debe enfatizarse la unidad de cuenca, en toda su extensión territorial y temática, superando las gestiones jurisdiccionales parciales o fragmentarias.

- El manejo integral de esta cuenca requiere de una decisión política que garantice su continuidad, y promueva un tejido amplio de participación del sector privado, las entidades intermedias e instituciones del conocimiento.

- Un programa de desarrollo productivo basado en conceptos innovadores de “asociatividad” y creación de “cadenas de valor”, fortaleciendo a las pymes, debe basarse en experiencias locales, impulsando políticas de capacitación al sector empresario, en la línea de experiencias como las desarrolladas por el IDEB (Instituto de Desarrollo Empresario Bonaerense).

Si hoy se perciben las consecuencias jurisdiccionales de la federalización de Buenos Aires como resultados no deseados de enorme impacto (en el régimen de propiedad, en el sistema económico, en la gobernabilidad urbana), puede decirse que la fuerza del sustento territorial y el peso histórico de la ciudad heredada se hacen sentir en la unidad de hecho de la cuenca, más allá de las divisiones jurisdiccionales. En estos mismos días, como en un eco de aquella antiguaunidad, los diarios anunciaron el remate de uno de los últimos cascos de estancia construidos a fines del XIX: el “castillo” de la estancia San Carlos, de la familia Guerrero, sobre la Ruta 210 hacia el sur, a menos de una hora (en auto) de la iglesia de Santa Felicitas.

* Arquitecto. Director de la carrera de Gestión Ambiental Urbana de la Universidad Nacional de Lanús.