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Jueves 6 de Abril de 2000
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Cine Insomnio

MARTIN PEREZ

Si te gusta el cine, llegó el momento de demostrarlo. Hoy se inaugura y mañana comienza la segunda edición del porteñísimo Festival Internacional de Cine Independiente, y entonces como buen cinéfilo deberías correr a conseguir el programa con todas y cada una de las ofertas diarias –más de cuarenta funciones– con las que podés empacharte de cine, y comenzar a marcar en él tu propio recorrido ideal de sala en sala. Siempre y cuando consigas entradas, claro. Consejo de amigo: a evitar los films de Lynch, Jarmusch, Scorsese y demás clásicos contemporáneos... No te empujes ahora, dentro de poco se estrenan en tu multiplex amigo y no hará falta pelear por ese último ticket. Hay muchas formas de disfrutar de un festival de cine, y una de ellas consiste en no correr detrás de la-película-que-no-te-podés-perder y dedicarse a los ciclos. Y en este caso los consagrados al norteamericano John Cassavettes (el director indie original), el español Julio Medem (cineasta apasionado y magistral) o Tsai Ming-liang (un Rejtman trágico made in Taiwan) no tienen desperdicio. Se recomienda tratar de ver más de una peli del ciclo elegido, y disfrutar comparándolas. O canchereando ante el que no vio ni una. Ahora bien, para los que sólo se quedan tranquilos con las recomendaciones puntuales, acá van diez pelis para este fin de semana. Se señala la primera exhibición, pero hay que revisar el programa porque se repiten. Que las disfruten.
* Golpe de Estadio, de Sergio Cabrera (Colombia). Farsa que narra cómo guerrilleros y soldados en medio del monte quedan hermanados frente al único televisor que funciona para ver el último partido de las eliminatorias para Estados Unidos ‘94: Argentina-Colombia. Una curiosidad. Viernes 7 a las 19, en Abasto 7.
* Gojitmal, de Jung Sun-woo (Corea). Film sobre la obsesión y el masoquismo. A no perdérselo. Viernes 7 a las 19.30, en Abasto 11.
* Ressources Humaines, de Laurent Cantet (Francia). Joven vuelve al pueblo para trabajar como ejecutivo en la misma fábrica que su padre. Crítica al ajuste salvaje a la francesa. Gran favorita en la competencia oficial. Viernes 7, a las 20, en Abasto 10.
* East is East, de Damien O’Donnell (Gran Bretaña). Comedia de paquistaníes en Londres, el film del año pasado en Inglaterra. Para los que se acuerdan de Ropa limpia, negocios sucios. Viernes 7 a las 23 en Abasto 10.
* RKO 281, de Benjamin Ross (Estados Unidos). Telefilm de HBO dirigido por joven cineasta estrella británico, sobre la filmación de El ciudadano. Forma parte del ciclo Welles, del que se recomienda no perderse la exhibición del restaurado Touch of Evil. RKO 281 va el viernes a las 16.45 en Abasto 12K; Touch... se exhibe el martes 11 a las 22 en la misma sala.
* The Filth and The Fury, de Julian Temple (Gran Bretaña). Documental sobre los Sex Pistols dirigido por el responsable del clásico film La gran estafa del rock and roll. Viernes 7 a las 23.30 en Abasto 7.
* Juha, de Aki Karismaki (Finlandia). Ultimo opus, mudo y en blanco y negro, de un genio del cine finlandés actual. Imperdible. Sábado 8 a las 21.45 en Abasto 9.
* Asfalto, de Daniel Calpasoro (España). Cuarto opus de la filmografía de uno de los niños rebeldes del cine español actual. Para investigar. Actúa la bellísima Najwa Nimri, la de Los amantes del Círculo Polar. Además de protagonizar todos sus films, Najwa es su esposa. Sábado 8 a las 21.30 en Abasto 6.
* Muertos de risa, de Alex de la Iglesia (España). El director de Acción Mutante y El día de la bestia reúne a Santiago Segura y El Gran Wyoming como Nino y Bruno, dos cantantes de antes sobreviviendo a veinte años de éxitos. Sábado 8 a la 0.30 del domingo, digamos. Cine Cosmos.
* Grass, de Ron Mann (Canadá). Investigación sobre el uso de marihuana en los Estados Unidos narrada por Woody Harrelson. Hay que verla. Domingo 9 a la 0.30 del lunes. Cosmos.


El auto-tributo de Grand Prix

Pole
position

JAVIER AGUIRRE

A pesar del descrédito comercial que tienen las bandas de pop rock en la Argentina, hay una que llegó al álbum propio después de batir un record: participar en tres discos homenaje. Es Grand Prix, que ha grabado versiones en los discos tributo a The Cure (“The Lovecats”), a The Smiths (“Girlfriend in a coma”) y a Charly García (“Quiero ver, quiero ser, quiero entrar”), convirtiéndose en los mimados de la crítica en cada caso. Además fue elegida por los galeses Super Furry Animals para compartir un simple que será editado en la Argentina y en el Reino Unido, a beneficio de una escuela de música de una comunidad galesa de Río Negro. Todo esto no debería sorprender, ya que los méritos musicales de este quinteto de power pop incluyen haberse aprendido muy bien las lecciones (tan pocas veces bien aprendidas) de la cátedra Beatles-Beach Boys-The KinksCostello-The Who. Nada menos.
Sutiles pero contundentes, y después de tanto tributo, los Grand Prix están grabando su disco debut, que según el chiste interno, es un tributo a sí mismos. “Los tributos cumplen la función que en otros lugares tienen los simples; son una buena forma de mostrar la identidad de una banda nueva”, dice el cantante y guitarrista Sebastián Rubin (a quien acompañan el violero Sebastián Arpesella, el bajista Charly Campos, el baterista Agustín Casalía y el tecladista Pablo Font). “Nos encantó participar en esos tributos, pero ya es suficiente. Ahora viene nuestro disco, es un paso natural.” Rubin no tiene ningún problema a la hora de definir a su banda: “Lo que nos importa son las melodías, pero tenemos una formación de rock. Y no nos achicamos, no la jugamos de banda low-fi. Tocamos rock, hacemos canciones, y si queremos, podemos meter una orquesta de cuerdas o sonar como los Who. Nuestro disco va a sorprender a mucha gente”. Todo está por verse.


Largo es el otoño
con el Sr. Gillespi
Por los rincones de la patria. Hoy: Misiones

La semana pasada tuve que viajar a Misiones por razones laborales. Fue mi primera visita a ese espectacular lugar, y fue allí, después de cuatro días de miniturismo, donde pude llegar a estas reflexiones. Cuando uno piensa en Misiones, lo primero que aparece en la mente es la imagen de las Cataratas del Iguazú con toda su maravillosa belleza. Lo segundo es la foto de los 25 tipos de venenosas yararás que esperan a los estúpidos turistas (como yo) que llegan a la selva creyendo que es un decorado de la última película de Spielberg.
Lo más emocionante de Misiones es, sin duda, la ruta. Una especie de montaña rusa natural, donde la vegetación imponente, las constantes subidas y bajadas y los cientos de miles de gigantescos camiones imposibles de pasar se conjugan para darle la cuota de aventura que uno está buscando. Un capítulo aparte son las simpáticas arañas del tamaño de un sombrero mejicano que cruzan la ruta constantemente. ¡Ver para creer!
(Recomiendo para la gente de buen comer el asado de araña para seis personas. Es espectacular.)
No obstante, uno llega finalmente (si es que tiene suerte y un bidón de suero antiofídico a mano) al límite extremo de nuestro país, a la parte más bella, y también al punto tripartito en donde confluyen los tres países (Argentina, Brasil y Paraguay), es decir: Puerto Iguazú, Foz do Iguazú, o como quieran llamarlo.
Es muy llamativo cómo en una esquina, prácticamente, confluyen tres culturas completamente distintas. Por un lado los paraguayos, con todas sus ofertas de “típicos productos regionales”, como cámaras de fotos, calculadoras, perfumes y botellas de whisky. Por el otro los brasileños, con su amabilidad habitual, colgándose del auto en movimiento, ofreciendo miles de cosas en un idioma incomprensible (la única frase que entendí fue “arriba las manos...”) y con sus fantásticos manjares gastronómicos a base de pollo frito, papas fritas, cebolla frita, choclos fritos, porotos fritos, pan frito y aceite de freír frito. Está en nosotros elegir la mejor opción. (Es decir, si queremos entrar en el narcotráfico internacional, en la trata de blancas y bebés, o en el contrabando organizado.)
En definitiva, si hay algo que tenemos en común con nuestros hermanos latinoamericanos, es nuestra idiosincrasia. Una prueba de esto fue cuando el gendarme argentino de la frontera me dijo: “No hable con nadie, no vaya a ningún lado que lo inviten, no detenga nunca el auto y no abra las puertas por ningún motivo.” Hasta ese momento pensaba que iba a extrañar la Argentina, pero fue en ese instante cuando me dije: “Ahora sí, me siento como en casa”.
Nota del autor: Esto es un relato humorístico, y no está en mí ridiculizar, ni discriminar, ni burlarme de la gente de Misiones, ni de nuestros hermanos de otros países, simplemente es una visión humorística de los hechos.