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Jueves 20 de Abril de 2000
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RAFAEL VELJANOVICH, OMBUDSMAN DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES

No hay trabajo, el que hay está mal pago, los colectivos echan un humo cada vez más negro y la humedad... En medio de este estado de cosas, con las nubes del no future flotando sobre nuestras cabezas, la tarea del Defensor del Pueblo, desde su título, parece de ciencia ficción. He aquí la historia del hombre de 30 años puesto en función para hacerse cargo de los reclamos de los ciudadanos porteños frente al gobierno. Suerte y... ¡socorro!

TEXTO:JAVIER AGUIRRE
FOTO:TAMARA PINCO


Ser ombudsman, o en todo caso defensor del Pueblo, suena más a superhéroe de historietas que a funcionario público. Sin embargo, Rafael Veljanovich no usa calzas ni capa roja, sino que a los 30 años está al frente de uno de los organismos públicos más especiales: la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires. La principal función de la institución es proteger los derechos de los habitantes de Buenos Aires, tarea que incluye controlar a las empresas de servicios públicos y al gobierno. Por eso no depende del gobierno, sino de la Legislatura porteña.
Veljanovich llegó a la Defensoría en 1998, a los 28 años. Antes no había desempeñado ningún cargo público, venía de la militancia estudiantil a través de Franja Morada, primero durante el secundario (en el Nacional Buenos Aires) y después en la facultad (es licenciado en Ciencias de la Comunicación, egresado de la UBA). En 1996 fue presidente de la Federación Universitaria de Buenos Aires (FUBA), hasta que en 1998 asumió el cargo de defensor adjunto. “Como el gobierno es el principal controlado por la Defensoría, me tuve que desafiliar de la UCR, ya que el defensor no puede estar afiliado al partido oficialista”, explica.
Se queja de no poder zafar del saco y la corbata, y no resulta difícil imaginárselo en una de las acaloradas y polémicas asambleas que tantas veces cortan la calle Marcelo T. de Alvear, a la altura de la Facultad de Sociales. Sin embargo, para él ahora las acaloradas y polémicas discusiones son otras. Por ejemplo, semanas atrás, en el programa de Mariano Grondona, Veljanovich se vio cara a cara, como defensor del Pueblo, con uno de los nombres más sospechados de la administración menemista: Víctor Alderete, ex interventor del PAMI. La invitación de Grondona hizo dudar al ex militante universitario: “Tuve el dilema de ir o no ir. Ibamos a ser sólo él y yo, y sentí el riesgo de estar jugando en un terreno que no me era propio. Pensaba: si yo voy, ¿no estaré legitimándolo a él? Pero me decidí por ir porque iba a tener la posibilidad de decirle en la cara las cosas que hubieran querido decirle millones de personas. Yo había visto decenas de abuelos y abuelas con cáncer, a los que les dejaron de entregar los medicamentos oncológicos. Por eso no me callé nada, aunque creo que no le hablé con toda la crudeza que hubiese querido. En términos humanos, me hubiese gustado putearlo en cámara. Pero, de hecho, cuando terminó el programa lo reputeé en la cara. Es un tipo tremendamente cínico, te genera una cosa... Pero si yo me hubiera sacado en cámara, hubiese sido negocio para él. En el terreno de la puteada y el escándalo, él la hubiera podido empardar. Me pareció poco inteligente usar el espacio en TV para putearlo. Sentí que era mejor tomarme un valium, o un lexotanil, afrontar el debate con más tranquilidad, y decirle las cosas en la cara. Como presidente de la FUBA le hubiera dicho las mismas cosas de otra manera, pero es distinto el lugar del dirigente universitario que el de funcionario público, por la investidura. En una asamblea en la facultad hubiera sido distinto”.
Más allá del Alderete Incident, la tarea de defensor del Pueblo tiene ocupaciones amplias y muy distintas. “Iniciamos investigaciones a partir de quejas o reclamos que hace la gente”, explica Veljanovich. “La mayoría de las denuncias son por problemas en la vía pública (ocupación de espacios verdes, ruidos molestos, autos abandonados, raíces de árboles que rompen veredas, etcétera) o en defensa de derechos del consumidor, como las quejas de usuarios de servicios públicos”.
Una de las preocupaciones que afectan a la Defensoría es la baja cantidad de denuncias recibidas por parte de jóvenes. “La mayoría de los reclamos vienen de gente mayor –dice Veljanovich–. Los jóvenes no hacen denuncias, pero no porque no tengan problemas, sino porque no identifican a la Defensoría como un lugar para llevar los reclamos. Además, siempre que se piensa en los problemas de los jóvenes se termina hablando de los patovicas de los boliches. Y el tema patovicas es un problema, sí, pero no es el único. Hay otros más importantes y a los que se les da menor atención. Hay muchos chicos viviendo en villas de emergencia, o siendo sostenes de familia, que ni siquiera pueden pagar la entrada para un boliche.”
Político al fin, Veljanovich apunta a los posibles problemas de los lectores del No: “Un tema grave es la dificultad del acceso de los jóvenes a la vivienda. Sacar un crédito se les hace casi inalcanzable, porque son muy pocos los que tienen un sueldo alto y estable. Los trabajos suelen ser inestables y mal pagos. O sea que es muy difícil que un banco le dé un crédito a un joven. Estamos tratando de conseguir líneas de crédito para jóvenes, que no tengan los mismos requisitos que se le piden a un tipo de 45 años”.
La llegada de una denuncia a la Defensoría puede desembocar en inspecciones, investigaciones y pedidos de informes. Pero... ¿la acción tarda tanto como cualquier procedimiento judicial? Responde el defensor adjunto: “Actuamos en el menor plazo posible. Los problemas vecinales se tratan de solucionar bien rápido, porque no tiene sentido que si alguien sufre en su edificio un ruido molesto hoy, se ocupen del tema dentro de cinco meses. Pero hay otras cuestiones que llevan más tiempo, como aquéllas en las que están implicadas las empresas de servicios públicos. Hasta el año pasado, vos hacías un reclamo ante las telefónicas y tanto las empresas como los organismos supuestamente de control tenían calcadas las resoluciones que denegaban cualquier protesta. Ahora la estamos peleando. Tiene mucho que ver el calor social que hay detrás de cada denuncia, el nivel de presión que mete la gente. Cuanto más personas son las afectadas por una cuestión, más fuerza tiene el reclamo”. Así que está claro. La maravillosa vigencia de aquel viejo y conocido refrán: la unión hace la fuerza.

Aquí está tu denuncia

Las denuncias, consultas y reclamos ante la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires son totalmente gratuitos. Se pueden hacer personalmente en Venezuela 842, por teléfono o fax al 4338-4900, o bien por e-mail a [email protected].
Veljanovich explica algunos de los casos en los que se puede recurrir a la Defensoría: “No hace falta que sea por una denuncia clásica, hay muchas cuestiones diferentes. Un chico pudo haber tenido una detención policial indebida, un problema en el contrato de su trabajo, un inconveniente en la escuela, o quizás necesita ayuda para hacer su currículum. No es sólo cuestión de denuncias y expedientes. La idea es apoyar. No somos gestores, no te decimos ‘volvé en diez días que nosotros te resolvemos el problema’. Pero sí te vamos a ayudar para que vos lo resuelvas. Te vamos a dar herramientas para que la pelees”.