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ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
11 NOVIEMBRE 2001








 BUENA MONEDA
Por ALFREDO ZAIAT


La República del Mañana

Se reunieron en una coqueta oficina en Nueva York, hace dos sábados, inversores poderosos, funcionarios del FMI y de la administración Bush, académicos, analistas de calificadoras de riesgo y abogados. Convocados por la Universidad de Carnegie Mellon, participaron de un juego de simulación por computadora sobre los efectos de una cesación de pagos en un país con elevado endeudamiento. En esa casa de estudios trabajan los economistas malditos para Domingo Cavallo, Allan Meltzer y Adam Lerrick, quienes fueron unos de los primeros en proponer el “default constructivo” para Argentina. Pamela Druckerman, del The Wall Street Journal, describió con sutil ironía ese encuentro en el que, para cuidar las formas, Argentina fue rebautizada como la República del Mañana, renombrada así porque, según los organizadores y sin esconder cinismo, es un país “donde las decisiones difíciles siempre parecen ser dejadas para mañana”. El ejercicio se desarrolló con inversores tomando posiciones sobre bonos de esa república ficticia hasta que el funcionario Del Mañana, representado por el ex secretario de Hacienda mexicano José Angel Gurría, lanzó una oferta de recompra de toda la deuda a un precio mínimo. Así provocaron fuertes quebrantos en algunos fondos de inversión. Esa es la estrategia que proponen Meltzer y Lerrick: reestructurar la deuda mediante una recompra masiva de los bonos a un valor mínimo con dinero aportado por el FMI.
Aunque a Cavallo lo irrita sobremanera la recomendación de esos dos economistas conservadores, la vía de la recompra de bonos o de un fondo de intervención con las garantías del FMI, BM y BID es la opción probable para la reestructuración de la deuda en el tramo internacional. Hasta llegar a esa instancia, en el caso de que se concrete, antes tendrá que superar varios obstáculos. Y el principal no es concluir el canje de deuda local, ni el acuerdo con los gobernadores o la aprobación del Presupuesto 2002. Todo ese andamiaje de supervivencia no servirá de nada si no frena la persistente fuga de capitales.
La constante sangría de depósitos va minando las bases de un sistema financiero cada vez más débil. Las exorbitantes tasas de hasta el 66 por ciento anual en pesos, informadas por el Banco Central, que las entidades pagaron por sumas de más de un millón, reflejan desesperación. Caída de depósitos, crecimiento de la morosidad en los créditos otorgados al sector privado, inmovilización de activos que provocará el canje de bonos por préstamos garantizados y cancelación de líneas de asistencia del exterior son un coctel explosivo. Los depósitos totales están en niveles similares a los días previos al último paquete de salvataje del FMI.
En apenas dos meses se diluyó esa asistencia extraordinaria que, en realidad, sirvió para aceitar la perseverante fuga de capitales. Huida que se refleja también en el deterioro inquietante de las reservas. No está de más recordar que cuando un país con tipo de cambio fijo malogra reservas pierde, además, capacidad de maniobra en una crisis, lo que desemboca en un final previsible. Para los curiosos que quieren saber esos desenlaces se recomienda buscar en los archivos qué pasó en las crisis financieras de México, Tailandia, Indonesia, Corea, Rusia y Brasil.
Aunque para muchos suene una herejía, para ciertos economistas resulta imprescindible no perder más tiempo en la redefinición de la apertura financiera, si el objetivo es atenuar los daños en la economía. El derroche de reservas para financiar la fuga de capitales es irresponsable con costos elevadísimos para los sectores más desprotegidos. El país debería sentarse sobre sus reservas, recomiendan, con todo lo que implica para un esquema de convertibilidad, puesto que esos dólares son el único capital inmediato con que cuenta el Estado para pensar una estrategia de crecimiento.