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1 Malversaciones
Nada nuevo hay bajo el sol? ¿El libre mercado asegura un
óptimo social? El siguiente caso le ayudará a contestar
Sí o No. En su momento, el Gobierno (al desconocer el monto
exacto de sus aportes jubilatorios) indujo a los trabajadores a
depositar su aporte jubilatorio en las AFJP, y puso obstáculos
para desalentar que la elección pudiera revertirse. Se suponía
que la mitad de los fondos reunidos podrían absorber títulos
de la deuda pública, y así ocurrió, convirtiéndose
en los acreedores locales de la deuda pública externa. La
otra mitad se invertía en títulos según el
consejo de un Comité de Crédito. Esta semana, Marcelo
Zlotogwiazda reveló que una de las cuatro principales AFJP,
propiedad de un banco estadounidense, venía haciendo ganancias
en negro con el dinero de los depositantes. El método era
hacer una inversión previa de los fondos recibidos: si la
cotización subía, la ganancia era acreditada a otra
entidad, y a la AFJP sólo el aporte de los afiliados; si
la cotización bajaba, la pérdida se cargaba a la AFJP.
Tal operatoria la ideó un célebre economista, Richard
Cantillon, socio en París del banquero John Hu- ghes. Su
negocio era comprar y vender títulos con el dinero de depositantes
ingleses emigrados. Al morir Hughes el 29 de mayo de 1723, su viuda
Esther Grindall reclamó a Cantillon su parte, lo cual destapó
que Cantillon contabilizaba las ganancias en su cuenta particular
y las pérdidas en el Banco Cantillon & Hughes. Cantillon,
luego de secuestrar los libros contables, fue obligado a presentarlos,
se pidió su captura, fue preso, etcétera. Con todos
en contra, harto de litigios, simuló su muerte en la noche
del 14 de mayo de 1734, incendiando su casa en Londres, con un cadáver
que se suponía de él mismo, a raíz de lo cual
desapareció el nombre de Cantillon de la sociedad europea.
El día previo había retirado de su banco 10 mil libras
esterlinas, una suma enorme para la época. Aunque poseía
en su casa objetos preciosos, entre las cenizas no se hallaron gemas
ni platería. Al poco tiempo, en Surinam, colonia holandesa
en Sudamérica, se presentó el 11 de diciembre de 1734
en Paramaribo un Chevalier de Louvigny, con gran cantidad de guineas
de oro y valores, además de numerosos papeles de Cantillon.
El gobernador ordenó su comparecencia, pero huyó en
un barquito con cuatro esclavos, abandonando sus papeles. Todavía
lo están buscando.
2 Cría
cuervos
Antes de 1935, las distintas funciones de un Banco Central, tales
como regular la cantidad de dinero circulante, otorgar redescuentos,
ser prestamista de última instancia a los bancos, agente
financiero del gobierno, etc., estaban dispersas entre distintos
entes: el Banco de la Nación, la Caja de Conversión,
la Comisión de Control de Cambios, etcétera. La reforma
bancaria de 1935 creó el Banco Central de la República
Argentina, que reunió todas las funciones en un mismo ente.
Como dato histórico, el BCRA se instaló en la sede
de la Caja de Conversión, con frente a la calle San Martín,
edificio que continúa intacto y dice Banco Central
de la República Argentina donde antes decía
Caja de Conversión. En 1991, la ley de Convertibilidad,
al atar la cantidad de dinero a la cantidad de reservas en dólares,
le quitó al BCRA la función de control de la cantidad
de moneda, vale decir, la política monetaria. Además
cesó como prestamista de última instancia a los bancos
y se le prohibió prestar al gobierno. Fue una suerte de desguace
del BCRA, que gráficamente equivalía a restaurar la
fachada de 1930. Los bancos argentinos, sin prestamista de última
instancia, quedaron en pie desigual con la banca extranjera. La
banca más funcional al régimen de caja de conversión
es la extranjera, que tiene en sus casas matrices a prestamistas
de última instancia. Esto era sabido en 1991 y el gobierno
favoreció la desnacionalización de la banca: igual
que obró Martínez de Hoz en 1976 con la industria
argentina, dejó que el mecanismo darwiniano del mercado completase
la obra. Los bancos sobrevivientes, tal como se hizo con las AFJP,
fueron obligados a asociarse a bancos extranjeros, para ser
más sólidos. Con un BCRA desguazado, la banca
extranjerizada, sin política monetaria ni cambiaria, el gobierno
no cumple con propios ni extraños. Por milagro, quedaron
el Banco Nación y el Provincia sin privatizar/extranjerizar
y hoy, por una decisión política, mucho productor
inundado, también ahogado por deudas, no pierde su campo.
Del otro lado, la banca extranjera, tenedora de gran parte de la
deuda externa argentina, no atada sino al afán de lucro,
es indiferente al ahogo del Gobierno, y no retrocede un solo punto
en el reclamo de los intereses de la deuda. Por coincidencia, el
mismo funcionario que extranjerizó los bancos, hoy les pide
que accedan a bajar los intereses. ¿Calavera no chilla?
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