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ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
02 DICIEMBRE 2001








 EL BAUL DE MANUEL
 por M. Fernandez López

1
  Babilonia

Babilonia basó su economía en la explotación agrícola de los valles inferiores del Tigris y el Eufrates. El Tigris, por fusión de las nieves en las alturas del norte y este, crecía a fin de marzo y comienzo de abril, y la inundación de sus riberas podía provocar grandes daños en la región de Bagdad y sureña. El Eufrates crecía durante la bajante del Tigris; el daño en ese caso no se debía a la violencia de la correntada sino al depósito salino que una crecida temporaria dejaba en la superficie. El método de riego estaba a cargo de gente avezada, que encauzaba las avenidas fluviales y evitaba la erosión del suelo. Para ser eficaz, la irrigación requería un sistema de drenaje. Ello se resolvía en parte impidiendo las crecidas mediante sistemas de canales, capaces de absorber lo más posible de la crecida, lo que a veces se lograba desviando el Eufrates al norte de Babilonia. Los canales derivadores eran alimentados por máquinas simples. El auge y declinación de las ciudades se conectaba con la apertura o cegamiento de los canales. Su obstrucción hacía que el lecho y riberas del río se elevasen a una altura muy por encima de la planicie, y sólo se evitaba con la limpieza anual, que se aseguraba obligando a los municipios y terratenientes ribereños. En Babilonia, el título de irrigador era un sello de honor para un rey, como el de pontífice para un Papa. La dinastía Hammurabi aseguró la correcta irrigación merced a una administración personal con mano dura. Hacia el siglo XVIII a.C. floreció el comercio en Mesopotamia, con prácticas bancarias, préstamo a interés y letra de cambio. El desarrollo mercantil y la trama de intereses, junto al deseo del rey babilonio de fomentar en su propio interés político y fiscal la seguridad jurídica del comercio, pueden haber sido los motivos del código Hammurabi, el más antiguo del mundo. Regulaba: mantenimiento de canales, contrato laboral o de arrendamiento, intercambio comercial, aplicación del talión para compensar en especie daños materiales, protección de los miembros de la familia y sus bienes, etcétera. Fijaba límites al pago de intereses. Dice el art. 48: Si un hombre ha estado sujeto a una obligación que conlleva intereses y si la tormenta ha inundado su campo y arrebatado su cosecha, o si, carente de agua, el trigo no creció en el campo, este año no dará trigo al acreedor, sumergirá en agua su tableta y no dará el interés de este año.

2  Argentina

El problema económico argentino es moral, en cuanto lo moral se rige por valores, y los valores que rigen la acción pública están subvertidos: en lugar de dar primacía a la vida, a los valores humanos, se da primacía al capital, materia inerte. En esta economía de mercado la vida depende de tener un empleo justamente retribuido, y no rige hoy mecanismo alguno que asegure empleo a todos, con retribuciones justas y dignas. No se vela por la vida, en cuanto depende del empleo y el salario. Dice el sector público: primero pagaremos la deuda externa en su totalidad –más allá de intereses de usura y de lo ya abonado– y luego, hasta donde se pueda, pagaremos sueldos y jubilaciones. He ahí la subversión de los valores: no se dice no pagaremos sueldos y jubilaciones por debajo de un nivel de vida justo y digno, y abonaremos la deuda externa hasta donde permitan los recursos, sino exactamente lo contrario. En Babilonia, si el trigo no crecía, por sequía o inundación, se perdía la capacidad para devolver un crédito, y el acreedor debía destruir el contrato de préstamo, inscripto en una tableta de arcilla, sumergiéndola en el agua. Ningún cuerpo jurídico hubiera aceptado entregar vidas humanas a cambio de no poder generar el dinero necesario para pagar deudas pecuniarias. Y ésa es la situación argentina de hoy: se ha perdido la capacidad de exportar y obtener divisas genuinas, y ante el ahogo se reúnen sumas insuficientes exprimiendo los ya deteriorados medios de vida de quienes habitan estesuelo, con maltrato a los docentes, desprecio a los científicos, abandono a jubilados y enfermos, falta de estímulo a los estudiantes, y el lógico deseo de irse de todo aquel que adquirió alguna capacidad y no la puede ofrecer honesta y generosamente a su prójimo, y percibe que a nadie le importa. Los funcionarios –a sabiendas de que su cargo es efímero y luego tendrán empleo en la banca internacional– no buscan recursos donde los hay y los buscan donde no los hay, se olvidan rápido de su juramento de “cumplir y hacer cumplir la Constitución”, y que su autor, Juan Bautista Alberdi, en Sistema Económico y Rentístico de la Constitución Argentina (1854), señaló que el Estado debe extraer sus recursos de donde existe capacidad contributiva, no de los sueldos y jubilaciones. ¿Qué camino seguir? Antes que tocar una sola vida humana, ¿por qué no ir a los foros internacionales, y exigir un trato justo?