El gobierno del presidente Donald Trump tuvo ayer su primera crisis en el Gabinete ante la renuncia de su consejero de Seguridad Nacional, Michael Flynn, en medio de crecientes llamados por una investigación completa de lo ocurrido con respecto a sus contactos con Rusia.

En la madrugada de ayer el general retirado Michael Flynn presentó su carta de renuncia, que fue aceptada de inmediato, para tratar de apaciguar una crisis derivada de una conversación que mantuvo en diciembre pasado con un diplomático ruso. El portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, dijo que la confianza de Trump en Flynn se había erosionado al punto de que el presidente sintió que debía hacer un cambio, y por ello pidió al general Flynn su renuncia. Por su parte, una de las principales consejeras de Trump, Kellyanne Conway, había explicado que Flynn renunció porque mintió acerca de sus contactos con Rusia y la situación se hizo “insostenible”. “Engañar al vicepresidente (Mike Pence) fue realmente la clave aquí”, dijo Conway en una ronda de intervenciones en varias cadenas de televisión, y agregó que Flynn decidió que lo mejor era renunciar porque él mismo “sabía que se había convertido en un imán para problemas”.

De acuerdo con Spicer, Trump estaba muy preocupado al saber que el general Flynn había ocultado información al vicepresidente Mike Pence sobre su diálogo con el diplomático ruso. En esa conversación Flynn dialogó con el embajador ruso en Washington sobre las sanciones que Washington aplicaría contra Rusia, pero no informó adecuadamente del tenor del diálogo a Trump ni a Pence. En su carta de renuncia, Flynn apuntó que transmitió sin querer al vicepresidente electo y a otros información incompleta sobre sus conversaciones telefónicas con el embajador de Rusia en Washington, Sergei Kislyak. “Desafortunadamente, por el ritmo de los acontecimientos, informé involuntariamente con información incompleta al vicepresidente y a otros sobre mis llamadas con el embajador ruso”, escribió el militar en el texto de su dimisión. Flynn, sin embargo, defendió que este tipo de conversaciones son una práctica estandarizada en cualquier transición de tal magnitud y que tenían el fin de facilitar una transición fluida y empezar a construir una relación necesaria entre el presidente, sus asesores y líderes extranjeros.

De inmediato, Trump nombró otro general retirado, Joseph Kellogg, para ocupar interinamente el puesto de consejero de Seguridad Nacional, añadió la Casa Blanca. Kellogg es uno de los tres favoritos para quedarse  con el cargo. Los otros dos son el vicealmirante Robert Harward, un ex comandante adjunto del Comando Central estadounidense, y el general retirado David Petraeus, ex director de la CIA. Petraeus había renunciado a la conducción de la CIA luego de un escándalo por haber compartido información secreta con una amante, una periodista que escribía un libro sobre él. Petraeus fue condenado a dos años de libertad condicional, que vencen en abril próximo.

En un mensaje en la red social Twitter, Trump criticó el lunes las “filtraciones ilegales” de su casa de gobierno. como la de las conversaciones de Flynn con el embajador ruso. “La verdadera historia acá es por qué hay tantas filtraciones ilegales en Washington. ¿Estas filtraciones ocurrirán cuando yo tenga que tratar con Corea del Norte?”, escribió el mandatario, haciendo referencia a la crisis mundial  luego de que Pyongyang lanzara un nuevo misil de medio alcance con capacidad nuclear. 

Por su parte, el presidente de la cámara baja del Congreso, Paul Ryan, defendió el pedido de renuncia de Flynn, después de poco más de tres semanas desde la investidura del nuevo gobierno. “No podemos tener un consejero de Seguridad Nacional que da informaciones incompletas al vicepresidente y a otros. El presidente hizo lo correcto al pedirle la renuncia”, apuntó. Para agravar el cuadro, fuentes oficiales dijeron al diario The Washington Post que en enero la entonces secretaria interina de Justicia, Sally Yates, había informado a la Casa Blanca sobre el contenido de la conversación entre Flynn y Kislyak.  Yates alertó a la Casa Blanca que la situación dejaba a Flynn expuesto a chantajes de la inteligencia rusa.

En este escenario, ayer se multiplicaban las presiones para que se realice una investigación completa sobre el incidente para determinar la responsabilidad de la Casa Blanca. Nancy Pelosi, líder de la bancada del Partido Demócrata en la Cámara de Representantes, pidió una investigación porque dijo que los estadounidenses merecen saber la extensión de la influencia financiera, política y personal de Rusia sobre el presidente Trump. A su vez, el legislador conservador Roy Blunt, integrante del Comité de Inteligencia en la Cámara baja, defendió que el comportamiento de Flynn sea investigado. 

En tanto, el titular de ese Comité, el legislador Devin Nunes, apuntó que era necesario saber por qué agentes de la inteligencia estadounidense interceptaron una llamada telefónica de Flynn y luego pasaron la transcripción a la prensa. “Espero que el FBI me explique qué está pasando, y espero también que tengan una buena respuesta”, comentó. Para la senadora Demócrata Elizabeth Warren (a quien Trump suele llamar irónicamente Pocahontas), lo ocurrido no es normal. “Trump debe a los estadounidenses un informe completo de sus relaciones con Rusia”, señaló.