Hay un elefante en el salón, y Danny Boyle es feliz de advertirlo. Es la primera vez que el director se presta a una ronda de entrevistas desde que se bajó del proyecto Bond 25 debido a “diferencias creativas” con los herederos de Albert R. Broccoli. Y, si ha tenido un día difícil enfrentando preguntas relacionadas con el supuesto revuelo de plumas, la sonrisa con que recibe a los periodistas no lo delata. “Simplemente no estuvimos de acuerdo con cómo se estaba desarrollando el guión”, dice este mancuniano de 62 años mientras se sirve una tajada de melón en su habitación de hotel londinense. “Creo que, obviamente y siendo ellos quienes son, querían hacerlo a su manera, y un director debe aceptarlo y seguir adelante. Pero yo tengo una relación con mi guionista que es bastante intensa, apasionada y leal y no lo iba a cambiar, porque realmente me gustaba lo que estaba haciendo. Nuestra idea era buena, pero ellos no pensaban lo mismo”.

El socio guionista a quien Boyle se refiere es John Hodge, el nativo de Glasgow con el que ha colaborado seis veces desde su debut en Tumbas al ras de la tierra, en 1994. Aleja cualquier sugerencia de que su guión pueda ser reformulado para algún film futuro de James Bond (“No lo creo”, dice, solo un poco derrotado), pero se rehúsa a divulgar qué fue lo que produjo la ruptura con la gente de Eon Production. Después de todo, son dueños del guión y aún podrían usar algunas de sus ideas (los rumores sobre la trama van de “una Guerra Fría de la era moderna” a la muerte del Bond de Daniel Craig).

No hay dudas de que James Bond podría asimilarse con fácil dignidad al panteón de personajes heroicos y a la vez problemáticos de Boyle. Y sí, sus héroes siempre son masculinos. Sea al retratar a los adictos de Escocia (en Trainspotting), los niños asediados por la pobreza en Mumbai (¿Quién quiere ser millonario?) o un alpinista literalmente encajado en una roca inaccesible (27 horas), Boyle cree que sus películas, a pesar de sus diferentes géneros, tratan siempre sobre la misma cuestión: “Gente que se embarca en una búsqueda heroica para sobrepasar dificultades aparentemente invencibles”.

Aunque el espía de Ian Fleming no quedará agregado a esa particular lista, Jack Malick sí. Es el personaje principal que interpreta Himesh Patel -previamente conocido por encarnar a Tamwar Masood en la serie de BBC EastEnders— en el nuevo film de Boyle, Yesterday (aún sin fecha de estreno definida en la Argentina). Con un guión escrito por Richard Curtis, Yesterday le pide a la audiencia que imagine un mundo en el que The Beatles fueron completamente erradicados de la memoria de todos, excepto en la de una veinteañero aspirante a cantautor.

Como era de esperarse, Boyle es un gran fanático de The Beatles, y define a Yesterday como “una película que funciona, decente, con la más extraordinaria música del mundo”. Entre las 17 canciones que aparecen en ella está “Back in the USSR” (apertura del White Album), el título de George Harrison “Here comes the sun” y una notable rendición de “Help”; todas ellas fueron aprobadas por Paul McCartney y Ringo Starr. A diferencia de otras películas que presentan música del grupo (Nowhere Boy, A través del universo), Yesterday pidió a los miembros sobrevivientes que dejaran a un lado todo ego que puedan tener después de 50 años. “Paul y Ringo dieron su aprobación a una película que trata de ellos desapareciendo”, dice Boyle entre risas. “¡Ese es su sentido del humor! A John le hubiera encantado”.

En términos de su debate central -¿es moralmente condenable que Jack presente las canciones de The Beatles como propias, o “rescatarlas” es su obligación cultural?-, Boyle prefiere la segunda opción, y dice que sería feliz de reclamar la propiedad de películas de otras personas si la memoria de su influencia desapareciera de un día para el otro. “No tendría ninguna duda”, dice. “Una con la que lo haría es Apocalypse Now, porque filmaría eso con bastante fidelidad en caso de tener los recursos, aun cuando no tuviera puntos de referencia”.

Cabe preguntarse si podría hacerle justicia. En entrevistas pasadas, Boyle ha mostrado dudas sobre su kinético estilo directorial, mucho más de lo que los críticos suelen mostrar sobre su obra. Boyle es un cineasta que, salvo por un par de pasos en falso (Vidas sin reglas, por ejemplo), siempre está en el campo de las reseñas positivas. Se puede, entonces, hacer la pregunta: ¿Cree que es un buen director? “No. No creo que lo sea. Estoy muy orgulloso de lo que he hecho y no soy un negado, pero reconozco a un buen director cuando lo veo”. Nicolas Roeg y Francis Ford Coppola están entre sus favoritos.

Con sus gafas rectangulares, Boyle es un tipo afable y charlador, que lanza frecuentes risas y, tal como sugieren sus películas, no le teme a las malas palabras. Su carrera no ha mostrado signos de diluirse tras la impecable combinación de Tumbas al ras de la tierra y Trainspotting, películas que en los años noventa lanzaron al estrellato tanto al director como al actor Ewan McGregor. En las dos décadas que siguieron, dirigió la película de horror zombie 28 días después (2002) –según revela, está trabajando junto al guionista Alex Garland en un tercer capítulo, ver aparte-; hizo el thriller de ciencia ficción Sunshine (2007); ganó un Oscar al Mejor Director por ¿Quién quiere ser millonario? (2008) y estrenó la tripera Trance (2013). En 2015 firmó el drama biográfico Steve Jobs, en el que Michael Fassbender encarnó al cofundador de Apple. A pesar de sus buenas críticas y dos nominaciones al Oscar, se ubica injustamente entre sus mayores decepciones de taquilla.

Por fuera de esas películas, sólo un título ha presentado un personaje femenino que aparece en pie de igualdad con el protagonista masculino: Rosario Dawson en Trance. El hecho no pasa inadvertido para Boyle, aunque no es un déficit que piense cubrir en lo inmediato. “Te sentís un poco... obviamente que tenés una preocupación y es una preocupación creciente, especialmente en este momento. No quiero ser un director hombre que una película protagonizada por una mujer, porque me sentiría un impostor. Ciertamente lo tengo presente. Mis programas televisivos favoritos en este momento son Fleabag y Gentleman Jack. Si Suranne Jones no gana cada maldito premio posible por Gentleman Jack, no sé qué carajos está pasando en la industria”.

De vuelta al punto: ¿siente algún tipo de presión por hacer una película con una protagonista femenina? Quizá Suranne Jones amaría estar en uno de sus films. “La única presión viene de mis hijas”, dice él. “Pero en este momento estoy planeando otra película, que trata de dos hombres... y son las únicas personas en ella”. Revolea los ojos. “Lo sé, lo sé, me estoy alejando más y más”.

No parece probable, entonces, que se hubiera visto una Bond femenina bajo el mando de Boyle. Ahora que pasaron diez meses de la experiencia, es curioso preguntarse qué nombre hubiera sugerido si, en caso de que Daniel Craig se hubiera bajado del personaje –como se insinuó varias veces- los productores se lo hubieran pedido. Un nombre aparece de inmediato en su mente. “Un par de semanas vi High Life, la película de Claire Denis, y pensé ‘joder, Robert Pattinson podría ser un gran Bond’. Realmente lo creo. Maduró mucho, es todo un hombre ahora. Pero cuando salí del cine literalmente acababa de ser anunciado como el nuevo Batman”.

Como es sabido, Craig se quedó para el film que ahora está realizando Cary Joji Fukunaga (True Detective, Beasts of No Nation); y algunos integrantes del equipo que armó Boyle también se quedaron. “Cary me mandó un mensaje para avisarme que quería conservar a algunas personas, y estoy encantado con eso. Les deseo lo mejor. Es lo que hay que hacer, en verdad”. La película Bond de Boyle quedará por siempre en el limbo de los films que nunca se harán (como El corazón de las tinieblas de Orson Welles, el Frankenstein de David Cronenberg y esa secuela de Gladiador escrita por Nick Cave), y es difícil no sentirse decepcionado. De Trainspotting a la ceremonia de los Juegos Olímpicos de Londres, Boyle ha probado ser un maestro en modular los climas y las perspectivas. Aunque a los fans les lleve un tiempo despegarse del factor “qué hubiera pasado si...” de la situación, el director ya lo ha superado.

“En una película a esa escala, tenés que separar las cosas. De otro modo es una carnicería. Al final no fue tan difícil dejarlo: siempre tendré mis principios”.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

 

 

Entre la playa y los zombies

Boyle revela que la guionista Amy Seimetz le dio forma al guión para una serie televisiva basada en su película La Playa. El film de 2000 protagonizado por Leonardo DiCaprio y Tilda Swinton está basado en un novela publicada por Alex Garland en 1996, y su rescate para la pantalla chica parece cada vez más cercano.

El director señala que Seimetz –la actriz, guionista y directora que estuvo a cargo de la serie de Steven Soderbergh The Girlfriend Experience- le dio forma a una precuela.... aunque transcurre veinte años después. “Seimetz tomó La playa e hizo una precuela para televisión. Es el mismo personaje pero situado ahora, veinte años después. Te rompe un poco la cabeza. Cuando lo ves es muy curioso... leí los primeros dos guiones y no sé si tendrán el coraje para hacerlo en (la cadena) FX, pero nunca se sabe.”

 

Pero no es el único proyecto en el que el nombre del director está involucrado. Boyle trabaja en una secuela de 28 días después junto a Alex Garland (guionista del original de 2002): “Tuvimos una gran idea para una tercera parte, muy apropiada”, dice. “La película original trajo un resurgimiento de los dramas zombie, y no luce vieja o agotada. Alex se está concentrando en dirigir sus propias cosas con lo que por el momento está en suspensión, pero la tenemos en carpeta”.