Los integrantes de La Manada actuaron “con pleno conocimiento” de que estaban cometiendo una violación grupal cuando atacaron a una joven de 18 años en Sevilla, durante los sanfermines. La joven nunca prestó su consentimiento y ellos lo sabían “sin que fuera necesaria una actitud heroica de la misma para que los acusados tuvieran conocimiento de su negativa”, detalló el Tribunal Supremo en los fundamentos del fallo (cuyo veredicto dio a conocer el 21 de junio) por el cual todos los miembros de La Manada fueron condenados a 15 años de prisión por los delitos sexuales y uno de ellos, además, por haber robado el teléfono celular de la joven luego del ataque.

Los cinco hombres “obraron con pleno conocimiento de que las acciones que estaban llevando a cabo atentaban contra la libertad e indemnidad sexual de la víctima”. Aún más: les resultó “indiferente el estado en que la misma se encontraba totalmente desprotegida y vulnerable”.

La intimidación que operaron sobre la chica “se desprende sin género de dudas del terrible relato de hechos probados, del que deriva una obvia coerción de la voluntad”. La joven “quedó totalmente anulada para poder actuar en defensa del bien jurídico atacado, su libertad sexual”, advierten los fundamentos.

Los jueces señalaron que en los videos registrados por los propios atacantes se ve a la joven “agobiada, impresionada, sin capacidad de reacción, sintiendo en todo momento un intenso agobio y desasosiego que le produjo estupor, haciendo todo lo que los acusados le decían que hiciera, llegando los procesados a agredirla sexualmente hasta en 10 ocasiones en un periodo de tiempo de 1 minuto y 38 segundos, conociendo que estaba sola y embriagada”.

 

El ataque y sus consecuencias

El fallo recuerda que en 2016, al momento de los ataques, la joven tenía 18 años y “no presentaba ningún trastorno de la personalidad ni antecedentes de desestabilización psicológica, por el contrario tenía una adecuada adaptación en los distintos ámbitos (personal, educacional, social y familiar)”. Sin embargo, luego de la violación, comenzó a padecer trastorno de estrés postraumático.

Los violadores, José Ángel Prenda Martínez, Ángel Boza, Antonio Manuel Guerrero Escudero, Antonio Manuel Guerrero Escudero, Jesús Escudero Domínguez, tenían entre 24 y 27 años y habían ido a Pamplona por las fiestas de San Fermín. Al conocer a la chica y saber que estaba sola porque había perdido a sus amigos en la multitud, pergeñaron el plan del ataque.

Durante la violación, Guerrero “grabó con su teléfono móvil seis vídeos con una duración total de 59 segundos y tomó dos fotos”, mientras que Cabezuelo “grabó del mismo modo un vídeo, con una duración de 39 segundos”. Al salir del lugar donde cometieron el ataque, Guerrero, además, robó el teléfono de la joven para descartarlo en un basural poco después.

 

Horas más tarde, los integrantes de la patota comentaron socarronamente en dos chats grupales, “La manada” y “Disfrutones SFC”, lo que habían hecho.