Podría decirse que el campeón de la Copa América fue VARSIL si conectáramos con la sintonía de algunos relatores que no terminan de digerir la eliminación de Argentina, ven cosas oscuras en cada uno de los fallos de los árbitros y sus cortes supremas televisivas y hacen un culto de la demagogia. Es cierto que el penal del tercer gol no fue, tan cierto como que la expulsión de Jesús fue exagerada y que Brasil fue superior a Perú en la final y resultó un campeón indiscutible. Invicto, con 13 goles a favor y 1 en contra (de penal) , se llevó la Copa América, el trofeo del mejor jugador (Dani Alves, que la rompió contra Argentina), al mejor arquero ( Alisson Becker), al goleador (Everton, junto a Paolo Guerrero), el premio Fair Play, y sólo faltó que les dieran un Martín Fierro de Oro, un Oscar y el Premio Chamigo.

En la Argentina seguiremos cuestionando (eternamente quizás) que en el partido de la semifinal hubo un comportamiento muy irregular del VAR que perjudicó al seleccionado de Scaloni, pero si se logra contener un poco la calentura y se mira con frialdad lo sucedido en todo el campeonato habrá que reconocer que los brasileños fueron los mejores, ofrecieron los momentos más lúcidos y más brillantes, supieron defender muy bien y convirtieron en jugadas de conjunto varios goles que quedarán en el recuerdo como el primero contra Argentina y los dos primeros contra Perú en la final.

Repasemos lo más reciente. Primer gol de Brasil contra Perú. Recibe Gabriel Jesús por la derecha, amaga ir para atrás, frente a Trauco, pero desacomoda a su marcador y levanta el centro al segundo palo para la llegada de Everton, que le pega como viene y la manda a la red. Golazo. Iban 15 minutos. Hasta los 10 minutos había sido un partido parejo, pero cuando Brasil empezó a inclinar la cancha enseguida lo confirmó en la red.


Segundo gol de Brasil. Estaban 1 a 1, después de la mano de Thiago Silva y el penal ejecutado muy bien por Guerrero. Se iba de largo el primer tiempo con el empate, pero Firmino robó una pelota en tres cuartos de cancha, Arthur (que jugó un partidazo) encaró en diagonal, ganó varios metros, levantó la cabeza, miró para un lado y la metió en profundidad para el otro donde estaba Jesús, que recibió entre tres peruanos y antes de que lo cerraran midió el remate contra el palo. Golazo.


Y a los dos goles hay que agregarles un remate de Coutinho (muy buen partido) que se fue apenas desviado, un cabezazo de Firmino que hizo salir la pelota al lado de un palo en una gran jugada de conjunto, una apilada de Coutinho, varios desbordes de Everton y momentos de muy buen toque en la mitad de la cancha y mucha solidaridad de todos para recuperar la pelota. Todo eso fue Brasil, que debió padecer la injusta expulsión de Jesús y no se merecía que el árbitro empañara su victoria con un penal que no fue. En realidad, en el momento de ese penal parecía tenerlo todo controlado. Un detalle más: a los 31 minutos del primer tiempo Marquinhos reventó la pelota a la tribuna en una contra rival. Una vez, un solo gesto rústico. Y se notó demasiado.

¿Y Perú? Perú jugó lo que puede. Con dignidad, con mucho respeto por la pelota, con algunos pasajes de buen juego en los primeros minutos que siguieron a la expulsión de Jesús, con la potencia de Guerrero y con la decisión de plantear un partido de igual a igual sin colgarse del travesaño. Si fue superado en la mitad de la cancha fue por el buen manejo y la mejor utilización de los espacios de Brasil y no porque decidiera tirarse a la retranca. Si perdió algunas pelotas en la salida no fue por capricho sino por la presión ejercida por los rivales. Perú fue demasiado tierno para este Brasil hambriento.

El partido de Brasil-Perú dejó contentos a unos (los que salieron campeones) y otros (lo que perdieron con dignidad) pero desde la perspectiva argentina renovó las sospechas por la arbitrariedad de la Conmebol. Un hecho llamativo es que cuando le preguntaron a Gareca dijo que por principio no hablaba de los árbitros. Conviene recordar que hace poco se cumplieron diez años del Vélez-Huracán arbitrado por Brazenas. Pero esa es otra historia.

La historia de esta Copa la escribió Brasil. Y también el VAR.