El oficialismo insiste en ponerles un cepo a los candidatos del Frente de Todos. El cepo consistiría en que Alberto Fernández, Axel Kicillof y Sergio Massa reivindicaran el cepo cambiario que aplicó Cristina Fernández de Kirchner. Si cualquiera de ellos cayera en la trampa, le haría un gran favor a Mauricio Macri: que los votantes no reparen nadie repare en la verdadera herencia que dejará Cambiemos, o sea una fuga que ya superó los 100 mil millones de dólares en menos de cuatro años.

La cifra se desprende del último estudio del Observatorio de Deuda de la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (ODE de la UMET) al que tuvo acceso exclusivo PáginaI12. Elaborado bajo la dirección del economista Arnaldo Bocco, el informe mereció estas opiniones por parte del rector de la UMET, Nicolás Trotta:

  • “La fuga fue estimulada por la política cambiaria y financiera. Esa política estuvo acompañada por un sistema de tasas de interés que permitió ganancias especulativas y destruyó la economía real”.
  • “A mayor fuga menor empleo, menos inversión real y más pobreza.”
  • “El vencimiento de la deuda está concentrado en los próximos cuatro años. Apunta a condicionar a un futuro gobierno de signo distinto al actual”.
  • “La fuga y la deuda configuran un verdadero caos económico al que hay poner fin en las próximas elecciones”.
  • “Durante la gestión de Macri la deuda externa fue el gran respirador artificial del Gobierno, sobre todo si se tiene en cuenta que más de la mitad del monto de la deuda se fugó”.

Cifras

El informe del ODE, el número 19, revela que “el gobierno actual endeudó a la Argentina a un ritmo récord: en tan sólo 3 años y 6 meses el Tesoro Nacional emitió deuda en moneda extranjera y en pesos por unos 163.985 millones de dólares”. Si a ese monto se le suman las emisiones de deuda por parte de los Estados provinciales y por los sectores privados en moneda extranjera, “la cifra total alcanza los 190.081 millones de dólares”.

La fuga de capitales calculada por el ODE sobre la base de fuentes oficiales llegó exactamente a los 102.472 millones de dólares.

Señala el reporte de la UMET sobre el futuro: “Quien asuma la conducción del Estado heredará una abultadísima deuda pública que deberá repagar inexorablemente en los próximos cuatro años. Para el período 2020-2023 se esperan vencimientos de deuda soberana en moneda extranjera por un total de 153.695 millones de dólares, de los cuales unos 53.382 millones de dólares corresponden a pagos al FMI por el préstamo stand-by firmado por el Gobierno en junio de 2018”. 

Una vez agotada la chance de tomar deuda en el exterior, Macri y su ministro de Hacienda Nicolás Dujovne recurrieron al Fondo después de la megadevaluación de abril y mayo de 2018. La entrada de dólares del FMI estimula la esperanza oficial de mantener el dólar estable hasta las elecciones del 27 de octubre. A su vez, ese dólar estable alimenta la esperanza política de generar un clima con menos histeria sobre el cual los candidatos de Juntos somos el Cambio puedan generar expectativas falsas en los electores para que escapen de su realidad cotidiana.

“La fuga es la cantidad de divisas que salió el circuito financiero argentino”, explicó Bocco. “La fuga ronda actualmente un promedio de tres mil millones de dólares mensuales y no cesa de crecer”, dijo. En mayo último, solo por tomar un mes, egresaron divisas por 2.496 millones de dólares, un 6,6 por ciento más en relación con abril y un 40,9 por ciento que en marzo.

El próximo turno presidencial “heredará, además, un nivel de riesgo país que hoy está en torno a los 800-900 puntos básicos”. “El modelo de Cambiemos iniciado a finales de 2015 hizo del financiamiento en moneda extranjera (y de la toma de deuda externa e interna) un pilar estructural de su gestión de largo plazo”, reza el informe. Y agrega: “La deuda externa y los cambios estructurales devenidos de ella fueron un componente fundamental de su forma de gobierno, del alineamiento de sus fuerzas de apoyo local e internacional e, inclusive, de su propio fracaso”.

Según el equipo del ODE el Gobierno sabía que “uno de los más serios problemas estructurales de la economía provenía del histórico problema en el sector externo, siempre sensible cuando es abierto indiscriminadamente al derrumbe de las fuerzas productivas y a la incontrolable fuga de capitales”. Y lo que hizo fue, justamente, abrir las finanzas de modo indiscriminado.

La definición del ODE es que el endeudamiento de la Era Macri “fue vertiginoso y sin techo”. “Los funcionarios de la primera etapa, que luego fueron eyectados por sus propios errores y los riesgos introducidos, configuraron un modelo de integración subordinada al capital financiero internacional desactivando la organización económica local, basada en acuerdos históricos entre producción y trabajo”, dice el texto. Aunque el ODE de la UMET no hace nombres, una lista provisoria permite descubrir allí al primer ministro de Hacienda Alfonso Prat-Gay y a los presidentes del Banco Central Federico Sturzenegger y Luis Caputo. “La deuda y las preferencias especulativas destruyeron la economía real (producción, consumo e inversión) y el trabajo (empleo, formación profesional, transformación expansión de la ocupación de la fuerza laboral y las capacidades adquiridas).”

“Ya todos conocemos los grandes costos sociales que tuvo sobre la sociedad cada final de ciclo de endeudamiento en más de dos siglos de vida”, se lamenta el informe. “Cada ciclo terminó en medio de crisis costosísimas.” Con un detalle añadido: “Cuando en la ‘fiesta’ participaba el FMI ‘prestando’ y poniéndole a la política económica un sello nada neutra, el final terminaba inexorablemente en un derrumbe económico con un costo social abrumador”.

Junto a ese esquema financiero, el Gobierno fue creando instrumentos para transferir recursos a los grandes sectores empresariales. Por ejemplo, “a partir de la dolarización de tarifas, precios y servicios”. Otro de los beneficiarios fue el sector de “tenedores de activos financieros locales que operan con rentas financieras emanadas de la bicicleta financiera”. Se trata de “un modelo de valorización financiera que no es inédito y ya puede ser comparado con la financiarización internacional en la etapa de José Alfredo Martínez de Hoz, el ministro de Economía de la dictadura, y que reaparece recurrentemente cuando ellos gobiernan”.

Es un “intento de atesorar rentas diferenciales para recuperar el territorio perdido cuando antes avanzaron los gobiernos de otro  perfil político” distinto del de las élites.

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