Poco menos de un mes resta para las PASO nacionales y las principales figuras electas del Frente Progresista han anunciado que no formarán parte de la campaña que postula a Roberto Lavagna como candidato a Presidente, Juan Urtubey a vice y a Enrique Estévez. como primer diputado nacional.  La semana pasada Emilio Jatón, intendente electo de la ciudad de Santa Fe, fue muy claro al expresar las razones por las que no distraerá esfuerzos en la accion proselitista y se dedicará de lleno a preparar su futuro gobierno. "No fui consultado para nada", dijo Jatón que ratificó la continuidad de su partido distrital y no tanto la del FP. En el mismo sentido va a obrar Pablo Javkin, que no concurrió al acto de lanzamiento de los candidatos  hace un par de días en los salones de la Estacion Fluvial, esgrimiendo idénticas razones que su par santafesino: "nosotros no participamos para nada de la decisión de ir con la fórmula Lavagna-Urtubey, y menos fuimos consultados a la hora de conformarse la lista de legisladores por la provincia", dijo a Rosario/12 el intendente electo de Rosario, que en algún punto prefiere estar a distancia de lo que será la performance del sector, sobre todo porque lo que tiene por delante es nada menos que una transición que más allá de la "cordialidad" que presenta no es sencilla. Dos cuestiones son las que a su regreso de un viaje familiar pos-electoral que el propio Javkin define "como las últimas vaciones en los próximos cuatro años",  lo estarán esperando: El cuadro de situación económico-financiero del municipio y la conformación de su gabinete, atendiendo además cuestiones vinculadas con el "regreso" a la planta local de funcionarios que revistaban en la órbita provincial, y el equilibrio interno del FP con un socialismo en secesión, razón por la cual resulta difícil ponerse de acuerdo con todos.

Miguel Lifschitz actúa como si estuviera convencido que él no tiene responsabilidad en la derrota electoral. Alimenta esa idea la clara ventaja que sacó en la categoría que compitió sobre sus adversarios, incluido el peronismo, que se alzó con la gobernación después de 12 años y tres derrotas consecutivas. En las efemérides socialistas el 10 de diciembre que no va a figurar será seguramente el que viene, cuando sea el tercer mandatario en el nombre de la rosa el que le coloque la banda a un gobernador peronista, y no de su partido, como le ocurriera a Jorge Obeid, el 10 de diciembre de 2007 cuando le pasó los atributos a Hermes Binner , fecha que no recuerdan con cariño los justicialistas. Pero hasta entonces Lifschitz no sólo tiene "la lapicera" para seguir firmando -y lo hizo con el aumento de más del 20% transporte, casi un 30% en los peajes provinciales y es probable que haya aumento también en las facturas de la  luz y la del el agua- sino que es el "factotum" del acompañamiento del FP/socialismo a la formula Lavagna-Urtubey y sus candidatos locales. Si bien nadie le cargará a su cuenta a Lifschitz una magra elección de la fórmula presidencial en un contexto de creciente polarización, sí deberá asumir el costo de un hipotético escenario en el que Enrique Estévez no alcance el 10% (tal vez un punto menos por resto) para que el FP tenga al menos un legislador en la Cámara de Diputados de la Nación. Esto no se decidirá en 11 de agosto, pero esa noche quedarán expuestas las chances para la primera vuelta de octubre. El sector del socialismo que no comparte la "estrategia" diseñada por Lifschitz supone que la PASO pueden ser más favorable que la general, al menos para la lista de diputados. Pero aún así es poco probable que se vea a Antonio Bonfatti -presidente del partido a nivel nacional- entusiasmado con la elección. Más allá de su pesar personal por haber perdido los comicios, el ex gobernador es uno de los tantos dirigentes del partido que no terminan de digerir no ya a Lavagna sino la presencia de Urtubey como referente del "progresismo". Esto se va a notar, más allá del "protocolo" que los pueda mostrar en algún acto o reunión de aquí a las elecciones.

El sector del socialismo que no comparte la "estrategia" diseñada por Lifschitz supone que la PASO pueden ser más favorable que la general.

Mientras tanto las "transiciones" están en marcha. Como se dijo en esta misma columna y lo ratificó el propio Lifschitz, "habló en varias oportunidades con Omar Perotti", y esa es tal vez la razón por la que no se han alzado voces peronistas frente a los aumentos decretados por el gobierno saliente y los que puedan venir.

En el caso de Rosario, el hecho de que Javkin haya sido un par de años Secretario General en el municipio hace más fluido el dialogo. Se ha reunido con Mónica Fein la semana pasada, sus colaboradores hacen lo propio con los secretarios municipales y se ha agregado Verónica Irízar como interlocutora. En este caso podría decirse que "en nombre" de Lifschitz, lo cual no quiere decir "en nombre del socialismo". Y es ese uno de los puntos que preocupa al futuro habitante del Palacio de los Leones.  El equilibrio a la hora de armar el staff y la superpoblación de la planta municipal. En este último punto, es en el que no sólo Javkin, sino la sociedad en su conjunto esperan un último gesto: Hay agentes que están en condiciones de jubilarse y otros de replantearse si realmente corresponde su continuidad después del mensaje de las urnas. Es un tema delicado, y más aún si desde donde debe provenir el ejemplo no se termina de admitir -como dice el tango- la "cuesta abajo".