La novedad es que Lucy Patané acaba de sacar su primer disco solista. Pero ese dato, dicho de ese modo, suena insuficiente o incompleto. Algún desprevenido podría creer que se trata de una principiante. Nada de eso. La guitarrista, batera, compositora, productora, ingeniera de sonido y ahora cantante oriunda de Bernal viene agitando con la música desde muy chiquita, cuando se paseaba por set televisivos junto al grupo teen Sangre Azul, con apenas once o doce años. Pero el oficio musical empezó a tener más peso con Panda Tweak, banda hardcore-punk con la que recorrió todos los antros del sur del conurbano bonaerense.

Lucy dice que este disco, que lleva su nombre, empezó a aparecer hace tres años, en un momento de “mucha insatisfacción y confusión” artística. “Sentía que, en los proyectos musicales en los que estaba participando no estaba poniendo todo lo que tenía para dar”, dice ahora. Algunos de esos proyectos, con los que empezó a resonar sobre todo en la escena under o indie porteña, son La Cosa Mostra, Las Taradas –ambos juntos a su amiga y socia musical Paula Maffia—y el dúo con Marina Fages, su otra socia creativa inseparable, con quien soltó su costado experimental ya en El Tronador.

 La respuesta que encontró a esta crisis grupal fue empezar a registrar “a modo demo” algunas ideas en su estudio de grabación, donde produce, graba y masteriza discos de otros, en el barrio de Boedo. Es decir, algunas ideas que tuvieran su sello personal, en su sentido más estricto. Tomar todas las decisiones artísticas, decidir qué hacer a cada paso, cómo resolver cada asunto. Jugar, probar, equivocarse. Sentir “incomodidad”, como le gusta decir.

“Antes componía cosas para documentales, hacía arreglos para las bandas en las que tocaba y tenía algunas canciones en chiste”, cuenta esta música autodidacta de 34 años. Pero la composición es un ejercicio reciente en su rutina creativa. “Yo tengo la teoría de que las canciones, de algún modo, nacen cuando estás siendo atravesada por la experiencia que después te va a hacer componer esa canción”, lanza mientras toma un sorbo de café con leche en un bar de Almagro, uno de sus points.

Y luego explica con más claridad: “Si ahora sucede algo maravilloso, no sé, se cae un pedazo de techo, ahí nace la célula de la canción. Después es componerla y escribir la letra. Cada canción es una historia que me atravesó. No todas las historias sucedieron en estos tres años, pero en este tiempo pude traducir esas vivencias, en estado constante de creación y producción”.

En su caso, las canciones empezaron a moldearse en el estudio de grabación. “No fue nada ordenado ni muy pensado, no tenía una guía”, dice. “El disco no estuvo organizado de manera convencional. Yo trataba de plantar semillas. Trabajé mucho cada track, busqué que cada ruidito me conmueva, que me suceda algo”, agrega sobre estas doce canciones que se reparten entre cantadas e instrumentales.

En ese plan de decidida soledad, Lucy grabó casi todo ella: batería, percusiones, bajo, sintetizador, guitarras, programaciones y todas las voces. También se ocupó de la producción artística y la grabación junto a Tomás Pérez Campione, pero en una etapa más avanzada. “Formo parte de proyectos que están buenísimos y tienen popularidad, como Las Taradas, y sentía que este disco no se podía quedar atrás. Me exigí mucho en la composición, la producción y la técnica. Entonces, eso fue fuerte. Pero cuando el material me empezó a gustar mucho, me quedé tranquila”, cuenta.

También, sobre el final del proceso de grabación, sumaron instrumentos en algunas canciones las músicas que integran su banda actual: Melina Xilas (saxo tenor), Mene Savasta (sintetizador) y Carola Zelaschi (batería). “En vivo, la banda tiene una voz propia y creo que era necesario”, resalta. Juan López Peña, además, metió pandeiros en Clavícula y En toneles y Juanito El Cantor, su socio en el estudio de grabación, terminó de darle forma a Tu dialecto, con toques de guitarra y sintetizadores. “Yo quería hacer todo porque traduzco mucho desde el tocar. Por eso empecé grabando y operando sola. Me gusta tocar instrumentos, me da placer. Pero estuvieron buenas las participaciones”, dice.

-¿Te resultó difícil hacerte cargo de la voz, defender tus canciones? Siempre integraste bandas con cantantes con una voz muy definida.

-Cantar fue lo que más vergüenza me dio. A veces me gustaría que cante otra persona y yo concentrarme en la guitarra. Pero porque es lo que más me gusta. O tocar la batería, incluso. Pero ahora disfruto cantar. Cuando toco sola me conecto más con mi voz. A mí me costó mucho cantar. Mi hermana canta muy bien, esas divisiones entre hermanes que a veces se hacen, ¿viste? Pero no porque estén impuestas por alguien, porque mis viejos son músicos también y siempre profesaron el “hagan lo que quieran”. Y después en La Cosa Mostra cantaba Paula, en el dúo lo hacía Marina... voces recontra personales y muy a pleno. Y yo siempre me encontré cómoda en la parte lateral de esas personas. Pero para este, me sentía muy incómoda no cantando. Al principio no la pasé bien, pero después me encontré.

-¿Crees que este disco puede ser el inicio de una etapa como cantautora?

-Me siento compositora, pero no sé si me siento una hacedora de canciones. Este disco sucedió, estoy recontenta y me sigue saliendo hacer canciones. Recién ahora me doy cuenta de cómo escribo. Pero también hubo algo de animarse, que se escuche mi voz. Solté inseguridades y miedos de presentarme con mi nombre. Pero no sé si me siento una cantautora o cancionista. Quizás el disco que viene es instrumental, no lo sé. Yo vengo aportando desde hace muchos años en otros ángulos. Pero obvio que quiero viajar a full con este disco y la banda.

Lucy Patané, el disco, condensa y representa todas sus facetas musicales. “Es mi tarjeta de presentación, por eso no se podía llamar de otra manera”, entiende. Es un disco largo, con un concepto sonoro que atraviesa todas las canciones. “No entiendo mucho la idea de single”, confiesa. “Me divierte más la idea de disco conceptual. Lo que me pregunto es si pensar en temas y no en discos cambia la forma de componer y arreglar. Yo me maté con este disco, cerrando cada detalle para escucharlo completo. No sé cómo trasladar eso a un solo tema", se pregunta sobre la tendencia ahora en boga de lanzar singles y videos, una estrategia extendida especialmente en géneros como el trap.

Lucy necesitaba decir algunas cosas y hacer catarsis después algunos desencuentros amorosos y crisis varias. Por eso, el disco es vertiginoso, fuerte, algo desgarrado pero empoderado. Hay vértigo rocker en Cinturón y la western En toneles, folk en Tu dialecto y experimentación en Dock Sud. Y vuelos instrumentales, como en Aterrizaje o La corte, que evidencian su facilidad para crear texturas y climas cinematográficos. “Muchas canciones parten del humor, como Clavícula o En toneles, que salió de un chiste que le estaba haciendo a alguien que no paraba de llorar”, cuenta Lucy.

“En un viaje a Brasil y Perú conocí varias pibas afrodescendientes y sus canciones hablaban de una problemática muy clara, que es cómo su cultura ha sido aniquilada. Yo las escuché en silencio y me di cuenta mis canciones son todas de amor, que soy una privilegiada”, reflexiona. “Y sentí una incomodidad que está buena. Pero esta es mi música y lo que yo sé hacer. Está bueno tener el registro de ciertas cosas, como la apropiación cultural. Todos agarramos de la cultura negra, pero es importante saber de dónde viene cada cultura y hacerlo con respeto”.

-Vos formás parte de una generación que ha facilitado y generado las condiciones para que el feminismo incida en la escena musical, ¿Cómo ves este momento?

-El feminismo está en plena ebullición. Lo de organizar festivales con bandas de pibas o grupos integrados sólo por pibas refleja que estamos en un momento bisagra, pero que no es donde debe quedarse; lo que tiene que suceder es la integración justamente. No se pueden hacer para siempre festivales de chicas. Es necesario abrirlo. Pero es un momento. Yo por eso entiendo ciertos discursos agresivos, fanatismos o eslóganes. Entiendo que es un momento en el que hay que visibilizar esta voz. El terreno de la música es el próximo paso para empezar a integrar. Yo estoy acostumbrada a trabajar con mujeres porque hace mucho lo hago. No es que elijo ahora a pibas para tocar conmigo, las elijo porque tienen rock encima, no es algo novedoso en mi música. Yo redefiendo la Ley de Cupo Femenino en festivales y ciclos, sé que va a abrir un montón de posibilidades. No es sólo lo que va a pasar acá con el rock (si se aprueba la ley), pensemos en un festival de folklore en Chaco. Hay músicas de tango o compositoras contemporáneas que no son programadas. Hay que salir un poco del termo villacrespero y clasemediero y pensar que esa ley va a sacudir lugares que son interesantes.

-¿Y qué cosas de la identidad del conurbano sentís que aparecen en tu música o en tu forma de encarar el oficio?

-Con Panda Tweak íbamos a lugares a los que no iba nadie, como a una pizzería en la ruta en Glew, para dos borrachos. Hicimos dos giras que se llamaban La Gira de la Muerte y fuimos a tocar a Glew, Claypole, Monte Grande, mucha zona sur y alrededores. Era ir a donde no había circuito de hardcore-punk. Para mí fue mi escuela número uno. El conurbano me dio una manera de hacer las cosas y abordar ciertas situaciones. Yo no milito la idea de “si sos del conurbano sos un capo o si sos de Capital sos un gil”. En el Conur hay más anonimato, algo más introspectivo, que se retraduce en el arte. Y en Capital estás más observado y actuás de manera diferente. La Gira de la Muerte no tenía ninguna expectativa, sino ver qué pasaba en ésa pizzería de Glew. Por eso me interesa agitar y tocar también en esos lugares.

 

* Lucy Patané presentará el disco los jueves 18 y 25 de julio y 1 de agosto a las 21 en el C.C. Richards, Honduras 5272.