Era el año 1999, yo tenía diez años y estaba en plena etapa de pubertad. Al ser muy tímida y tener pocos amigos, mi hermana tuvo la fantástica idea de que me anotaran en un curso de teatro. Buscando cursos por zona oeste en los diarios, notamos que existía la Escuela Estética de Morón, donde no solo daban teatro sino que también había clases de literatura, plástica y música. Al principio, tenía cierta desconfianza de los talleres; sobre todo porque intuía que tanto en la clase de teatro como en la clase de música iba a tener que interactuar con los otros compañeritos.

No se con qué argumento mi hermana me convenció y recuerdo que fui entusiasmada ese primer día porque los martes había literatura y yo para ese entonces quería ser escritora. Después de esa clase hubo un recreo de veinte minutos, tras los cuales la profesora de teatro, llamada Viviana, nos llevó a un espacio al fondo de la casa, en donde tuvimos nuestra primer encuentro. Como era de esperar esa primera vez no actué, me quedé mirando en un rincón. Viviana nos dijo que para la próxima clase trajéramos alguna escena de una película infantil que nos gustara para improvisarla. Esa idea me resultó fascinante porque era fanática de las películas, al igual que mi papá. Todos los sábados a la mañana íbamos hasta San Miguel al videoclub que tenía un amigo de él, lleno de películas en VHS. Yo amaba los dibujos animados como Mulán o La bella y la bestia, o también otras películas como Jumanji. Pero ese sábado hubo una que me llamó la atención por completo y me llevé para hacer la tarea que nos habían pedido. Se llamaba: El jardín secreto. No sé si fue el nombre o qué, recuerdo que el amigo de mi papa me decía que no era popular y que tampoco sabía si era para chicos. Confiando en mi intuición de pequeña espectadora me la llevé igual y finalmente acabé mirándola como diez veces. El jardín secreto es una película inglesa basada en el libro homónimo de Frances Hodgson Burnett, dirigida por la directora polaca Agnieszka Holland y que cuenta con la actuación de Maggie Smith, gran actriz inglesa; sin embargo, lo más poderoso que tenía para mí la película eran las actuaciones increíbles de los tres niños que la protagonizaban.

La película relata la historia de una nena, Mary, que perdió a sus padres. Ella es enviada a la casa de su tío en Escocia, en donde es cuidada por una detestable ama de llaves (interpretada por Maggie Smith), quien le prohíbe visitar algunos espacios de ese enorme castillo. Como Mary es aventurera, gracias a la aparición de un pájaro y otro niño simpático (Dickon, el hijo del jardinero) ella descubre un jardín secreto. Este jardín se ha mantenido escondido desde que su tía murió, ya que su tío decidió cerrarlo. Pero hay más: una noche Mary descubre --en una de las habitaciones prohibidas-- a su primo Colin, a quien ella no conocía. Colin es un niño que está postrado en una cama, y se supone que al no tener contacto con el mundo exterior, su cuerpo no desarrolló las suficientes autodefensas para moverse solo. Al principio Colin está lleno de miedos y es un ser antipático pero en poco tiempo se hacen amigos. Mary lo visita a escondidas, le lee cuentos, le representa obras de teatro con unas marionetas y así él comienza a confiar en ella. Al estar convencido de que va a morirse, Mary lo lleva junto a Dickon a conocer el jardín de su difunta madre. Como todas las historias felices: un día el jardín vuelve a florecer, Colin comienza a caminar y Mary logra llorar por primera vez la pérdida de sus padres. El jardín secreto para ellos es una suerte de edén donde juegan, se enamoran, aprenden, alejados de todo prejuicio y del mundo de los adultos. Si bien no volví a verla todavía recuerdo la intensidad con la que actuaban esos niños, las escenas melodramáticas tan bien logradas con la naturaleza de fondo, las imágenes maravillosas, el pájaro naranja, el castillo victoriano y sobre todo recuerdo la felicidad que me daba verla una y otra vez. Yo quería conocer ese jardín. Como si en mi imaginario, ese lugar fuese para mí la libertad misma.

Para mi segunda clase de actuación llevé la escena de El jardín secreto que había preparado en casa. A mi entender, la más importante de la película, que era cuando Colin, con ayuda de Mary y Dickon, se levanta de una suerte de silla de ruedas y comienza a caminar. Lamentablemente mis compañeros no habían visto la película y entonces me convencieron de hacer otra escena, en la que yo me enteraba de que mi marido (otro compañerito) había muerto en un accidente de autos. La escena fue así: sonó el teléfono, yo caminé hasta un imaginario living, y cuando atendí me dieron la noticia de la muerte de mi marido, entonces yo me largué a llorar a mares y luego me caí desmayada en un sillón. La escena causó tanta gracia que fue la primera vez que mi profesora Viviana me felicitó y yo me sentí literalmente en las nubes. A partir de ese día, como si la vida predijese el destino, las clases de teatro fueron tomando mi corazón hasta convertirse en la única idea que me rondaba la cabeza durante la semana. Finalmente, esperaba impacientemente a que terminara la clase de literatura para poder actuar. El jardín secreto fue, para mí, el comienzo. Como si fuese mi primer amor cinematográfico. Yo no sé si los niños de la película seguirán actuando. No los volví a ver en otra película. Sin embargo, esos pequeños actores que tanto admiraba me dieron la valentía para que veinte años después yo siga actuando. Mi jardín secreto es, aún hoy, el teatro.

 

 

Yanina Gruden

Actriz y licenciada en arte dramático. Se formó con Ricardo Bartís, Roxana Randón, Julio Baccaro, Lorena Vega y Claudia Cantero, entre otros. Realizó seminarios sobre Shakespeare en la Royal Academy of Arts de Londres. En teatro actuó en "Adela está cazando patos" de Maruja Bustamante, "Medea" de Cecilia Meijide, "La casa de Bernarda Alba" de José María Muscari, "Lima Japón bonsái" y "Quiero decir te amo" de Mariano Tenconi Blanco, "Turbia" de Lorena Vega, "Muchas Felicidades" y "Camaradería" de Analía Fedra García, entre otras. En el 2014 estuvo nominada como Actriz Revelación a los Premios ACE por la obra "Muchas Felicidades". Dirigió la obra "Chaco Bermejo", de su propia autoría, para el ciclo El Porvenir. En cine protagonizó el largometraje "La utilidad de un revistero", dirigida por Adriano Salgado, donde ganó el Premio a Mejor Actriz en el Festival de Tandil, la película además resultó ganadora del Premio a Mejor Película Nacional en el Festival Internacional de Mar del Plata 2013. Actualmente se la puede ver en "Tu amor será refugio" de Juan Ignacio Fernández y dirigida por Cristian Drut, los viernes a las 23 en Cultural Morán. Y en "Discépolo. Las Casas", parte del Ciclo Invocaciones, escrita y dirigida por Maruja Bustamante, los sábados y domingos a las 18  en el Cultural San Martín. En septiembre estrenará “Cosméticos” de Bernardo Carey por Julio Ordano y “New York “ de y por Gilda Bona en Teatro del Pueblo .