“Tengo la suerte de venir una vez por año, en febrero. Y siempre me encuentro con las mismas noticias: que Moria Casán se peleó con alguien, y que la gente está a las puteadas por los cortes de luz”, se ríe Hernán “Perikles” Campodónico, que nada tiene que ver con ambos mundos, claro. El es músico. Y de los buenos. Como tal, acaba de grabar Bajando a Buenos Aires, su primer disco solista (con La Impredecible Blues como banda sostén) y sus visitas anuales al país tienen que ver con que está radicado en México hace quince años, casi los mismos que lleva como guitarrista de una de las agrupaciones de reggae más referenciadas (y reverenciadas) de tal país: Rastrillos. Una primera inquietud, entonces: el guitarrista cae parado en dos géneros, y hay que develar porqué. “En esencia soy blusero. Pertenezco a la tradición del rock y el blues argentinos. Lo que pasa es que luego empecé a trabajar, a tocar otras cosas, y en un momento caí en el reggae, género en el que me hice conocido, como guitarrista, en México”, aclara Perikles, cuyo apodo proviene de la infancia: “Me lo pusieron, porque me parecía al nenito de los locos Adams”, evoca el hombre.

Hijo de pintores, este loco adams del rock & blues & reggae se crió rodeado por discos de los Stones, Manal, Almendra, y Los Beatles. “Mi casa estaba plagada de discos de ellos, soy hijo de eso. Pappo, Vox Dei, Spinetta y Miguel Cantilo son mis maestros”, enmarca. Siguiendo esas estelas, entonces, Perikles se hizo músico y, durante los ochenta, incursionó en bandas de rock y blues under como Don Jefe. De más grande, ya como guitarrista afianzado, se plegó a los grupos de Fidel Nadal y Ariel Prat. Luego dejó la carrera de historia en la UBA, también su trabajo como operador técnico en La Tribu, y se fue a México donde, tras algunos problemas laborales (como músico de sesión) trabó contacto con la gente de Rastrillos. “La primera vez que estuve en México fue entre el 95 y el 98.Allí, además de tocar tango, cumbia, o lo que pintara, conocí a los Rastrillos, con quienes empecé a trabajar en 1998. La cosa es que fue bien y no me dejaban salir de México, pero igual regresé a la Argentina, hasta que un día, tocando con Fidel a Cemento lleno, terminamos el show y me pagaron con veinte patacones serie B, diez lecop, y cinco pesos argentinos, en monedas de uno. Miré eso, miré Cemento lleno y dije ‘me voy a la mierda’. Llamé a México, pregunté si seguía en pie la oferta con Rastrillos, me mandaron el pasaje, y me fui. Cambié de aire”

 Lo que no cambió jamás fue su amor por el blues, género que puede ser pensado como una elipsis en su vida, dado que arrancó con los oídos pegados a él y, luego de muchos años, grabó un disco que da con tal origen. “He grabado muchísimos discos en mi vida, pero este es el primero solista, y tiene mucho que ver con mi formación”, refrenda el guitarrista, sobre el trabajo que contiene diez temas, mitad versiones y mitad composiciones propias. Entre las versiones están el “Blues del estibador”, de Memphis; “KC Blues”, una adaptación del instrumental de Charly Parker; “Mañana otro blues”, del primer disco de Dulces 16; “Bajaste del norte”, de Raúl Porchetto, y “Bajando a Buenos Aires”, de Claudio Gabis. “Como decía, yo soy hijo del rock argentino, y hay músicos que me han marcado toda la vida. Entre ellos Claudio Gabis. Por eso tomé ‘Bajando a Buenos Aires’, de su segundo disco solista. Es una canción que siempre me fascinó”, sostiene Perikles, que incluso transformó el nombre del tema en el disco. “La de Dulces 16 la hice porque es la banda a la que yo iba a ver siempre, la primera que seguí a todos lados. La segunda fue Memphis. La iba a ver a un sótano, cerca del Parque Centenario. Por eso, además de mi identificación con la clase obrera, grabé ‘Blues del Estibador’.” 

Respecto de “Bajaste del norte”, el conmovedor tema de Porchetto que León Gieco grabó en Pensar en nada, Campodónico hizo una adaptación libre, que incluye una coda Beatle hacia el final. “La canción, hermosa, tiene que ver con la inmigración, que para mí es muy importante, porque de hecho soy un inmigrante, y porque vivo en un país muy marcado por ella. Respecto del tema de Parker, lo adapté del jazz al blues, y es instrumental porque soy un defensor del rock en mi idioma. No voy a permitir que lo hecho por gente como Javier Martínez o Litto Nebbia, que se mataron por crear esto del rock en español, caiga en vano”, explica Perikles. Entre los temas propios, el guitarrista recala en “Van Gogh”, relacionada con sus padres, y con Don Jefe, una de sus primeras bandas. “Soñábamos con grabar un disco, pero no se dio en ese momento. Entonces, tarde, pero acá está una de las canciones”, señala. Otro de los suyos es “Café La Giralda”, donde suele encontrarse con sus amigos cada vez que vuelve al país. “El blues, los bares y el tango son lugares donde se encuentra el porteñismo”, señala el hombre, que tampoco olvida al club de sus amores: Excursionistas.  

  “La verdad es que nunca dejé el blues. Es mi estilo, y es lo que yo le doy a las bandas en que toco. Con Rastrillos tengo un chiste recurrente... siempre digo ‘yo toco blues, los que tocan reggae son ellos’”, se ríe Campodónico. “Digamos, más en serio, que ambos géneros comparten una raíz. Además, el reggae está plagado de guitarristas de blues o de rock. Por ese lado me inserté en Rastrillos, y ya llevo cuatro discos y un dvd con ellos. Y me quedé en México, porque adoro a los mexicanos, y porque allí conocí a mi pareja, cuya familia es mi familia política. Digamos que eché raíces allá y que, además de tocar en Rastrillos como trabajo principal, toco en Qué payasos, una banda de rock para niños; en Salón Victoria, que hace ska; y con Charly Montana”, cuenta el guitarrista que vive en Escandón, una especie de Almagro de Ciudad de México. 

 Hernán “Perikles” Campodónico... un argenmex hasta la pata, por definirlo en términos criollos.