Casi todas las series distópicas producen algún grado de incomodidad, que en casos como el de El cuento de la criada puede llegar al límite de lo tolerable. Pero algunas son especialmente inquietantes, y no por un mensaje apocalíptico. Ahí es donde entra a tallar Years and Years, la serie producida por la BBC y HBO, que en la Argentina emite un capítulo nuevo semanalmente a las 22 y que este viernes emitirá su episodio final (todos los capítulos pueden verse en la plataforma  HBO GO).

El problema con Years and Years es que todo suena demasiado cercano. Al alcance de la mano. En los titulares de hoy, en la realidad o la percepción de ella que puede encontrarse en las redes.



El creador y guionista Russell T. Davies pone en escena a los Lyons, pero la familia es solo el tapiz sobre el que se teje un entramado sociopolítico de urgente actualidad. Stephen pierde un millón de libras a manos de bancos siempre socorridos por los gobiernos, y debe ganarse el mango como mano de obra explotada en bicicleta. Daniel está enamorado de Viktor Goraya, un refugiado ucraniano cada vez más acorralado por las políticas homofóbicas de una Europa en creciente crisis. Edith es una activista que presencia una explosión nuclear provocada por Estados Unidos en una isla artificial china. Rosie sufre de espina bífida y se moviliza en silla de ruedas, lo que no impide que las reducciones de personal por la crisis económica la dejen fuera del mercado laboral.

La revolución digital aparece expresada en el modo en que toda la familia se comunica a través de la red operada por voz o el deseo de Bethany (la hija mayor de Stephen y su esposa Celeste), quien quiere operarse para deshacerse de su cuerpo y convertirse en un ente completamente digital. Pero lo que hace de Years and Years una serie imprescindible es en realidad su contemporaneidad y hasta sus resonancias con el pasado. Porque quien flota por encima de toda la historia es Viv Rook (Emma Thompson, siempre enorme), la política a quien nadie toma en serio (hola, Donald y Boris) pero llega a Primera Ministra de una Inglaterra post Brexit. Y sus campos Erstwhile no parecen demasiado diferentes a otros “campos” de la historia del siglo XX.

En esa curiosa narrativa que puede presentar enormes saltos temporales en solo unos minutos, Years and Years dibuja el mundo de hoy, los temores de hoy y –peor aún- su corporización en el mundo real. El avance de la derecha y el pensamiento intolerante. La sensación de un mundo cada vez más conectado y a la vez cada vez más fragmentario, de países aislados y de fronteras cerradas, de gente librada a su suerte, desesperada y sin salida. Allí donde Black Mirror se deja llevar al campo de la fantasía, la serie de Davies mantiene sus raíces en el territorio de lo concreto, de lo que está a la vuelta de la esquina. Que el nivel de sus actuaciones y su puesta en escena responda a esa sensación de que las producciones inglesas siempre tienen un plus es, si se quiere, un detalle más. La verdadera fascinación aparece frente a un producto de ficción distópico solo en apariencia, cada vez que el espectador se encuentra pensando que todo eso está pasando ahora. En nuestras narices.