San Lorenzo encontró en La Plata algo de alivio. La eliminación copera de la semana ante Cerro Porteño en Asunción había embravecido las aguas azulgranas y en ese contexto, haberle ganado por 1-0 a Gimnasia contribuye a serenar los ánimos exaltados. El Ciclón ha picado en punta en la Superliga con dos triunfos en otros tantos partidos jugados. Pero en el corto plazo, más trascendente que cualquier otra cosa resulta absorber rápido los costos de la patinada en la Libertadores. Para pensar en el campeonato, todavía hay mucho tiempo, demasiado. Tras un mal rechazo de Morales, un gol del lateral izquierdo Bruno Pittón a los 33 minutos del segundo tiempo, le dio la victoria a un equipo que todavía el técnico Juan Antonio Pizzi está tratando de acomodar. Y al que le falta estabilizar un rendimiento más o menos confiable a lo largo de los partidos. Cuatro atajadas claves de su arquero Nicolás Navarro ante sendos cabezazos de Claudio Spinelli y Matías García en la primera etapa y del zaguero Coronel en la parte final, y un toque de Nicolás Contín sostuvieron a San Lorenzo en sus peores momentos. El resto fueron pantallazos, relumbrones aislados de una expresión colectiva que entró y salió del juego más de lo debido. 

 A diferencia de otros clubes, Pizzi tiene recursos para meter mano e introducir mejoras. Hay 37 contratos profesionales, hasta tres jugadores de nivel por puesto y esta semana se incorporarán los hermanos paraguayos Angel y Oscar Romero, para aportar más fútbol y vivacidad de mitad de cancha en adelante. Precisamente, lo que faltó en el primer tiempo, en el que sólo llegó una vez al área gimnasista (una peinada de Reniero que salió desviada). Y apareció de a ratos en el segundo. Cuando San Lorenzo salió a apretar más arriba, creció el trabajo de Menossi, Belluschi y Barrios y la idea de Pizzi de fortalecerse en la tenencia de la pelota y atacar lo más posible, pudo hacerse realidad.

Pero atención que no le sobró nada al 1-0. Ya fue dicho: Navarro fue la gran figura de la tarde en el Bosque platense. Y cuando empezaron a caer los centros y pelotazos de Gimnasia en el área sanlorencista, Pizzi decidió sacarlo a Barrios, ponerlo a Vergini y en los 10 minutos finales, defender la diferencia con cinco en el fondo. Ganar era imprescindible. Ya vendrá el momento de intentar jugar mejor. Gimnasia, por su parte, creyó merecer mejor suerte, el empate como mínimo. Pero le faltaron luces y algún argumento diferente que la pegada del paraguayo Víctor Ayala en cada pelota quieta. Lo suyo fue correr, presionar, molestar en el medio y apostar por un juego directo, sin tanta elaboración. Le alcanzó para hacer un partido parejo, de calidad ordinaria y en el que el resultado estuvo abierto hasta la última jugada. No le dio para más porque Navarro le cerró el arco, y San Lorenzo maneja otros recursos que no siempre está convencido de poder demostrar.