Inmersa en una búsqueda artística nueva, luego de más de treinta años de carrera, más de 20 millones de discos vendidos en todo el mundo y seis premios Grammy, Julieta Venegas disfruta de los desafíos que la sorprenden en esta etapa. Subir a un escenario durante una hora, ya no a realizar un recital sino a interpretar un unipersonal, con todo lo que eso implica, no es algo que seguramente haya estado en sus planes cuando decidió echar raíces en Buenos Aires.

Sin pretensiones ni apuros, también realiza un show al que llamó Íntimo, con el que recorre distintos espacios de la ciudad, en los que toca para públicos pequeños acompañada solamente por el conjunto de instrumentos que domina. “Este tipo de show chiquito me da mucha independencia porque al estar sola no tengo necesidad de planificarlo demasiado”, explica, y adelanta que para sus próximas presentaciones las entradas ya están agotadas.

Pero no es en ese formato de concierto, sino en La enamorada donde hoy deposita su energía, y lo que incluso la motivó a dejar abierta la posibilidad de volver a grabar un disco propio. Es que la cantante ya está en pleno proceso de grabación de las nueve canciones que escribió especialmente junto con Santiago Loza para complementar el texto, aunque en la puesta final sólo se incluyeron siete. “Tengo un montón de canciones nuevas que no he querido grabar porque no me daban ganas de entrar al estudio, pero la grabación de las canciones de la obra me conectó otra vez con ese tipo de trabajo”, asegura Venegas, quien lanzó su séptimo y último disco Algo sucede en 2015.

-Hay en la obra un carácter intimista, donde la protagonista busca expresar sus emociones al público. Parecería haber una similitud entre este personaje y tu nuevo deseo de experimentar y difundir tu música.

-Sí, estaba metida en una rutina que requería de mucho esfuerzo y me sentía un poco desconectada de lo que estaba haciendo. Sentía que necesitaba reconectar con la parte creativa de simplemente sentarme y tocar por gusto, y eso ha requerido quitar la distancia entre el resultado y el proceso, y hacer todo en un formato más chiquito. Por eso también mi trabajo con Guille (Cacace) fue muy importante para mí y es parte de mi proceso como persona, porque todas las juntadas que hicimos las tomé como una terapia, más que como un trabajo. A partir de un texto y de alguien que estábamos imaginando, como la enamorada, hablamos de literatura, de filosofía, de psicología y de la vida. Por eso a Guille lo apodé Mister Miyagi (risas), porque él es maestro y tiene esa actitud. El me decía que no intentara construir este personaje sino que tenía que dejarlo hablar. Y eso es muy bonito, porque yo estaba toda asustada pensando que tenía que inventarme como actriz.

-¿Y por qué elegiste vivir en Buenos Aires?

-Porque me encanta. Me parece una ciudad preciosa. Muchas razones lindas se juntaron y me vine para acá. Ahora que estoy en un proyecto de teatro, ya soy porteña... aunque Guille dice que para eso me falta hacer terapia (risas).