El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, cargó duramente contra las organizaciones no gubernamentales, dando a entender que podrían estar detrás de los incendios desatados en la Amazonia, los mayores registrados en los últimos años. Desde su llegada al poder el pasado primero de enero, el mandatario lleva adelante una política medioambiental basada en la defensa de la explotación de la selva en manos privadas, la legalización de la minería en reservas indígenas y la reducción de la fiscalización en áreas protegidas. Sus medidas generaron el rechazo de amplios sectores, incluyendo gobernadores de estados amazónicos, ex ministros de Medio Ambiente del país, e incluso la comunidad europea, con Francia, Alemania y Noruega al frente.
"Puede haber, sí, y no estoy afirmando, una acción criminal de esos ambientalistas para llamar la atención contra mi persona y contra Brasil, y esa es la guerra que nosotros enfrentamos", declaró ante periodistas Bolsonaro. Para reforzar su postura, el presidente dijo que su gobierno "ha cortado el dinero público que iba para las ONG" que operan en la región amazónica. "De esta forma, ese personal está sintiendo la falta de dinero", agregó el mandatario.
"El crimen existe. Ahora, tenemos que hacer lo posible para que ese crimen no aumente y establecer las responsabilidades si es que las hubiera", indicó Bolsonaro, quien insistió en que las ONG que operan en la Amazonia "representan intereses ajenos" a Brasil.
Según el estatal Instituto Nacional de Pesquisas Espaciales (INPE), que contabiliza los incendios con la ayuda de imágenes satelitales, los focos de fuego en todo el país en lo que va de este año superan en un 83 por ciento a los del mismo período de 2018. En un informe difundido el martes, el instituto precisó que entre el 1º de enero y el 18 de agosto se registraron 71497 focos de incendio en el país, y que un 52,5 por ciento de los mismos se encuentran en la región amazónica.
Pero las consecuencias del incendio no solo se sienten en la Amazonia. En San Pablo, por ejemplo, oscureció a las tres de la tarde (ver foto 2). La mayor ciudad del país, además de los estados de Mato Grosso y Paraná, se vieron afectados por intensas nubes de humo causadas por los voraces incendios, que oscurecieron completamente el cielo varias horas antes del anochecer.
Para el actual ministro de Medio Ambiente, Ricardo Salles, los motivos de los incendios masivos son estrictamente naturales: “Tiempo seco, viento y calor hicieron que los incendios aumentaran mucho en todo el país”, expresó en su cuenta de Twitter.
Las ONG, por el contrario, temen que el aumento de los incendios se deba a la acción de haempresarios agrícola-ganaderos que, animados por las políticas de Bolsonaro, han decidido avanzar sobre la Amazonia para extender sus territorios. En la misma dirección, para el Instituto de Pesquisa Ambiental de la Amazonía (IPAM), el aumento de los incendios "tiene relación con la deforestación y no con una sequía más fuerte, tal como podría suponerse".
Duras críticas de Europa
La Unión Europea, que cerró un mes atrás un importante acuerdo económico con el Mercosur, bloque económico latinoamericano del cual Brasil es el socio principal, plantea ahora sus reparos frente al alarmante aumento en las cifras de deforestación e incendios. Lejos de calmar las aguas, Bolsonaro le recordó a una periodista europea que “el Amazonas es nuestro, no de ustedes”, y acusó al continente de querer apropiarse de las riquezas naturales de Brasil. “Brasil es como la virgen que desean todos los extranjeros pervertidos”, agregó, en el tono polémico que lo caracteriza.
El presidente considera que las voces internacionales que piden preservar el bosque están sumidos en una “psicosis medioambientalista”. Ante la tensión con Francia por la política de cambio climático y medioambiente, Bolsonaro canceló repentinamente una reunión del 29 de julio con el canciller francés Jean Le Drian. Prefirió ir a cortarse el pelo.
El aumento de tala de árboles en el pulmón verde del planeta ha llevado, además, a Noruega y Alemania a suspender partidas destinadas al Fondo Amazonia, dedicado a la protección ambiental en Brasil, y del que ambos países son los principales patrocinadores.
Noruega anunció el jueves pasado el bloqueo de 30 millones de euros para programas del Fondo, para el cual el país escandinavo aportó un 93,5 por ciento del total del presupuesto que esa estructura recibió entre 2008 y 2018. Alemania, por su parte, aportó un 5,7 por ciento, y la estatal brasileña Petrobras, el 0,5 restante. El gobierno alemán ya había bloqueado el pasado 10 de agosto unos 35 millones de euros de distintos programas, hasta tanto las cifras de deforestación volvieran a ser alentadoras, o al menos se estabilizaran.
Ambos países expresaron en más de una ocasión su agradecimiento al gobierno de Lula da Silva, responsable del inicio del proyecto del Fondo. Hoy, son fuertemente críticos ante un gobierno que no mantiene el comité directivo tripartito entre el Gobierno Federal, los gobiernos estatales y la sociedad civil, eliminado recientemente por el ministro Salles.
Por su parte, el Consorcio Interestatal de Desarrollo Sostenido de la Amazonia Legal, integrado por nueve gobernadores del territorio selvático, informó que pretende "dialogar directamente" con los países que financian el Fondo Amazonia.
Frente a un complejo escenario, Bolsonaro insistió en defender la soberanía de Brasil sobre la Amazonia, mandó a la canciller Angela Merkel a usar los fondos para "reforestar Alemania", y reprochó a Noruega por "matar ballenas" y "extraer petróleo del Polo Norte" a través de un tweet que luego debió borrar, ya que incluía, erróneamente, imágenes de caza tradicional de delfines en las Islas Faroe.
Informe: Guido Vassallo