"Quería que la película esté a la altura de la música de Los Síquicos, que a mí me parece genial", explica Alejandro Gallo Bermúdez. Durante algo más de nueve años, el director salteño acompañó presentaciones y derivas del chamamé psicodélico cultivado por el grupo de Curuzú Cuatiá. Una trayectoria en zigzag que Encandilan luces: Viaje psicotrópico con Los Síquicos Litoraleños descubre de manera lúdica, mientras persigue a este artefacto extraño, de raíces folklóricas y proyección galáctica. Encandilan luces podrá verse el miércoles en Cine Arteón (Sarmiento 778), a las 18 y a las 20.

"De Curuzú Cuatiá, cuna del chamamé, salieron grandes estandartes como Tarragó Ros, Edgar Estigarribia, Juancito Güenaga, Aldy Balestra, así que no es casual que de ahí salieran también Los Síquicos. Mamaron esa sonoridad, esa música, esas tonadas litoraleñas. La deformaron hasta casi romperse, pero lo que se sigue escuchando es la tonalidad de la Mesopotamia. Yo quería que la película esté a la altura de esa música, y no fuese simplemente una película biográfica", agrega el realizador.

Editaron un disco (Sonido chipadélico, 2013) en El Líbano, en coproducción con Estados Unidos. "Ni la ONU logró eso", se ríe Gallo Bermúdez.

-Creo que esa raíz musical queda patente en el inicio de la película, con ellos tocando en pueblitos. Desde luego que hay un contraste, pero el público disfruta tanto como ellos.

-Absolutamente. Desde la primera vez que los descubrí, ellos me transmitieron una cuestión genuina y sincera. Los Síquicos se disfrazan para tocar, hacen máscaras con bidones de gasoil, usan capas, sombreros viejos; de alguna forma resignifican todo lo que tienen a su alcance. Y eso es algo sincero, no es una postura. Creo que la película refleja esa sinceridad. Por otro lado, si bien es una banda con muchísima historia, no dejan de ser un misterio.

-De hecho, tras ver la película pareciera que todavía es mucho lo que uno no sabe.

-Al comenzar a filmar, le mostraba a amigos míos videos de los Síquicos y me decían: "¡Está buenísimo!, ¿pero son actores o músicos?". Ahí había una cuestión muy interesante, en ese límite difuso entre lo real y lo ficticio. Me parecía importante no reforzar eso, no evidenciarlo, pero sí construir alrededor, para que no se rompiera el misterio, de manera tal que al terminar la película el espectador siguiera un poco su viaje, se preguntara qué es esta rareza que vio, que los busque en internet, que escuche su programa de radio. En 80 minutos condensé un poco un universo que es quizás inabarcable. El montaje fue una alquimia muy precisa de ver cuándo mostrarlos y cuánto escucharlos. Durante estos años pasé por todos los formatos posibles. Lo fui haciendo con lo que tenía a mano, comencé con una cámara hogareña, luego fui mejorando y de alguna forma acompañando el mismo proceso de Los Síquicos.

Alejandro Gallo Bermúdez, el realizador.

-A Los Síquicos se los nota a gusto con el mundillo en el que conviven, no creo que quisieran salirse.

-Más allá de ser un documental sobre una banda que me gusta, intenté que tuviese muchas capas, que no fuese simplemente un retrato. Una de las cosas que apareció durante el proceso, a lo largo de estos nueves años, fue empezar a pensar cuáles son los caminos del hacedor para desarrollar su potencial, si el camino conocido o el camino incierto, algo que de alguna manera plantean Los Síquicos. Creo que la película indaga un poco sobre eso, sobre la periferia y sobre cómo el mainstream se alimenta de eso, de la periferia y del acto de crear. Cada vez que hablo con la gente luego de las proyecciones, los comentarios me retroalimentan y me hacen pensar en estos temas, pero también se trata de dejar que el espectador sea el que saque sus conclusiones.

-En la película se percibe también la aparición coincidente de otros grupos con estéticas y sonido semejantes.

-Empezó a suceder que al filmar durante tanto tiempo, observando a un grupo y sus efectos en diferentes lugares del planeta, apareció algo muy interesante, porque la escena que Los Síquicos formaron no sólo tiene lugar en su pueblo natal, sino también en la región. Los gurises veían sus videos o se pirateaban los casetes. Un montón de pibes empezaron a hacer otra clase de música, sin olvidar esa raíz chamamecera, pero llevándola hacia diferentes lugares; así surgieron un montón de bandas: Saltimbanquis, Nde Ramírez, Guauchos, toda una música muy interesante. De alguna manera, Los Síquicos son los inspiradores de una escena de la cual decidieron permanecer afuera.

Inspiradores de una escena emergente, a este combo de chamameceros correntinos le llaman "el Pink Floyd de los pobres".

-Con tanto material registrado, no te habrá resultado fácil decir dónde parar, cuándo terminar.

-En algún momento, mi productor Juan Pablo Di Bitonto, me dijo basta, terminala. Por otra parte, lo que también ayudó fue el plazo que nos significó el Premio Raymundo Gleyzer, gracias al cual la película pudo ser hecha.

Entre avatares diversos, hongos alucinógenos y un ufólogo que asegura imágenes sorprendentes, Encandilan luces registra también la gira del grupo por Holanda y Bélgica, sus presentaciones, el cruce de las miradas fascinadas, y vínculos artísticos de efectos impensados, como "la edición de un disco (Sonido Chipadélico, 2013) en El Líbano, en coproducción con Estados Unidos. ¡Algo que ni la ONU logró! (risas)". Acontecimiento consecuente, seguramente, con lo que Gallo Bermúdez explica cuando dice que Los Síquicos Litoraleños son creadores "genuinos y sinceros". Por allí, sendero auténtico, encarrilan y deambulan quienes han sido denominados "el Pink Floyd de los pobres".

 

Encandilan Luces: Viaje Psicotrópico con Los Síquicos Litoraleños fue exhibida en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, además de ser seleccionada en el Festival de Cine de Lima (Perú) y en el Festival Internacional de Cine de Viña del Mar (Chile). El reparto incluye testimonios de Dick El Demasiado, Alan Courtis, Humphrey Inzillo, Norberto Cambiasso y Jorge Fernández.