A Arnaldo Antunes le interesan los contrastes. El músico, poeta y artista visual paulista construyó un lenguaje estético propio a partir del cruce entre territorios, géneros y expresiones artísticas diferentes. De algún modo, el brasileño entiende que esa impronta es herencia del tropicalismo. En su nuevo disco, RSTUVXZ (2018), llevó ese rasgo al extremo: a lo largo de trece canciones se van intercalando dos géneros bien definidos, el samba y el rock. El disco, por ejemplo, abre con "A samba", que incluye todos los elementos tradicionales de este ritmo brasilero, y sigue inmediatamente con el punk furioso "Se precavê", para luego dar lugar a “Amanhã só amanhã”, otro samba. Y así continúa. Lo interesante es que la convivencia no genera ruidos, sino que Antunes logra integrar con fluidez y belleza ambos mundos sonoros. Luego de visitar el país en marzo junto a Tribalistas, el súper trío que integra junto a Marisa Monte y Carlinhos Brown, el artista brasileño mostrará su faceta solista este domingo 1º de septiembre a las 20 en Usina del Arte (Caffarena 1), gratis.

El día anterior, el sábado a la mañana, participará de la presentación del libro Otros carnavales (2018), de Violeta Weinschelbaum. “Me encantó aquel concierto en Buenos Aires en el Luna Park. Es una felicidad enorme compartir escenario con Marisa y Carlinhos. Habíamos hecho participaciones eventuales, pero fue la primera vez que logramos hacer coincidir nuestras agendas y armar una gira como Tribalistas. ¡Fue una experiencia memorable!”, rememora Antunes y no esconde su entusiasmo. El músico puede pasar de un escenario multitudinario con Tribalistas a un espacio íntimo con su proyecto solista. “No hay gran diferencia para mí en la manera de actuar sobre el escenario en cada proyecto. Lo mismo en el momento de la composición, es todo creación”, dice. “Pero Tribalistas, claro, es un conjunto de tres personas, de tres compositores, con sus afinidades diferentes, que se completan muchas veces al hacer una canción; cada uno incentiva al otro a que haga algo que tal vez solo no haría”.

En esta visita, además de presentar su disco nuevo, Antunes mostrará repertorio de todos sus discos y de otros autores. Lo hará en formato trío, con Betão Aguiar (bajo, guitarra y voz) y Curumin (batería, programaciones, percusión, guitarra y voz). “En este concierto también hay rock y sambas antiguos de mi carrera, como ‘Alegría’ o ‘Só solidão’. Y rocks como ‘Fora de si’, ‘Televisão’ y ‘Essa mulher’. Y también sambas convertidas en rock y rock convertidos en samba, como el caso de ‘Exagerado’, de Cazuza”, adelanta. “Yo crecí escuchando géneros de la música pop internacional, pero cuando vi en vivo por primera vez en la televisión un desfile de una Escola do Samba comprendí la potencia que tenía”, grafica. “O sea que el samba es parte de mi vida. Siempre fui un apasionado por el samba, no solo por el samba contemporáneo. Es un lenguaje que me posibilita una inspiración para componer”.

-En su nuevo disco hay sambas y rock en igual medida. ¿Por qué esta idea de alternar entre un género y otro y no de mezclarlos?

-En este disco tuve la intención de hacer convivir las diferencias. Al mismo tiempo, encuentro cierta afinidad entre el rock y el samba. Ambos son muy frecuentes en mi carrera como compositor. Cuando me lancé, era considerado un cantante de rock pero también tocaba funky y reggae. Y a la vez siempre tuve influencias provenientes de la tradición de la música popular brasilera, algo muy fuerte para mí. Es una música muy rica e inevitablemente aparecía esa mezcla en mis canciones. Y cuando salí de Titãs (banda de rock que lideraba en la década de los ochenta), empecé a ejercer una mayor libertad para frecuentar y explorar varios géneros, pero ya había en Brasil una tradición de samba-rock. Yo no quería hacer un disco de fusión de samba-rock, sino que quería hacer un disco de sambas y de rock, evidenciando así todas las distinciones. Es muy providencial también hacer un disco que en cierta manera haga convivir las diferencias en un periodo de tanta intolerancia en el mundo.

-La diversidad es una constante en toda su obra: géneros, lenguajes, expresiones artísticas y formatos conviven en su universo estético. ¿A qué se debe?

-Creo que es muy natural. Provengo de una cultura y una religiosidad híbrida; un país-continente mestizo, que tiene un poco de todo. Yo crecí también en una generación post tropicalista. En la época de los tropicalistas ya había una conquista: la de poder convivir con géneros diferentes. Entonces, ya recibí un territorio más apaciguado; por eso me resulta muy natural incluir en mi composición diferentes ritmos, ya sea el reggae, el rock, el samba, el bahiano, el maracatú. Creo que esa libertad de la fusión entre géneros no es solo una cosa brasileña, también tiene que ver con los tiempos que vivimos. Los tiempos digitales integraron un poco la poesía, la música, las artes visuales. Y la crisis de los géneros, no identificarse específicamente con algo, para mí tuvo reflejos también en la convivencia de diferentes cosas. Pero creo que hay un territorio común en mi obra y es el trabajo con la palabra. Desde muy chico tomé clases de guitarra y escribí poemas. Entonces, crecí en una época en la que el puente entre la canción y la poesía era muy vivo. Me refiero a poetas que escribían libros pero también hacían canciones, como Vinicius de Moraes. Para mi generación nunca fue un problema la convivencia, sino una condición muy natural. Es el trabajo con la palabra el que me lleva a otros lenguajes, como a la poesía, la canción y el arte gráfico. El tránsito entre los lenguajes me llevó a convivir con naturalezas de trabajo muy diferentes.

-¿Por qué?

-Porque, por un lado, la canción popular me acerca a públicos muy grandes, porque está ligada con la cultura de masas y la cultura del entretenimiento. Y, por otro lado, la poesía cuenta con un público muy chico, no solo en Brasil. Y ésa es una paradoja en mi vida, porque me he enfrentado a los preconceptos de ambos lados: los sectores que creen que la poesía es una cosa muy intelectualizada y las personas que creen que la música popular no vale la pena, porque dicen que no tiene valor cultural. Y mi ambición es hacer un pasaje de un área a otra, derrumbar los prejuicios y las divisiones entre ambos territorios.

-¿Y qué pasa con la palabra en la era digital? ¿No estamos atravesando una crisis?

-Creo que estamos viviendo un tiempo donde la comunicación es muy rápida, sobre todo en redes como Facebook, Instagram o Twitter. Y más que nunca es necesaria la lectura de libros y textos mayores como un contrapunto frente a esa velocidad de la información que tenemos a través de las redes sociales e Internet en general. No creo que la experiencia del libro vaya a desaparecer con la expansión de los medios digitales pero hay experiencias que necesitan otro tipo de concentración, profundidad y contemplación. Cuando surgió Internet, yo era más optimista porque creía que el acceso a la comunicación y a la información instantánea de cualquier mensaje proveniente de cualquier parte del mundo crearía un ambiente más abierto en la mentalidad de las personas. Pero lo que vemos actualmente es que se está acentuando cada vez más la intolerancia, los odios, la formación de guetos, las separaciones. Y eso para mí fue una sorpresa muy mala. Así como políticamente creíamos en la llegada de un mundo mejor con la caída del Muro de Berlín, un hecho icónico del siglo XX que traería el fin de la Guerra Fría. Sin embargo, estamos asistiendo a un mundo donde crece la intransigencia y la prepotencia. Me preocupa cómo inciden en ese fenómeno las redes sociales.

-Y en este sentido, ¿cómo ve lo que está ocurriendo en la Amazonia? ¿La comunidad artística refleja esta crisis social, política y ambiental?

-Estamos viviendo un momento terrible en Brasil de agresión cotidiana. Cada día vivimos una hostilidad y un retroceso diferente. Hay un ataque a la cultura, a la educación, a los derechos humanos, a la preservación del medio ambiente, a la dignidad humana... es una cosa muy difícil. En primer lugar, lo veo como ciudadano brasileño y como ser humano. No solo ocurre esta circunstancia en Brasil, sino en toda la humanidad. Mucha gente apoya expresiones de fascismo que están en el poder actualmente. Creo que es una lucha cotidiana para los que vivimos en Brasil y tenemos una mentalidad más progresista. Específicamente, en este momento estamos muy preocupados porque el ataque a la Amazonía se tornó una situación que puso en alerta a todo el mundo. Es una situación muy sensible, muy delicada, porque es algo de lo que no se puede volver atrás. No es una ley que se pueda cambiar en el futuro, esto es algo que no tiene retroceso. Las víctimas más frágiles de todo esto son la naturaleza y los pueblos indígenas, que están siendo seriamente amenazados por la voracidad del sistema agropecuario, de los madereros, etc. Entonces, claro que eso como personas nos afecta y de cierta manera ingresa a nuestro arte, no como un mensaje de panfleto político sino como fruto de nuestra preocupación.

-¿Y el pueblo brasileño toma real dimensión de lo que ocurre con los incendios en la Amazonia y la responsabilidad que tiene la dirigencia política?

-Hay un país extremamente dividido en este momento. Hay manifestaciones en las calles en contra y a favor del gobierno. La opinión pública está dividida, incluso desde antes del golpe que sacó a la presidente Dilma Rousseff. Entonces, también es difícil vivir en este ambiente de polarización, que divide familias y amigos. Hay una guerra de opiniones todo el tiempo, algo que no es bueno para el país y que sería importante apaciguar.


Una charla en La Usina

Antunes, además, participará el sábado de la presentación del libro Otros carnavales: Conversaciones con músicos de Brasil (2019), de la escritora y crítica cultural argentina Violeta Weinschelbaum. “Violeta es una gran entrevistadora. La conversación con ella siempre es buena porque es inteligente y tiene mucha sensibilidad. Sabe sacar lo mejor de cada entrevistado y conoce mucho la música brasilera”, destaca Antunes, quien también está incluido en la publicación. “Es un libro muy importante para la cultura brasilera”, resume el músico y poeta. El material incluye conversaciones que sucedieron a lo largo de veinte años con algunos de los músicos más representativos de la música popular brasileña. En ese recorrido, “se traza una historia de la música, un linaje, se describe con anécdotas, risas e historias infinitas la red de relaciones entre ellos, esa que sostiene uno de los acervos musicales más importantes del mundo”. Entre ellos, hay charlas con Caetano Veloso, Rita Lee, Ney Matogrosso, Adriana Calcanhotto, Alexandre Kassin, Moreno Veloso, Tom Zé, Gilberto Gil, Marisa Monte, Carlinhos Brown, Maria Bethânia, Chico Buarque, Lenine, Bebel Gilberto, Djavan y Vanessa da Mata, entre otros. La cita es este sábado 31 a las 11.30 en la Sala de Cámara, en la Usina, gratis.