Desde el 11 de agosto a última hora, el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, desapareció de la escena pública. Según algunas crónicas periodísticas, los asesores de campaña le aconsejan un bajo perfil para evitar que sus apariciones públicas le hagan perder los votos en la disputa electoral de octubre. Teme tener que afrontar una segunda vuelta. 

Hasta ahora había elegido la variante de presentarse como un intendente hacedor de veredas. Renunció hace rato a abordar las cuestiones de fondo que hacen de la Ciudad Autónoma casi una provincia. Educación, salud, vivienda, empleo no son sus temas. Espacio urbano, plazas, y pasos bajo nivel, sobre todo en zona norte, parecían alcanzarle para disimular su corresponsabilidad con el plan económico que ubica a cada vez más compatriotas en la miseria.

Hasta aquí sólo sería una cuestión de táctica electoral. El problema es que Rodríguez Larreta no sólo es un candidato que decide una u otra forma de conseguir votos. Es, por ahora, el jefe de Gobierno en funciones de la principal ciudad de la Argentina. Y, como tal, no puede sustraerse de sus responsabilidades.

Múltiples sucesos ocurridos en la Capital Federal desde el día de las PASO en adelante demandaron la presencia de un Jefe de Gobierno ausente.

Por mencionar los más relevantes: dos muertes conmovieron la ciudad y atravesaron sus fronteras. Un policía metropolitano, cuya dependencia de Rodríguez Larreta es directa, asesinó de una patada a un ciudadano porteño. La otra muerte la causó la seguridad privada de un gran supermercado. Dos empleados golpearon a un hombre de 68 años porque había robado alimentos de una sucursal en un barrio de la Ciudad que gobierna Rodríguez Larreta. El titular de Ejecutivo no opinó al respecto.

30 chicos y chicas sufrieron una intoxicación por ingerir comida en mal estado en una escuela pública de la misma ciudad. El jefe comunal no tuvo nada para decir, ni hacer.

Las comunidades educativas de dos instituciones de educación especial se movilizaron contra el virtual cierre de una de estas escuelas al fusionarlas en un mismo edificio. Llevan dos semanas realizando abrazos a la escuela y cortes de calle. Rodríguez Larreta no dijo nada.

Una decena de organizaciones, entre sindicatos, asociaciones de consumidores, organizaciones sociales, Pymes y clubes de barrio se manifestaron en la Legislatura para reclamar la emergencia tarifaria, alimentaria y salarial en la jurisdicción. No hubo respuesta del Gobierno a sus demandas.

La lista podría seguir. Cualquiera de estos hechos ameritaría un posicionamiento de la máxima autoridad gubernamental. De una manera extraña Horacio Rodríguez Larreta prioriza su rol de candidato por sobre sus obligaciones de funcionario. Mientras tanto, la ciudad con más recursos de la Argentina sigue viendo crecer la indigencia y la pobreza, se profundiza la brecha entre el norte y el sur y aumentan los niveles de violencia y crueldad que padecen sus habitantes.

Ni la educación, ni la salud, ni las necesidades vitales de los porteños pueden esperar a los ritmos electorales que mueven a su Jefe de Gobierno. La Ciudad está en emergencia.  

Secretario general de UTE