“Si bien cuando era niña me gustaba mucho la música y el baile, mi vocación se definió en la secundaria. La decisión de venirme a Buenos Aires fue difícil para mí, que era una persona no acostumbrada a una ciudad, porque se sintió el desarraigo, la lejanía de los afectos y la necesidad de adaptación. La universidad me aportó mucho a nivel humano.” Micaela Chauque es una cantautora salteña o, más precisamente, la intérprete que mejor descifró la actualidad del folklore nacional, según el jurado de los Premios Gardel, que consagró su último disco, “Jallalla”, como el mejor álbum folklórico hecho por una mujer durante 2018.

La artista, de 40 años, nacida en Iruya, es profesora y licenciada en Folklore por la Universidad Nacional de las Artes (UNA). Su llegada a esa institución aceleró un proceso de comprensión de un mundo nuevo: “A nivel humano me facilitó aprender a convivir y a vivir en una situación de ciudad, era mi primera vez en Buenos Aires y aprendí sobre las diferencias humanas que se ven aquí entre gente distinta”.

Para la artista, “lo más lindo fue conocer a compañeros de La Pampa, Corrientes, Misiones, Jujuy, Córdoba y participar en clases de profesores prestigiosos y talentosos”, como Rubén Pérez Bugallo, en musicología, y Héctor Aricó y Norma Viola, en danzas”. Y en cuanto a los aportes conceptuales resaltó: “Aprendí a sistematizar y organizar los conocimientos que traje desde el lugar de donde vine. Eso estaba todo intrínseco, mezclado y me atraviesa transversalmente. En cambio, la universidad divide su estudio en distintas áreas para instrumentos y danzas particulares. Ahí se focaliza en algo que parece chiquito, como el charango, pero que cuando se estudia se aprecia su gran significado. Creo que mi música puede poner en palabras y sonidos lo que antes estaba como innato. También, como egresada del profesorado, me llevé una técnica muy didáctica para enseñar”.

La denominada “Ley Nacional de Folklore”, que en julio obtuvo media sanción del Senado de la Nación, prevé la enseñanza de estas manifestaciones artísticas en todas las escuelas públicas y privadas del país. Para Chauque, esta norma permitirá trabajar una identidad nacional superadora de divisiones. “Como licenciada entiendo que el folklore es una manifestación originaria, popular, criolla y tradicional, es decir, una manifestación de la diversidad de músicas y danzas existentes en todo el país. Por eso creo que si el folklore se enseña en las escuelas, debe representar esa diversidad”, explicó la música, que está cursando la Maestría en Musicología de la UNA.

 

El futuro de esta identidad musical requerirá transitar otros senderos: “Vamos a necesitar mucho tiempo y el trabajo de muchos científicos de la cultura. Hay que construir una idea sobre qué se considera folklore. Ver, por ejemplo, si las producciones urbanas con influencias de identidades antiguas formarán parte de este nuevo movimiento. Sea como sea esa construcción, habrá que invitar a construirla desde la diversidad, la tolerancia y con las manifestaciones más populares y más ocultas”.