No hubo errores de cálculo. Durante la gestión de Mauricio Macri, la región patagónica fue convertida en el patio trasero de la Argentina. Ante cada decisión de política económica del Gobierno nacional hubo miles de despidos en el sector de los hidrocarburos, en la construcción, en la producción de frutas en el Alto Valle y en la industria manufacturera. Las provincias fueron empujadas a tomar deuda en dólares para “contribuir” con el Tesoro nacional a financiar la fuga de capitales. Hubo despidos masivos en las áreas de Agricultura familiar y el INTA y un profundo proceso de flexibilización laboral con eje en Vaca Muerta y en Yacimientos Carboníferos de Río Turbio (YCRT).

La Patagonia ajustada” (Acercándonos, 2019) es un nuevo relato urgente que narra el impacto de las principales decisiones de política económica de la Alianza Cambiemos sobre el territorio patagónico: el desfalco hacia los trabajadores y trabajadoras, las presiones a las que sometieron a gobernadores y gobernadoras, las consecuencias de la flexibilización laboral que se cobró ocho vidas en Neuquén, la retirada del Estado a favor de grandes intereses económicos, la pérdida deliberada de soberanía, ajuste económico dictado por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y discriminación presupuestaria.

El plan político económico de la Alianza Cambiemos fue lo que alguna vez Rodolfo Walsh definió como “la miseria planificada”, donde nada de lo sucedido fue un error. Macri hizo lo que venía a hacer. Cash presenta un adelanto de este nuevo trabajo editorial.

La maldita deuda

Todo tiene una génesis. El punto de partida de este nuevo ciclo de endeudamiento fue el pago millonario a los Fondos Buitre, que luego de años de extorsión hacia la Argentina recibieron una cuantiosa tajada con la venia de un juez de distrito de los Estados Unidos, Thomas Griesa, y una mayoría parlamentaria circunstancial que durante los primeros años de la Alianza Cambiemos jugó como el “equipo de reserva” del Poder Ejecutivo Nacional que le votó y avaló cada una de las leyes y decisiones que permitieron este nuevo ciclo de endeudamiento planificado.

Algunos gobernadores y gobernadoras fueron cómplices en la estrategia de endeudamiento del Gobierno nacional al avalar en el Congreso el pago a los “Fondos Buitre” con la falsa excusa de aparentar un aporte a la “gobernabilidad”. El cascabel prometido a las provincias a cambio de ese acompañamiento legislativo fue la autorización para que cada jurisdicción pudiera emitir sus propios títulos de deuda en dólares.

Mientras esto sucedía, el Estado nacional iniciaba su plan de ajuste económico. La ecuación era la siguiente: autorizaron a las provincias a tomar deuda en dólares para que pudieran “invertirlos” en la obra pública que el mismo Estado nacional dejaría de financiar. Pero esa deuda contribuyó a financiar la fuga de capitales y se convirtió en un verdadero salvavidas de plomo para ellas.

Neuquén, Mendoza, Chubut, Córdoba, Salta, Chaco, Santa Fe, Entre Ríos, Buenos Aires, Tierra del Fuego, La Rioja, Jujuy, Río Negro, y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires emitieron títulos por 12.336 millones de dólares, a un plazo promedio de 8,2 años. De este total, las jurisdicciones patagónicas (Neuquén, Río Negro, Chubut y Tierra del Fuego) lo hicieron por 1915 millones. Santa Cruz fue la única que no tomó deuda en moneda norteamericana.

La profunda crisis –política, económica y social- que está atravesando Chubut tiene su génesis en su exponencial endeudamiento. Según la Subsecretaria de Relaciones con las Provincias que depende del Ministerio de Interior, Obra Pública y Vivienda, a cargo de Rogelio Frigerio, la deuda total de esta provincia ascendía a los 37.484 millones de pesos al cuarto trimestre de 2018, una suba del 56 por ciento en comparación con el mismo período del año anterior (24.091 millones) y un 404 por ciento más que el stock registrado a fines de 2015 (7427 millones de pesos). El 88 por ciento de estos pasivos está en moneda extranjera, según indicó la consultora internacional Moodys. El pago de intereses se disparó un 2083 por ciento.

Al resto de las jurisdicciones patagónicas que tomaron deuda en dólares no les fue mejor. El stock fueguino ascendió a 11.786 millones de pesos al cuarto trimestre de 2018. En relación con el acumulado en el mismo período de 2015 (1704 millones), la provincia multiplicó por casi 7 veces su deuda total; mientras que los intereses generados se multiplicaron 420 veces entre 2015 y el último trimestre del año pasado.

Por su parte, Río Negro incrementó su stock de deuda en un 331 por ciento y el pago de intereses en un 4534 por ciento y Neuquén multiplicó su deuda en un 280 por ciento y el pago de intereses en un 1298 por ciento.

Santa Cruz no se endeudó en moneda norteamericana. Quizás la única virtud de la oposición local haya sido impedir que la Legislatura provincial aprobara el permiso para tomar deuda en dólares. Esta jurisdicción solamente tomó préstamos con Nación, en pesos. Por ende, su stock de deuda se incrementó solamente en un 60 por ciento durante el período analizado.

El verdadero Plan Patagonia fue la destrucción de puestos de trabajo productivos y la flexibilización laboral en la región. Ante cada decisión de política económica –apertura de importaciones, falta de incentivos para el sector petrolero convencional, recortes en la obra pública, desarme del sector industrial- se destruyeron miles de puestos de trabajo.

La desarticulación de la industria manufacturera en Tierra del Fuego generó la destrucción de 6200 puestos de trabajo directos en el sector; en la industria petrolera se perdieron más de 5300 puestos directos: las jurisdicciones más afectadas fueron Chubut y Santa Cruz. La política de apertura de las importaciones de frutas provocó el cierre de 300 plantas de empaque en el Alto Valle de Río Negro y la pérdida de 2200 puestos directos.

Entre diciembre de 2015 y el mismo período de 2018 se destruyeron 29.000 empleos directos en Río Negro (-7226), Santa Cruz (-8286), Chubut (-6420) y Tierra del Fuego (-7831). En Neuquén se crearon 4099 puestos de trabajo pero hay que mirar de cerca lo sucedido en esta provincia, ya que aquí se concretó el primer experimento flexibilizador del macrismo con eje en Vaca Muerta.

Con la venia del gobernador Omar Gutiérrez y el titular del Sindicato de Petroleros Privados, el senador Guillermo Pereyra (MPN), en la provincia se destruyeron 2400 puestos de trabajo del sector de los hidrocarburos entre diciembre de 2015 y el mismo período de 2017. Para el cuarto trimestre del año pasado, el sector había recuperado la misma cantidad de trabajadores que en el inicio del ciclo macrista. La diferencia es que los “nuevos contratados” lo hicieron bajo condiciones de flexibilización laboral. Así fue el disciplinamiento.

Para muchos de los nuevos contratados fue su primera vez en el sector. Este no es un dato menor teniendo en cuenta que en menos de dos años murieron 8 trabajadores de Vaca Muerta como consecuencia de la flexibilización laboral. Uno de los fallecidos fue Mauricio Segura (35) quien había ingresado a trabajar por primera vez en el sector en agosto de 2018. Nunca antes se había vinculado con este rubro. Desde el punto de vista de la fría estadística, fue uno de los trabajadores que se incorporó luego de los 2400 despidos en la provincia, flexibilización mediante. Tres meses después de haber logrado un nuevo empleo, murió.

Darwinismo

La Alianza Cambiemos llegó con el discurso de la modernización del Estado, del trabajo en equipo y habló de procesos de reconversión productiva pero en el fondo aplicó el más clásico darwinismo social: les dijo a determinados sectores productivos y económicos que debían adaptarse o desaparecer. Ni más ni menos que eso.

“Uno de los problemas más graves en la concepción del Gobierno nacional fue la idea de que los resultados de la historia socioeconómica del país fueron solamente un conjunto de distorsiones impositivas o subsidios. Entonces los beneficios industriales (subsidios) para Tierra del Fuego fueron analizados como una distorsión; las políticas públicas de expansión de la obra pública en infraestructura, otra distorsión; el barril criollo para sostener la producción local del petróleo convencional y ciertas políticas específicas para el Valle de Río Negro, también”, analizó Rubén Zárate, especialista en políticas de desarrollo regional.

El macrismo quebró un ciclo de crecimiento que se venía dando –no sin tensiones- por el impulso del Estado nacional.

Veamos algunos resultados del período 2001-2014:

En Santa Cruz se crearon 2308 nuevas empresas, es decir un incremento del 90,6 por ciento en relación a la situación de 2001. En Neuquén se constituyeron 4384 nuevas compañías, un crecimiento del 84,3 por ciento. Tierra del Fuego creció en un 71,8 por ciento en la constitución de empresas formales y Río Negro, un 64 por ciento.

* Solo en estas cuatro provincias se crearon 12.470 nuevas empresas a partir de la implementación de políticas sectoriales, la distribución equitativa de subsidios y el crecimiento económico general del país.

* Al analizar solamente las organizaciones industriales, Santa Cruz incrementó su base en un 119 por ciento al pasar de 125 a 274 sociedades, seguida por Río Negro (52,2 por ciento) y Neuquén (51,7 por ciento).

“El freno que hubo sobre la obra pública y el redireccionamiento sobre el sector petrolero generó una destrucción inmediata de todo ese sector. Hay una parte del desempleo de la región que no es sólo por el freno de la obra pública sino que también se destruyeron fuentes de trabajo calificadas”, concluyó Zárate. Macri hizo lo que venía a hacer.

Es con el Estado

En estos últimos tres años y medio todo quedó en la nada, como suspendido o dentro de un cono de letargo e indiferencia, a la espera de nuevas coyunturas, más solidarias, justas, soberanas. Por la Patagonia recorre una ventisca helada que nos interpela. Es la voz de la tierra con sus hombres, mujeres, niños y niñas que vuelven a pisar fuerte sobre un territorio que les pertenece. Nuevas ventiscas soplarán.

Para que esto suceda, el rol del Estado es y será clave para el desarrollo de la región, lógica que no cabría en la definición del sálvese quien pueda o del “reconviértase o muera” del darwinismo social y económico propuesto por la Alianza Cambiemos.

Para que exista una captación del excedente económico regional, o políticas de distribución del ingreso o una reorientación de la estructura fiscal para mejorar el desarrollo territorial se necesitará un Estado fuerte y presente.

En el marco del Plan Patagonia, el Gobierno definió que ese tipo de Estado ya era parte de un “viejo paradigma”. Nada más alejado. Un proyecto de estas características no estará exento de la resistencia del capital (sobre todo de las empresas extranjeras), siempre reacio a ceder parte de su renta. La correlación de fuerzas será clave.

@spremici