Resistencia parece ser la palabra que marcó a los proyectos culturales y educativos más genuinamente vinculados a lo social en estos últimos años. Cuando el Estado se retira, aparecen modos de organizarse, juntarse con otros, repensarse creativamente, con mayor o menor suerte, según los casos, para seguir adelante. El caso de las orquestas y coros infantiles y juveniles es tal vez uno de los más emblemáticos. Entre lo que fue y lo que es, lo que pudo ser y lo que será, los ejemplos se suceden a lo largo del país. Tres de ellos tienen noticias por estos días: la orquesta La Pandilla de la Isla Maciel, la Orquesta Escuela de Berisso, y la Musicantes de San Martín de los Andes, formada en su mayoría por niñes y jóvenes del pueblo mapuche. En estos espacios, como en tantos, los sectores más vulnerables de la población siguen teniendo acceso a un derecho: la posibilidad de hacer y compartir música.

La actual administración destruyó iniciativas virtuosas como la de Orquestas y Coros del Bicentenario , que el Ministerio de Educación de la Nación dejó librada a cada suerte al pasar las formaciones a las provincias y municipios, desmantelando en los hechos buena parte de las más de 300 que había hasta 2015. O programas como el Andrés Chazarreta, del ex Ministerio de Cultura , también dirigidos a sembrar orquestas y coros en las zonas más desfavorecidas. Obstinadamente, muchas de estas formaciones siguieron sin embargo adelante, pensando estrategias y alianzas con universidades, fundaciones, y otras organizaciones de la sociedad civil. Dos conciertos próximos (en el teatro Roma de Avellaneda y en el Planetario de La Plata) y la proyección de un documental, alientan esta continuidad.

La Pandilla en acción

En la Isla Maciel funcionaba una orquesta en la escuela técnica que había creado allí la Universidad de Avellaneda. Cuando esta escuela se trasladó a Wilde, los chicos y chicas que asistían ya no tuvieron medios para viajar. Wilde siguió adelante con una nueva orquesta, en alianza con la universidad (en ese sentido, tuvo mejor suerte que la de la Universidad de General Sarmiento ). Pero la isla se quedó sin su orquesta infanto juvenil. Violín en mano (literalmente, ya que había quedado uno guardado) el Padre Paco, referente del barrio, alentó el sueño de recuperarla.

Se creó entonces una mesa de trabajo con la Universidad de Avellaneda, la asociación civil La Guitarra, la fundación Isla Maciel y las músicas autoconvocadas que están luchando por la ley de cupo. Organizaron dos festivales, una campaña de Ideame, y juntaron el dinero para comprar instrumentos. Aadi donó los primeros violines y las violas; Sadaic, el honorario de un profesor desde hace dos años, entre otras donaciones y aportes.

Finalmente, el 1° de agosto de 2018 se abrió formalmente la orquesta La Pandilla (lleva el nombre del centro cultural donde funciona), que hoy tiene 27 niños, niñas y jóvenes entre sus filas. “Está funcionando muy bien, pero les faltan los bronces y la percusión. Y de los 8 profesores que necesita una orquesta, tienen 5. Así que las músicas seguimos luchando por este fin solidario”, cuenta Celsa Mel Gowland. Con este objetivo, el próximo martes 10 de septiembre a las 19 se anuncia en el Tetro Roma de Avellaneda (Sarmiento 109) el concierto Las Pandillistas por la Orquesta La Pandilla. Actuarán Eruca Sativa, Patricia Sosa, Sandra Mihanovich, Hila Lizarazu y Mía Folino, Mavi Díaz (madrina de la orquesta) y Las Folkies, Paisanas (Luciana Jury , Barbarita Palacios y Pampi Torre ), Silvia Gers y, claro, la mismísima Orquesta La Pandilla. La entrada es un bono contribución de 250 pesos, que se puede reservar por el Whatsappa de la Fundación Isla Maciel: (54 9) 11 3870-6485.

“Cuando empezamos, venían pocos chicos. De a poco fuimos recorriendo el barrio y se fue pasando el boca en boca entre las familias. Hoy somos un grupo consolidado y hemos notado cambios muy sustanciales en cada chico y chica”, se alegra Bernardo Scherman, el director de La Pandilla. Los logros que enumera en este año de trabajo trascienden lo estrictamente musical: una nena que era muy retraída y ahora es mucho más desenvuelta, cuatro chicos más grandes que asumen un rol “paternal”, una nena muy chiquita que empezó a venir con su hermano mayor porque su mamá no tenía con quién dejarla, y hoy también es parte de la orquesta. Habla con orgullo de vínculos, compromiso, cuidado de los instrumentos. De la angustia por las zapatillas que faltan y de la satisfacción por el arreglo cada vez más difícil al que se llega. “Lo que buscamos es tender el puente para que estos chicos y chicas accedan a un bien cultural. A veces se piensa que estos proyectos van a ‘salvar vidas’, o van a ‘salvar de las drogas’. Eso también puede suceder, sí. Pero ante todo, de lo que se trata es de restituir un derecho”, ubica.

La Orquesta La Pandilla es solo uno de los proyectos de la Fundación Isla Maciel, que también lleva adelante talleres de muralismo o luthería, apoyo escolar, proyectos de vivienda social, hogares de tránsito para familias en situación de calle, o la Casa del Niño Eva Perón de desarrollo integral para la infancia. También lo que nunca hubieran querido que exista, aclara Claudio Freda, presidente de la Fundación: un comedor al que recurren 700 personas, entre viandas y asistentes.

Con el trabajo del Padre Paco, de Freda y de muchos otros, la figura de la asociación civil es la herramienta jurídica que encontraron para acceder a convenios, subsidios y asociaciones, a pura fuerza de gestión cultural independiente. “Un proyecto como el de la orquesta genera mucha pertenencia, familias enteras comprometidas alrededor de todo lo que sucede, desde organizar una fecha hasta preparar la merienda. Y también es una manera de ocupar el espacio público, se hace barrio tocando dentro y fuera de él. La experiencia de formar parte de una orquesta es la de lograr un vínculo sano, solidario, de entender al otro como oportunidad y no como amenaza”, subraya Freda. Ya con la orquesta en marcha, el coro de la isla es el próximo objetivo.

* Quienes quieran colaborar con la orquesta La Pandilla y la Fundación Isla Maciel, pueden hacerlo aunque no puedan ir al concierto: escribiendo a [email protected] pueden comprar una entrada de Fila 0.

Innovación 3D

Un poco más al sur, en Berisso, avanza otro proyecto de Orquesta Escuela. En este caso es bien grande: tiene más de 600 alumnos y en sus catorce años de vida han logrado comprar 370 instrumentos, a través de su asociación civil, también a fuerza de autogestión. Los sueldos docentes son estatales, ya que esta orquesta forma parte del Programa Provincial. Pensando en la manera de seguir adelante, idearon un proyecto conjunto con la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Nacional de La Plata y su Laboratorio de Herramientas de Sofware Libre para Arte y Diseño: un proyecto de investigación, diseño y desarrollo de software libre e impresión 3D, que permitirá la producción de boquillas, lengüetas e instrumentos de estudio, a muy bajo costo. Y que, a futuro, podrá ser compartido por otras formaciones similares.

El proyecto ganó la beca Creación 2019 del Fondo Nacional de las Artes, y se presentará oficialmente el próximo jueves 19 de septiembre en el Planetario de la Ciudad de La Plata (Av. de Iraola y 118, Paseo del Bosque), en un acto que también celebrará los 14 años de la Orquesta Escuela. Con música en vivo a cargo de la formación, se proyectará el cortometraje Belisario: el pequeño gran héroe del cosmos, dirigido por Hernán Moyano, una producción del planetario, dependiente de la Facultad de Ciencias Astronómicas y Geofísicas de la UNLP.

“Llevamos catorce años trabajando con los instrumentos que los chinos nos han abaratado. Ya hay algunos precedentes en la industria, tenemos unos trombones en plástico que están muy bien hechos, siempre hablando de un nivel inicial. Y además esto nos permite que los chicos muy chiquititos puedan levantar el peso de un instrumento”, repasa Juan Carlos Herrero, coordinador general de la orquesta.

La Orquesta Escuela nació en el seno de Cultura de Nación y “a poquito de andar” ya tenía su asociación civil, con la que desde entonces se resuelven los transportes en micro desde los distintos barrios, los desayunos y almuerzos que también forman parte del proyecto. “Decimos que vamos a los barrios más alejados, nos parece mejor que hablar de ‘clases vulnerables’. Porque lo que estamos logrando es invertir la relación centro - periferia, con quince núcleos, una llegada enorme a todos los barrios más alejados de Berisso. Invertimos la relación porque montones de chicos vienen de los conservatorios, las facultades, o a hacer pasantías, aprendiendo de lo que sucede en la escuela. Entonces, la lógica es la inversa. Es acercarse a nuevos chicos que de otra manera no tendrían ni la menor idea, ni ellos ni sus familias, de que existe algo como un fagot o un corno”, define el director.

Hacer música junto a otros es el primer logro de los chicos que pasan por esta orquesta. lo hacen tan bien, que en 2010 un grupo de ellos pudo viajar a Nantes, para mostrar lo que hacen e intercambiar experiencias. Producto de esa visita, en Francia se formó más tarde una orquesta escuela, alentada por la experiencia local. 

Y aunque no es el objetivo excluyente, para algunos también aparece la música como vocación, como un medio de vida. Y la posibilidad de seguir estudios universitarios, sean o no musicales. Evelyn Ruarte tiene 12 años y fue seleccionada para tocar en el Colón. Vive en el Barrio Obrero y aprende violín en la orquesta desde que iba a sala de 5 en el Jardín de Infantes 904 del barrio. “Del Barrio Obrero al Colón hay todo un trayecto, simbólico y real, enorme. Ella, su familia, nosotros, todos lo vivimos como un orgullo”, marca Herrero. Hay otros orgullos: la violista Candela Gómez, que a sus 25 años ganó un cargo estable en la Orquesta Sinfónica del Teatro y se formó íntegramente en la orquesta escuela. O una cantidad de jóvenes músicos que están trabajando en orquestas de tango y en distintas agrupaciones. O los que son hoy profes de música.

Emanuel García tiene 18 años, vive en el Barrio El Carmen y asiste a la orquesta con sus dos hermanos. Se integró al ámbito universitario pero no en música, sino en ingeniería. Su tránsito académico, sin embargo, se computa como un logro propio para la orquesta. “Es un clarinetistas de la gran siete, tiene un lindo nivel, formado íntegramente. Es más, lo incorporamos a las filas de los docentes. Pero al momento de definir su vocación, optó por ingeniería. Estamos felices porque sabemos que eso es algo que vivenció en esta orquesta: la posibilidad de optar, de saber que la universidad es opción para él”, ubica el maestro.

Herrero habla de las orquestas infantiles y juveniles como “un movimiento latinoamericano que llegó para quedarse, para transformar la realidad de los pueblos”. “Por supuesto, el Estado tiene la obligación de seguir esa revolución de la gente, con toda su esperanza, su expectativa y su oportunidad de educar. El Estado tiene que estar primero, no debería depender de ninguna decisión voluntarista”, concluye.

 

Una historia de película

La historia de Los Musicantes se cuenta en un documental rodado por Líber y Jorge Menghini que lleva el nombre de la orquesta, y que será presentado este viernes 6 de septiembre, a las 19.30. en la cooperativa La Cacerola de Parque Centenario (Franklin 26).  La misma dupla ya había rodado otro documental, La música en buenas manos , sobre otra experiencia de orquesta, la de la orquesta El Tambo. Ambos. Ambas formaban parte del  programa Andrés Chazarreta, desmantelado a fines de 2017 con el despido de su coordinador general, Eduardo Tacconi

"La proyección de esta película será oportunidad para debatir posteriormente sobre las políticas de Macri y Avelluto", dicen sus organizadores. Pero también, anuncian, para pensar estrategias a futuro, modos de juntarse y seguir apostando por las orquestas infantiles y juveniles, que de diferentes modos muestran su potencia. Porque la música, a pensar de todo, sigue adelante.