Un doble programa de jazz, que es además la presentación de sendos discos, propone La Usina del Arte para el domingo. A partir de las 20 el sexteto del saxofonista Andrés Hayes mostrará los temas de Marea alta (Club del Disco), y el cuarteto del trompetista Sebastián Greschuk hará lo propio con la música de Paisaje (Ears&Eyes).

Si bien tanto el trabajo de Hayes como el de Greschuk podrían inscribirse en el amplio espectro del hardbop y sus peripecias, es evidente que uno es más “hard” y el otro más “bop”. La música de Greschuk, una de las figuras interesantes de la nueva generación, suena algo más dura y de alguna manera más incontinente. Acaso porque apela a las libertades que otorga el uso más amplio de la improvisación. La dinámica del cuarteto en este sentido es propicia para ciertas aperturas en las que las colaboraciones de Sebastián de Urquiza en contrabajo, Matías Crouzeilles en batería y Nicolás Boccanera en piano acústico y piano Rhodes, también nombres promisorios entre los jóvenes jazzistas de la escena local, se vuelve indispensable. Música propia, tocada con la urgencia y el saludable arrebato que suelen tener los debutes.

Más elaborada en cambio resulta la música de Hayes, pensada para sexteto con tres “caños” sobre la base rítmica. “Para este disco me interesó indagar las posibilidades de texturas y de color que dan el saxo tenor, el alto y la trompeta”, comenta Hayes a PáginaI12. “Venía probando escribir para big band, que fue un proceso muy inspirador, y pensé que de alguna manera el sexteto podía ser una síntesis”, agrega el saxofonista que en el escenario de La Usina estará con los mismo músicos que lo acompañaron en la grabación: Ernesto Jodos en piano, Hernán Merlo en contrabajo, René Gatica Bahamonde en batería, y la línea de vientos con Rodrígo Domínguez en saxo alto y Sergio Wagner en trompeta.

“Compuse la música pensando en estos músicos, por eso desde el inicio del proceso creativo me propuse poner énfasis en el equilibrio entre escritura e improvisación. Me parecía que de esta manera la propuesta podía ser más sólida, mucho más contando con los músicos con los que cuento. En este sentido, es invalorable la colaboración de ellos cuando entra en juego la improvisación”, explica Hayes. Se trata de un sexteto de músicos experimentados, cada uno con una trayectoria propia, verdaderas autoridades del jazz local. Entre ellos y la música de Hayes circula una química notable. “Fui alumno de dos de ellos, Jodos y Domínguez, y podría haberlo sido también de Merlo. Por supuesto que sigo aprendiendo cotidianamente de ellos, como de Wagner y Gatica Bahamonde. Es maravilloso poder formar un grupo con ellos, que más allá de todo ponen un gran compromiso musical. Es gente que va por la música”.

Marea alta se editó en formato físico y también circula de manera “espiritual” en las plataformas de la web. Está integrado por música propia, salvo una versión de “Kamikaze”, de Luis Alberto Spinetta. “En la elección de ese tema fue todo medio azaroso. Yo estaba haciendo un arreglo para big band de “Los libros de la buena memoria” y en un momento lo consulté al Mono Fontana, que me aconsejó que tomara “Kamikaze”, que para Luis era el tema más jazzístico. Así fue que le hice una versión sobre la que consulté varias veces al Mono, que además tuvo la gentileza de ayudarme en algunas dudas armónicas. Después descubrí que hay una versión del tema con Bernardo Baraj en saxo, Santiago GIaccobe en teclados y Machi en bajo, y otra de Luis solo con Baraj. Es uno de los pocos temas de Spinetta con saxo”, cuenta Hayes.

Cuando habla de los músicos que lo influyeron, encabezando la larga lista del saxofonista y compositor naturalmente aparecen los nombres de Wayne Shorter, John Coltrane, Thelonious Monk y Miles Davis. “Las influencias son numerosas, pero en realidad es muy difícil determinar a priori dónde están y en qué momento se revelan”, explica Hayes. “Hay nombres que son disparadores, hay inspiraciones de distinta índole, pero que están incorporados y ya mezclados con otros. Es más, cuando compongo aparecen cosas que ni yo mismo esperaba”, agrega. Desde la apertura con “Coral”, tema que comienza con un bajo descendente que como una passacaglia se repite y propicia las entradas sucesivas de los instrumentos, hasta el cierre con “¿Qué hay de nuevo?”, la música de Hayes muestra un amplio abanico de soluciones aplicadas a una idea precisa de jazz. Un jazz que por las variedades que incluye bien representa una idea de contemporáneo. “Bach también es importante e inspirador, por supuesto, sin dejar de pensar que soy de una generación que creció escuchando Nirvana y Radiohead. Y Spinetta, claro”, concluye Hayes.