Carla Graciela Rutila Artés, hija de los militantes del Ejército de Liberación Nacional (ELN) Enrique Joaquín Luca López y Graciela Antonia Rutila Artés, fue una de las primeras nietas en recuperar su identidad, tras haber sido apropiada por el represor Eduardo Ruffo, responsable del centro clandestino de detención Automotores Orletti, donde su madre fue desaparecida. Murió hoy tras luchar varios años contra un cáncer.

Al confirmar la noticia, Abuelas de Plaza de Mayo recordó la "fortaleza" que le permitió declarar contra su apropiador en 2010. “No tenía dudas de que no aguantaría mi mirada”, dijo Carla después de aquel testimonio. Sus restos serán inhumados mañana en el cementerio de la Chacarita.

Carla había nacido el 28 de junio de 1975 en Miraflores, Perú. Su padre, Enrique Joaquín Luca, era uruguayo, y su madre, Graciela Antonia, argentina. La militancia llevó a ambos a Bolivia, donde formaron parte del Ejército de Liberación Nacional (ELN). Graciela Antonia y su hija fueron detenidas el 2 de abril de 1976 en Oruro, y cuatro meses y medio después fueron entregadas por las autoridades bolivianas a la Gendarmería Argentina y trasladadas a Orletti. López fue desaparecido el 17 de septiembre del mismo año.

Uno de los responsables de Orletti era Ruffo, ex integrante de la Triple A y de los servicioes de Inteligencia, quien junto con su mujer, Amanda Cordero, apropiaron a Carla bajo el nombre de "Gina". Matilde Artés Company, su abuela actriz y militante, estaba en Cuba en el momento del secuestro de ambas y decidió volver para sumarse a la búsqueda de Abuelas.  

La causa quedó radicada en el Juzgado Federal en lo Criminal y Correccional N° 5. Al finalizar la dictadura, los apropiadores fueron detenidos y la verdadera identidad de Carla fue comprobada con los análisis de sangre en septiembre de 1985, cuando se reencontró con su abuela. Las leyes de Obediencia Debida y Punto Final forzaron a ambas a exiliarse en España por temor a represalias por parte de Ruffo, quien crió a Carla a base de golpes y abusos. 

Rutila Artés no volvió a la Argentina hasta 2010, aunque mantuvo contacto con Abuelas. Con la derogación de las leyes de perdón y con los juicios por los delitos de lesa humanidad en marcha, Carla regresó a declarar como testigo por los crímenes cometidos en Orletti. 

“Debo suponer que la persona que me llevó debe ser la misma que asesinó a mi madre”, le dijo a Ruffo en aquel juicio, mirándolo fijo a los ojos. “No tenía dudas de que no aguantaría mi mirada”, sostuvo después de declarar. Con su apropiador tras las rejas, Carla regresó a la Argentina poco después para radicarse junto a sus tres hijos. Volvió a pisar Europa, cuando fue convocada a declarar en Italia por el juicio abierto por los crímenes del Plan Cóndor, del que ella y su madre fueron víctimas, desde aquel día en que fueron entregadas en la frontera de La Quiaca-Villazón.  

"Con fortaleza enfrentó la enfermedad que hoy se la llevó. Recordamos, como si fuera hoy, la inmensa alegría de volver a abrazarla luego de tantos años", la saludaron las Abuelas.