Los datos de la economía “real” post PASO muestran el fuerte impacto de la devaluación y del descalabro comercial a raíz de la falta de reacción política del Gobierno. El indicador de las ventas minoristas de CAME anotó una caída del 18,6 por ciento medida en cantidades frente a agosto del año pasado y acumula en ocho meses una merma del 12,5 por ciento. “Las ventas minoristas tuvieron muchas dificultades, sobre todo tras las PASO, que generaron incertidumbre en el sector y provocaron demoras en la entrega de mercadería, falta de precios y cancelación de pedidos”, describió la CAME. Los peores resultados se dieron en rubros como calzado y marroquinería, electrodomésticos y electrónica, y farmacia. El resultado podría haber sido aun peor de no ser por las compras de alimentos que se verificaron en los primeros días después de las elecciones primarias, como forma de stockeo y protección de cara a lo que venía, y por la reducción temporaria del IVA en alimentos.

La CAME mide el consumo en locales pymes desde la crisis internacional de 2009. En términos de nivel de ventas, el indicador del mes pasado se ubicó en el valor más bajo de la serie. La caída es del 41 por ciento en relación a 2011, el pico del consumo. De esa caída acumulada en ocho años, el 76 por ciento se explica por la evolución del consumo en el período de gobierno de Mauricio Macri, ya que la baja de agosto pasado frente a agosto de 2015 es del 31,2 por ciento. 

Sin embargo, el deterioro del consumo en la administración de Macri no se explica solamente por el resultado de las PASO sino que fue una constante a lo largo de los cuatro años. De hecho, la caída interanual del 18,6 por ciento en agosto es la veinteava consecutiva que registra el índice de CAME. Las ventas minoristas de las pymes tiene caídas interanuales en 41 de los 44 meses de gestión de Macri. El relevamiento de CAME cubre un universo de 1.100 comercios pymes de Ciudad de Buenos Aires, Gran Buenos Aires y el interior del país.

Una particularidad de agosto fue que la caída del consumo no sólo operó a raíz del deterioro del poder adquisitivo en manos de la inflación, sino que también jugó un papel importante la paralización de las operaciones comerciales en el medio de la fuerte incertidumbre cambiaria. Fabricantes y comerciantes en forma masiva dejaron de comprar y vender a la espera de que reaparezcan los precios para evitar el riesgo de perder capital de trabajo en operaciones diarias. Otros optaron por aplicar remarcaciones precautorias, es decir, por encima de la devaluación, lo cual es otra forma de limitar ventas a propósito como forma de autoconservación ante la crisis.

En el desagregado por rubros, sobresale la caída en agosto del 22,3 por ciento en las ventas de calzado y marroquinería, seguido de electrodomésticos y electrónicos (-21,3), ferretería y materiales eléctricos (-20,3), muebles y neumáticos (-19,3). Todos los sectores tuvieron caídas aunque dentro de ese escenario el menos desfavorecido fue alimentos y bebidas, que bajó un 15,1 por ciento. En ese comportamiento del rubro de alimentos tuvo incidencia el aumento del consumo en los primeros días posteriores a las PASO como forma de protección frente a los aumentos que se venían. Las estimaciones de las grandes cadenas de supermercados marcan una caída en agosto del 9,5 por ciento en las cantidades vendidas. Sin embargo, en alimentos la caída del consumo se recorta hasta el 3,2 por ciento, por efecto del stockeo y de la reducción temporaria del IVA.