Todo por un sueño
1995
Gus Van Sant

Hace cinco lustros, y con apenas diecinueve años, Joaquin Phoenix participaba del rodaje de Todo por un sueño, la película de Gus Van Sant que retrata el ascenso en el mundo del periodismo televisivo de Suzanne Stone, la rubia y peligrosa belleza encarnada por Nicole Kidman. Siguiendo los pasos de su hermano mayor River Phoenix, Joaquin comenzó a aparecer en series televisivas a los ochos años y desarrolló una carrera como niño-actor consecuente y consistente. Sin embargo, según declaró recientemente, “Van Sant fue el primer director con el que trabajé que me dijo que cualquier cosa que sintiera en el momento era válida, porque eso era lo que permitía que las situaciones no se sintieran teatrales y forzadas. Fue muy importante en mi carrera tener ese apoyo y recibir esos consejos y, realmente, fue algo que me cambió como actor”. Su Jimmy Emmet es uno de los tres estudiantes que ayudan a la protagonista a rodar un documental sobre el estado de la juventud estadounidense y a sacarse de encima a su marido, interpretado por Matt Dillon, y es el papel que lanzó su carrera adulta en las pantallas de cine.

 

Gladiador
2000
Ridley Scott

 

La imagen de Phoenix como Marco Aurelio Cómodo, bajando el pulgar en una de las plateas preferenciales del Coliseo romano, se ha transformado en gif recurrente en las redes sociales. El realizador Ridley Scott utilizó los rasgos angulosos y serpentinos del actor para retratar uno de los posibles rostros de la corrupción, la vileza y la locura en su taquillera reversión moderna de los films “de romanos”, populares en los años 50 y 60. Con el estreno de Gladiador, Phoenix comenzó a ser inmediatamente reconocido por el público internacional y la lista de ofrecimientos para interpretar roles en películas de las diversas características y calibres llovieron sobre su representante. Fue también en ese entonces que el actor –nacido en 1974 en San Juan, la capital de Puerto Rico, de padres estadounidenses– decidió dejar de lado las ofertas más suculentas, pero menos interesantes desde un punto de vista artístico, y elegir concienzudamente los siguientes pasos de su filmografía, iniciando así la leyenda de una personalidad reservada y algo oscura.

 

Los dueños de la noche
2007
James Gray

 

La colaboración artística entre el realizador James Gray y Joaquin Phoenix atraviesa cuatro títulos en la filmografía del director de la reciente Ad Astra. La primera de esas reuniones ocurrió muy temprano en La traición (2000), rodada casi al mismo tiempo que Gladiador, pero fue siete años más tarde, en Los dueños de la noche, que Gray le ofreció al actor el primer rol protagónico en una de sus películas. Nuevamente compartiendo pantalla con Mark Wahlberg, el Bobby Green de Phoenix, gerente de un boliche nocturno en la ciudad de Nueva York, debe recorrer más de un círculo infernal para salvar a su padre y a su hermano de las garras de la mafia rusa. La cicatriz de nacimiento arriba de la comisura labial, erróneamente confundida con labio leporino, es utilizada por el relato como un recordatorio indirecto de otros “cara cortadas” de la historia del cine. Green se debate entre diversas lealtades y universos, tironeado entre una vida sin preocupaciones y el deber, representado por sus familiares más cercanos, ambos miembros de la fuerza policial.

The Master
2012
Paul Thomas Anderson

 

Para muchos, The Master no es otra cosa que una biografía no autorizada de L. Ron Hubbard, el creador de la Cienciología, la filosofía religiosa que tantos adeptos y polémicas ha ganado en la costa oeste estadounidense. En realidad, Paul Thomas Anderson propone un particular retrato generacional centrado en dos personajes opuestos que se atraen como imanes: Dodd, El Maestro, interpretado por Philip Seymour Hoffman, y Freddie Quell, un Joaquin Phoenix que parece estar siempre al borde del estallido total. Simbiosis explosiva que amenaza con desequilibrar el orden de la particular “familia” de seguidores del caudillo. Quell posee más de un punto de contacto con Arthur Fleck, por su singularidad y peligrosidad para aquellos que lo rodean (además de unos daddy issues ideales para el manual de psicología), aunque en The Master no hay maquillaje alguno que marque simbólicamente el camino de una transformación.