Hace exactamente 25 años, el jueves 22 de septiembre de 1994, la cadena NBC estrenó Friends. En los cinco minutos iniciales del piloto ya estaban sentadas las bases de lo que vendría, sin exagerar, en las diez temporadas restantes de esta gran bestia pop. Se sabe, la sitcom precisa de una ingeniería ajustada y en aquella primera escena cada personaje cumplía perfectamente su rol. Monica (Courteney Cox) sería la chica estructurada que se preocupaba por los demás y la mirada ajena. Chandler (Matthew Perry) representaría al perdedor encantador, el tipo con el chiste adecuado para cada instancia. Cuenta que tuvo un sueño, está desnudo y en vez de pene tiene un teléfono, suena el timbre: es su madre. “Es raro porque nunca me llama”, lanza. Joey (Matt LeBlanc) cautivaría con su mujeriego incurable y simplote, el italoamericano que quiere triunfar como actor. Ross (David Schwimmer) llegaba al Central Perk devastado porque su esposa lo había dejado por otra mujer. Phoebe (Lisa Kudrow) quiere limpiarle el aura pero el paleontólogo se niega. “Lo único que quiero es casarme”, clama. Entre charlas y café se produce el Big Bang. Una chica vestida de novia entra nerviosa al Central Perk. Es la ciclotímica Rachel (Jennifer Aniston) que acaba de dejar plantado a su novio en el altar. “Y yo quiero un millón de dólares”, remata Chandler. Risas, un acorde de guitarra simpático y la cuadrilla ya está en casa.

Nadie imaginaba que ese programa creado por Marta Kauffman y David Crane, casi a pedido de la señal, marcaría un mojón para la Generación X. O mejor dicho, que mostraba la cara más amable de esa camada. Todas las reseñas hacían hincapié en ese punto. Friends trataba de apropiarse del zeitgeist de las camisas a leñadoras, sacándole una sonrisa al grunge. “Tiene el Gen X pero como en una obra de Neil Simon”, escribieron en People. Sólo habían pasado seis meses del suicidio de Kurt Cobain, a los cines llegaba una película emblemática como Reality Bites, programas de TV como Seinfeld, Los Simpsons y Beavis & Butt-Head le imprimían su cuota de sarcasmo y cinismo al asunto. 


Pero Friends tenía ese joie de vivre que las diferenciaba del resto. Es cierto que los seis personajes provenían de hogares inestables, los trabajos no les aseguraban demasiada estabilidad, querían romper con los mandatos parentales, pero siempre con el acompañamiento de las risas de fondo. El grupo estaba destinado a lidiar con la adultez, a gambetear el compromiso familiar formando su propio clan mientas le hacía lugar en su sofá a sus congéneres. Como sentenció Adam Sternbergh en un artículo para la New York Magazine, Friends “no solo nació en los años 90, sino que, en retrospectiva, puede encarnar esa década más completamente que cualquier otro programa de televisión”. La hipótesis del escritor es que el programa se siente tan icónico como Pulp Fiction y los dos términos presidenciales de Bill Clinton, pero en un sentido más amable. “Más sexy que Cheers, menos mordaz que Seinfeld, Friends existía en el punto más perfecto del entretenimiento populista para las masas y el profético escapismo pop”, sintetizó.

Por esos días el objetivo real de la NBC era más prosaico. Sacar el máximo provecho de su pantalla caliente en lo referido a la comedia. Enn su grilla contaba con otras dos sitcoms ubicadas en la Gran Manzana como (de pie) Seinfeld y Mad About You. Kauffman y Crane les presentaron el proyecto de Couples, sobre un grupo de parejas jóvenes con hijos a cuestas. No les gustó. Los ejecutivos de la cadena querían enganchar al estrato demográfico joven que no miraba las comedias de situaciones. Así fue como los productores bocetearon Friends Like These. En principio iban a ser cuatro amigos, Chandler y Phoebe estaban destinados a ser secundarios y varios actores se candidatearon para los roles (entre ellos Janeane Garofalo, Jane Krasowski, Tea Leoni, Jon Favreau y Jon Cryer). La elección final no pudo haber sido más acertada. “Los tuvimos a los seis en el ensayo primer ensayo y cuando leyeron la escena en la cafetería, sentí escalofríos en toda mi columna, entendí que iba a ser especial. Estaban destinados a ser estos seis, el guion es para ellos y sobre ellos”, dijo Kauffman. El piloto mostró lo mismo para millones. Fue tan exacto que la serie fue aprobada casi sin cambios. Sólo se acortó el título al que se conoce hoy en día.

El año cero: 1994

La NBC captó que tenía que un diamante en bruto y se puso a pensar estrategias para propulsar la serie. Ahí está el capítulo de Chandler encerrado en un banco con una modelo de Victoria’s Secret y con Paolo el tano encarando a Rachel. El capítulo en cuestión era parte de un evento televisivo, un crossover llamado “el apagón” que pretendía unir los universos de Friends con Seinfeld, Mad About You y la ignota por estos pagos Mad Man Of The People. Las cuatro tramas ocurrirían bajo el mismo contexto: un enorme corte de luz en Nueva York. Finalmente, los de la serie sobre la nada se excusaron. Lo cual no deja de ser elocuente sobre los propósitos de cada ficción. Seinfeld era un programa con filosofía bañada en ácido muriático. Mad About You mostraba la vida de una pareja en sus treinta y pocos. Friends, por su parte, cuadraba con la idea de que se podía crecer, amar, beber café sin problemas, tener un metegol o un mono en tu casa y hasta era factible alquilar un loft del Greenwich Village con el sueldo de camarera.

Para ese 1994, la sitcom se volvía más cosmopolita, menos suburbana, y cambiaba a su propio ritmo. Uno de los ejecutivos de la NBC consideró que en el piloto Monica “obtuvo lo que merecía por haber tenido sexo en la primera cita con un tipo”. ¿Otros disgustos con la señal? A los directivos no les gustaba que en la secuencia de apertura la cuadrilla bailara haciendo el ridículo. Incluso quisieron incorporar a “Pat, el policía copado”, un personaje secundario que sería como un padre adoptivo para el sexteto. 

Es claro que Friends no fue rupturista del formato sino una sitcom notable en su hechura. Tuvo una lectura acertada de su época, guiones aceitadísimos, timing de relojería, personajes secundarios inolvidables (Janice; la hermana gemela de Phoebe, Gunther y el vecino carrasposo de Mr. Heckles pican en punta) y una lista de invitados clase A entre los que se anotaron Brad Pitt, George Clooney, Bruce Willis, Julia Roberts y Susan Sarandon. Pero en el centro estaba la alquimia entrañable de sus protagonistas. Lo dijo Kathleen Turner, que interpretó al padre trans de Chandler: el sexteto era “una camarilla a la que no les importaba nadie de fuera”.

Amigos del cable y el streaming

En pleno furor por Friends, el corte Rachel marcó tendencia en peluquerías; los latiguillos (“How you doin’” de Joey; el “Oh, my God” de Janice; “We were on a break” de Rachel y Ross) se repitieron con taquicardia y su tema de apertura alcanzó la categoría de top ten en las radios aún con menos de un minuto de duración. The Rembrandts grabó una versión extendida de su “I’ll Be There for You” por la demanda de los oyentes. Dicho sea de paso, el tema los realizadores tenían en mente para esa secuencia era “It's the End of the World As We Know It (And I Feel Fine)” de R.E.M. Le pidieron a la banda que compusieran algo similar, lo hicieron agregándole unos aplausos y fue un hit.

El fenómeno por la serie fue global, acorde a la década que la parió. En la Argentina, su emisión se empalmó con la expansión de la TV paga (Argentina era por entonces uno de los países con mayor inserción del cable en todo el mundo). Incluso Friends llegó a ser exhibida por Telefe en 1996 con una versión doblada al español neutro. Finalmente plantó bandera en Sony y Warner Channel. La televisión de aire no parecía congeniar con programas como Murphy Brown, Roseanne y Two Guys and a Girl (la excepción que confirmó la regla fue The Nanny), relegando a todos ellos a horarios marginales o a las emisoras de suscripción. Friends fue, en tal sentido, un exponente cabal de las nuevas formas de consumo televisivo. La posibilidad de ver una serie en su idioma original y con subtítulos, y posiblemente con los sueños afiebrados del 1 a 1. Eso de creer que era posible ir a Bloomingdale’s y cruzarse con Rachel en su trabajo como asistenta de moda tras renunciar a su puesto como moza del Central Perk.

Pasó un cuarto de siglo y Friends es tan o más lucrativa que en sus días de gloria. El fandom se ensanchó hacia 2015 luego de la incorporación de la serie a Netflix. Se dice que tener los capítulos, sólo por 2019, la estrella del on demand desembolsó 100 millones de dólares. La friolera corrobora la suposición sobre la altísima demanda de Friends en su portfolio digital. Incluso están los que se preguntan si más que de la tercera era dorada de la tv no debería hablarse de tevé confortable. Ver un buen programa sin tanta culpa. No por nada Warner Media, la dueña de los derechos, anunció que se reservará las diez temporadas desde 2020. En medio de los festejos por el cumple, su señal Warner Channel ideó una maratón que empezó el mércoles y culmina hoy. También crearon un App (friends25app.com) y recrearon el mítico Central Perk y otros escenarios emblemáticos llenos de memorabilia en un bar de Palermo (Honduras 5015) que está abierto al público hasta hoy.

Los reclamos centennials

Más allá de la vigencia, o retromanía, meses atrás un artículo del Independent británico encendió la mecha. Parte del público centennial considera agraviantes episodios como el del papá de Chandler y acusaron a la serie de transfóbica, lesbofóbica, homofóbica, gordofóbica, machista y criticaron su casi nula diversidad étnica. Esta nueva camada no comprendería por qué Monica no puede convivir con la idea de haber sido obesa, si la relación de Rachel con su asistente no era razón suficiente para ser despedida o los chistes acerca de la sexualidad de la familia Bing. En su defensa, hubo artículos que la ubicaron en su órbita temporal, y la reivindicaron por su tratamiento de temáticas incómodas (divorcios parentales, alquiler de vientres, suicidios, infertilidad, familias diversas) y toda una gama de tópicos problemáticos resueltos, eso sí, en episodios de media hora.

Siempre tendremos a Joey

Es claro que sin Friends no habrían existido How I met your mother, The Big Bang Theory, New Girl y… Joey. Matt LeBlanc fue el único que retomó su personaje en aquella spin-off que duró dos temporadas. Tuvo un buen acompañamiento de audiencia pero con resultados dispares. Aquella derivación fue la única sobrevida real para Friends. Y más allá de los posteos que haga Courteney Cox, o de los jugueteos en entrevistas, tampoco sucederá un reprise.

Hace unos pocos días, Martha Kauffman y David Crane tuvieron un homenaje en un evento organizado durante el festival televisivo de Tribeca. Allí repasaron y destriparon tramas. A su entender, las mejores fueron aquellas con poco presupuesto (el que todos se enteran del noviazgo de Chandler con Monica, por ejemplo) y recordaron algunos capítulos en los que faltó una pizca de pimienta (como ese en el que Charlie Sheen interpreta a un Marine con varicela y tiene un romance con Phoebe). No faltó, por supuesto, la pregunta sobre el ansiado retorno. “Hicimos el show que queríamos hacer. Lo captamos bien y le hicimos una reverencia. Lo más probable es que no surgiría nada bueno”, describió Crane. Kauffman fue más taxativa. “El programa trata sobre ese momento de tu vida cuando tus amigos son tu familia. Ya no estarían en ese momento. Ya tienen su familia. Además, nada va a poder superar lo que ya hicimos”, dijo en referencia a las 10 temporadas, 236 episodios y 708 líneas argumentales sobre Joey, Phoebe, Rachel, Chandler, Monica y Ross. En ese orden salieron del departamento en la escena con la que concluyó la serie.