Desde París

 La bobería conjunta del Mercosur, con el presidente brasileño Jair Bolsonaro a la cabeza, y las habilidades del jefe de Estado francés, Emmanuel Macron, pueden estar a punto de facilitar un encuentro entre dos actores internacionales radicalmente enfrentados: el presidente norteamericano Donald Trump y el de Irán, Hassan Rohani. Aunque la cumbre está aún en entredicho a raíz de la destrucción de parte de la infraestructura petrolera de Arabia Saudita consumada con drones (14 de septiembre) por los hutíes, los rebeldes de Yemen que se alzaron en armas en 2014 y a quienes Riad y Washington acusan de ser un brazo de Irán, la perspectiva no está cerrada. En el avión que lo conducía a Nueva York donde participará en la Asamblea General de las Naciones Unidas, Emmanuel Macron, dijo: "algo está en juego en Nueva York. Los dos protagonistas de la crisis están ahí. Se da una unidad de lugar, aunque no una unidad de acción porque no estamos en Arabia Saudita. Pero algo puede pasar”. Si bien Macron admitió que luego de la ofensiva contra las infraestructuras petroleras de Riad “las posibilidades de un encuentro no aumentaron”, nadie, después, descartó que dicho encuentro, apalabrado hace un mes durante la cumbre del G7 que se celebró en Biarritz, fuese una quimera.

En esa cumbre Emmanuel Macron se propulsó al híper espacio de la diplomacia mundial ayudado por Jair Bolsonaro y sus socios del Mercosur. Justo antes de que se iniciara la reunión entre los siete países más industrializados del planeta, el mandatario francés puso en entredicho el acuerdo entre la Unión Europea y el Mercosur debido a los incendios en el Amazonas y acusó a Bolsonaro de “mentir”. Con ese tema ecológico como bandera absorbió las drásticas divergencias entre los miembros del G7, hizo olvidar que en dicha cumbre estaba el presidente de la primera potencia mundial que había salido del acuerdo climático de París, creó un consenso entre los 7 que sirvió de cortina de humo y, como si fuera poco, hizo las pases con Trump y se propulsó él mismo como presidente ecológico cuando dentro de su propio país lo critican por la ausencia de política ecológica. 

Bolsonaro respondió con improperios amplificados por las declaraciones groseras de sus ministros e hijos. Nadie, en el Mercosur, se sentó a diseñar una respuesta diplomática donde, al menos, se le hubiese recordado al G7 que estaba muy bien salvar al Amazonas, pero también poner fin a la expoliación de los recursos naturales de los pueblos originarios de América Latina que las empresas del G7 vienen llevando a cabo desde hace décadas y décadas. Esa controversia entre un pirómano vulgar y un diplomático diestro sirvió como puente para que Macron se permitiera el lujo, con el acuerdo de Trump, de que el ministro iraní de Relaciones Exteriores, Mohammad Javad Zarif, acudiera a Biarritz para encontrarse con responsables franceses. De esa cumbre y a través de la iniciativa de Macron surgió la posibilidad de un encuentro posterior entre Trump y Rohani.

Ver a los dos contrincantes que llevan meses amenazándose con todos los infiernos sentados entorno a una misma mesa sería una proeza cuya semilla fue sembrada en Francia por Macron. El Secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, dijo al canal ABC “el presidente Trump y yo mismo queremos darle a la diplomacia todas las posibilidades de que tenga éxito”. De hecho, la cumbre iraní- norteamericana depende del ajuste de una agenda: el presidente Rohani expresó su disposición a encontrarse con Trump si el mandatario norteamericano “esta dispuesto a hacer lo necesario”, entiéndase, levantar antes las sanciones contra Teherán “a cambio de que se llevan a cabo inspecciones permanentes de los emplazamientos nucleares”. 

Rumbo a Nueva York, Macron dio a entender que la cumbre entre los dos dirigentes estaba bastante negociada pero que el ataque con drones de los hutíes es “un acto militar cuya naturaleza cambia el ecosistema en el cual estaba la región y crea una nueva situación”. Ello no cerró los canales de mediación. Emmanuel Macron mantuvo este lunes una reunión “informal” con Donald Trump, esta noche se verá con Rohani y el martes por la mañana otra vez con Trump. El diálogo directo permanece aún vigente tanto como la voluntad de poner freno al recrudecimiento del conflicto. Los temas de Biarritz vuelven a renacer en Nueva York llevados por una diplomacia francesa que supo jugar con las cartas justas en el momento adecuado.

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