La temporada lírica del Teatro Colón continúa con siete funciones de Don Pasquale. Con la puesta en escena del italiano Fabio Sparvoli y la dirección musical del serbio Srba Dinic, el drama bufo de Gaetano Donizetti contará para la producción que estrena el martes con tres elencos de cantantes. El barítono Nicola Ulivieri, como Don Pasquale, y la soprano Jaquelina Livieri, como Norina, encabezan el elenco principal, que además del estreno de este martes tendrá a su cargo las funciones del viernes 27 el domingo 29 y el martes 1º de octubre. Con ellos estarán el tenor Santiago Ballerini como Ernesto y el barítono Darío Solari en el rol del Doctor Malatesta. Gustavo Gibert y Laura Polverini serán los protagonistas de las funciones del miércoles 25 y el sábado 28, mientras que Víctor Torres y Constanza Díaz Falú encabezarán el elenco del miércoles 2 de octubre. La escenografía y la iluminación son de Enrique Boldorini y los vestuarios de Imme Möller.

Tan prolífica cuanto despareja, la obra de Donizetti podría ser considerada como no mucho más que una eficiente segunda línea entre las óperas serias de Rossini y Bellini, quien supo ser crítico de su música, y el sombrío melodrama de Verdi. Esa fiebre productiva, traducida en alrededor de setenta títulos, fue vista con cierto recelo por muchos en épocas en las que los límites de los derechos de autor no estaba todavía bien definidos. Y decididamente ridiculizada por Héctor Berlioz. En su función de crítico musical, el compositor francés en varias ocasiones consideró que las óperas de Donizetti eran más el producto la presión por cumplir con los plazos de entrega de la partitura que de la genuina inspiración artística. Así todo, Donizetti logró lo que ni Rossini ni el mismísimo Verdi pudieron cumplir del todo: gustar al público de París, por entonces una capital cosmopolita del espectáculo.

Estrenada en París en 1843, Don Pasquale es la obra de un compositor maduro, en la cúspide de su fama. Entre la tradición bufa napolitana y la comedia lírica sentimental, más que una ópera cómica Don Pasquale es una reflexión desencantada y tiernamente melancólica sobre la vejez. La trama es muy simple: el protagonista, un hombre entrado en años, de maneras anticuadas pero con un aceptable índice de bondad, decide casarse para desheredar a su sobrino Ernesto, que no quiere contraer nupcias con quien le indica el tío. El muchacho está embobado con Norina, una viuda de modesta condición, y a la hora de elegir consorte no acepta el sabio consejo de apuntar un poco más arriba en la escala social. El doctor Malatesta, un amigo de la familia, prepara un plan para permitir que Ernesto y Norina se casen, sin por eso desairar al tío rico. Los malentendidos hacen su juego, sin maldad manifiesta, entre identidades cambiadas y otros aditivos propios de la tradición cómica italiana.

“Estoy segura de que esta producción del Teatro Colón quedará en el recuerdo”, asegura Jaquelina Livieri al comenzar la charla con Página/12. La soprano rosarina debutará en el rol de Norina, heroína de carácter y variados recursos para obtener su propósito. “Norina es un personaje rico y sobre todo es muy teatral. Además de una voz lírica de coloratura, Norina tiene que ser una gran actriz”, comenta Livieri. “Tiene partes divertidas, partes serias, partes sensuales y permite jugar con la voz desde distintos puntos de vista. Como cuando en el segundo acto, en casa de Don Pasquale, se disfraza de Sofronia, la hermana de Malatesta, para seducir al viejo. Ahí, junto al travestimento se puede intentar hacer una voz distinta y eso es muy divertido”, detalla.

A esta altura de la civilización occidental, un título como Don Pasquale pertenece decididamente al ala populista del gusto operístico. Y la puesta de Fabio Sparvoli, como le gusta a la actual dirección artística del Colón, es tradicional. “Es tradicional por la manera que respeta la dramaturgia. En ese aspecto es literal, se ajusta a los códigos de la comedia del arte, de la tradición bufa”, explica Livieri. “Las referencias de tiempo son neutras. No está ambientada en una época en particular, no tiene vestuario de época, pero tampoco actual. La puesta juega mucho sobre el trabajo actoral, que es muy minucioso. No hay un movimiento, una a palabra que sea casual. Cada escena está muy bien elaborada. Eso me gusta mucho, porque soy de las que piensa que la ópera no es solo canto”, dice la soprano.

En esta nueva producción del Colón, la gran mayoría de los cantantes de los tres elencos son argentinos, formados acá y con probada capacidad para cumplir estos y otros roles en cualquier teatro. El espacio y las oportunidades que tradicionalmente el Colón da a los cantantes argentinos es una vieja discusión. Ahora, por un estado de cosas que hace que después cada “corrida” financiera un teatro internacional como el Colón, como tantos otros aspectos de la vida nacional, se aísle cada vez más del resto del mundo, se presenta como una gran oportunidad para la gran cantidad de cantantes que la esperan y la merecen. “Más allá de la crisis que vivimos, es interesante que el teatro haya empezado a tomar esta postura”, observa Livieri. “En este sentido me siento afortunada y somos muchos los que nos preparamos para cuando llegue este momento. Si hay cantantes argentinos que pueden estar a la altura del primer elenco, merecen una oportunidad”, concluye la soprano.